EL ORGULLO IRLANDÉS

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—Lo de la chica, Clara, es por motivos de la empresa. Salen juntos, se sacan fotos y a la gente les encanta, tienen... tienen muchos fans —traté de explicarle, pero a cada palabra que decía, sonaba más y más estúpido—. No son pareja de verdad. Es solo una estrategia de marketing.

Isabel me escuchaba con expresión seria y asentía de vez en cuando, como si comprendiera a la perfección aquello.

—Entonces, ¿Eren no está fuera del armario? —me preguntó.

—Sí, sí lo está, pero es algo privado y es su decisión compartirlo o no con la prensa.

—Así que sale por ahí con esa chica, tienen cenas románticas y tú les sacas fotos y les acompañas a Francia.

Me tomé un momento antes de responder:

—Algo así.

—¿Y tú estás bien con eso, Levi?

—Sí —me costó un poco responder, solo un poco—. Sí —repetí, con un poco más de fuerza que antes—. Eren se esfuerza mucho por dejarme claro que yo soy su única pareja. Él me quiere mucho y se preocupa por mí —le dije con tono serio.

—Sé que te quiere, Levi —afirmó mi hermana—. Hay que estar ciego para no darse cuenta de la adoración con la que te mira algunas veces.

Una pequeña sonrisa se deslizó por mis labios y me sentí un poco avergonzado por oír aquello de labios de mi hermana.

—Y sin duda te... cuida bastante —añadió, señalando mi ropa de marca y mi carísimo rolex—, pero, o has cambiado mucho tus gustos en hombres, o no entiendo qué le ves tú a Eren. Es muy guapo, alto y tiene un cuerpo maravilloso —asintió antes de que pudiera responder—, eso no te lo niego; pero en el resto... no se parece en nada a lo que solía atraerte tanto.

—Eren es bastante gracioso.

—No es gracioso —respondió rápidamente mi hermana.

—No aquí —acepté, porque el señor Jaeger no había mostrado su mejor cara en su estancia en la casa—, es un poco... serio al principio.

Mi hermana fumó otra calada y se quedó mirándome con sus cejas rojizas un poco apretadas.

—¿Un poco? —terminó preguntando—. Puedo contar con los dedos de las manos las veces que le he oído hablar con alguien que no seas tú.

—Aidan tampoco habla mucho —contraataqué yo.

—No metas a Aidan en esto —me advirtió ella, señalándome con la mano con la que sostenía el cigarrillo—. Sabes que papá lo tiene atemorizado. —Puso una mueca de molestia y después agitó la cabeza —. Oye, Levi. Si a ti te gusta Eren, sabes que te apoyaré, pero me ha decepcionado mucho conocerle en persona. No es gracioso, no es divertido, no es humilde, tampoco parece especialmente inteligente ni interesante. Solo es guapo y tiene dinero —Isabel resopló, como si eso fuera algo que ni siquiera hubiera que tener en cuenta—. Si te soy sincera, no es la clase de hombre que creía que traerías a dormir a casa algún día.

Sentí una mezcla de emociones debido a aquellas palabras; la primera fue incredulidad; la segunda, rabia; la tercera, tristeza; y la cuarta, ansiedad.

—Tú no le conoces, Isabel —murmuré, tratando con todas mis fuerzas que mi voz no se quebrara tras cada palabra.

Ella soltó el humo hacia un lado y bajó la mirada.

—Puede que tengas razón —respondió, consciente de la humedad que empañaban mis ojos y de que todo aquello no me había sentado nada bien. Que alguien que me conociera tanto como mi hermana me dijera esas cosas de Eren... no era agradable—. Quizá solo haya sido una primera impresión mía, perdona.

Señor Jaeger - EreriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora