03

333 38 2
                                    

-Y ya, fue todo lo que pasó. - Terminé de explicar. Dio un sorbo a un bebida y me miró entrecerrando los ojos. - Es enserio.

-Pues...yo digo que te acuestes con él tanto como sea posible. - Se encogió de hombros.

-¡Sophia!

-¿¡Qué!? ¡Es que sólo míralo mujer! ¡Está buenísimo! ¿Te imaginas una noche entre sus brazos...? - Suspiró. Yo negué con la cabeza, aunque era mentira, sí lo había imaginado...y luego había pasado a hacer algo más con esas imágenes en mi cabeza. - Pues yo sí quiero. - Sabía que lo hacía para molestarme, pero no lo iba a admitir así de rápido.

-¡Sophia por amor a Dios! - Le regañé. Sentía más vergüenza yo por sus palabras que ella misma.

-Ay _____, es que admítelo, está buenísimo. - Sonreí con vergüenza ante sus palabras. - Además que no te ha quitado la mirada de encima, suertuda. - Me dio un pequeño golpe en el hombro derecho, a manera de burla.

Negué con una sonrisa cuando noté como la pelirroja tomaba de su bebida bajando la mirada.

-¿Estás bien...? - Alargue la pregunta al ver a Aidan frente mío.

-Buenas tardes, bonita. - Saludó dándome un beso en la mejilla. Repetí su acción y le sonreí, sentí mis mejillas arder a más no poder. - Un placer, Aidan Gallagher. - Se presentó con mi amiga. A ella la saludó de mano, quien con formalidad le correspondió el saludo.

-El placer es mío, Sophia Lilis.

-¿Puedo? - Preguntó antes de sentarse. Ambas asentimos y lo hizo. - Disculpen mi atrevimiento a molestarlas, sólo pasaba a saber cómo estaban. - Dijo, me acerqué a él y recargué mi cabeza sobre su hombro, como si fuésemos toda una pareja.

Vi el brillo en los ojos de mi amiga, y supe que se estaba muriendo por gritar de la emoción.

-Te diría que excelente, pero viendo a mi amiga, creo que el significado de la palabra se sigue quedando corta. - Habló la pelirroja, yo me remití a negar con la cabeza aún viéndola. No podía evitar sonreír y no sabía exactamente si era de nervios o realmente por lo feliz que me sentía.

-Bueno, pues me alegra mucho que la palabra se quede corta. ¿Qué tal su día? - Me miró, al momento de tener su mirada en mí hice lo mismo, perdiéndome en ese precioso verde de sus ojos, aquellos ojos expresivos que me habían cautivado por completo desde la primera vez que los vi. Nuestras miradas se hicieron una sola y pude sentir como si el tiempo pasara cada vez más lento hasta casi detenerse, ahora sólo éramos él y yo. Él y yo, donde todo y todos habían desaparecido. Miré sus labios de manera algo indiscreta, se veían realmente deliciosos. Y quería comprobar si eso era cierto.

No podía creer lo que estaba pensando, por primera vez me desconocía a mí misma.

Está bien, hacía un par de semanas que nos mirábamos de forma discreta y al último un poco coquetos, pero apenas ayer había cruzado palabra con él, y ya estaba deseando besarlo.

Si seguía así, para la semana entrante ya estaría entregándole mi pureza y un mes más tarde, frente al altar y vestida de novia.

-Maravilloso, gracias por entrar en la vida de mi amiga. Toda su felicidad significa la mía. - Contestó Sophia con un tono de voz más alto, haciendo que ambos saliéramos de nuestro pequeño momento y yo apartara la vista, sintiendo el rubor subir a mis mejillas, de nuevo. - ¿O no _____? - Me miró con una sonrisa, una que sólo podía significar una cosa: estaba haciendo su mejor intento para de verdad no gritar de la emoción.

-Oh...sí, sí, claro...el día de hoy ha sido muy bueno, creo que en parte la sonrisa que le he regalado a todos es por la plática tan amena que tuvimos ayer, gracias Aidan. - Lo miré unos dos o tres segundos, no podía sostenerle la mirada luego de casi besarlo.

Esos cortísimos segundos me bastaron para ver como la sonrisa tan característica de él se formaba en sus labios.

Tenía que empezar a pensar con la cabeza y no con el corazón, ¡Pero Dios mío! ¿Eso era posible con un Dios caído en la tierra como él?

𝐏𝐞𝐫𝐣𝐮𝐫𝐢𝐨 (𝓐𝓲𝓭𝓪𝓷 𝓖𝓪𝓵𝓵𝓪𝓰𝓱𝓮𝓻) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora