SAN VALENTÍN

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Tras un domingo tranquilo de películas malas, conversaciones tontas y bastante sexo, comencé la semana de buen humor y con energías renovadas. Ni siquiera el entrenamiento resultó tan terrible, aunque puede que ya estuviera demasiado acostumbrado a esa rutina como para que me siguiera molestando. Así que al terminar y volver al coche pedí los cafés y repasé la agenda del día mientras el señor Jaeger me miraba fijamente, algo a lo que también me había acostumbrado después de tanto tiempo.

-Este viernes es San Valentín -le advertí sin apartar la mirada del móvil, donde ya tenía un archivo de la circular de Recursos Humanos sobre la celebración-. Decorarán la oficina, pero no se interrumpirá el horario laboral.

El señor Jaeger no cambió su expresión seria cuando preguntó:

-¿Vamos a tener que ponernos algo esta vez y sacarnos fotos?

Levanté la cabeza para mirarle, pero tardé un par de segundos mientras lo pensaba.

-No, no lo creo -respondí-. Aunque quizá el señor Lee tenga otra idea en mente.

Y no me equivocaba. La primera reunión del día con el departamento de Publicidad consistió en un repaso bastante intenso de las reacciones de la prensa a todo lo que había pasado con «la pareja del siglo» en la alfombra roja. Proyectaron imágenes, aunque algunas de ellas ya las habíamos visto cuando el domingo el señor Jaeger me había ordenado buscar algunos reportajes de la prensa online. Eren salía tan increíble como siempre, sonriente, con su elegante esmoquin y su pelo perfectamente recortado; y a su lado estaba Clara que, bueno, salía tan sonrojada, atontada y visiblemente incómoda como siempre. Tenía una forma de abrir los ojos delante de las cámaras que la hacía parecer como un cervatillo asustado y a punto de salir corriendo. Un tema que preocupaba bastante al señor Lee.

-Es encantador que la señorita Gómez sea un poco tímida, pero «un poco» -decía, señalando una vez más lo evidente-. Ya empieza a ser incómodo y raro para los espectadores.

El señor Lee reprodujo un pequeño vídeo de una de las numerosas entrevistas. El señor Jaeger respondía a las preguntas con su encanto de siempre, usando algunos extraños giros y expresiones que, juraría, me había copiado a mí. A su lado estaba Clara, sonrojada y visiblemente muy nerviosa. Cuando le hacía una pregunta a ella, abría los ojos y como que saltaba un poco el sitio. Le costaba mucho hablar y tartamudeaba, daba algún tipo de respuesta y después el señor Jaeger salía a su rescate con una risa preparada o un comentario que redirigiera la atención hacia él.

-Nadie quiere ver a una mujer sufriendo y pasándolo mal a su lado, señor Jaeger, después de todo, usted es el Soltero de Oro de la ciudad -continuó el señor Lee-. Quieren ver a una mujer feliz de estar a su lado y orgullosa de haberlo conseguido. Humilde, por supuesto -añadió deprisa por si se había explicado mal-, pero no insegura y asustada como si la hubieran arrastrado a la gala contra su voluntad.

El señor Lee dejó el silencio que siempre dejaba por si el señor Jaeger quería decir algo, pero Eren no dijo nada, escuchándole con su expresión seria de párpados algo caídos.

-¿Tiene algo planeado para San Valentín? -preguntó entonces. Tras otro breve silencio sin respuesta, el señor Lee continuó-: Sería maravilloso si pudiera usted organizar algo especial, algún tipo de cena sorpresa en un lugar inesperado. No en un restaurante como la gente normal, porque ustedes no son una pareja normal, son «la pareja del siglo». -El señor Lee fue lo suficiente inteligente para girar el rostro hacia mí y terminar diciendo-: El departamento tiene un par de ideas que quizá pueda valorar para la cena de San Valentín. Ya le he enviado toda la información a su ayudante.

Me enfrenté a su mirada de ojos oscuros y tampoco dije nada durante un par de segundos, porque sabía lo mucho que eso le jodía al señor Lee.

-Muy bien -le dije con tranquilidad y tono neutro, pero no miré el móvil hasta alcanzar de nuevo el despacho-. Una cena en su piso -le leí al señor Jaeger mientras este se desataba un poco la corbata.

Señor Jaeger - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora