La llegada de los lobos a Seabrook cambiará todo para los humanos y zombies.
Pero... también habrán cambios, para uno de esos seres feroces y salvajes.
NOTA: Digamos que está terminada por ahora. En caso de que mi cerebro me de algo para abarcar la...
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Ella trató de resistirse durante un rato, pero en el momento en que salimos de la preparatoria, ya no dijo nada. Tal vez algún "si nos ven, vamos a estar en problemas", pero nada más. Al final terminó aceptando que iba a ir conmigo y que mi agilidad lobo era suficiente para mantenernos escondidos, si ella colaboraba. Tuve algunos minutos de calma, hasta que vio lo que planeaba. En ese instante volvió a refutar.
— ¿El bosque? No. Oye... no. Ya te seguí el juego al no entrar a clase, pero ir al bosque es demasiado. —dijo en cuanto llegamos mientras hacía fuerza para que no avanzara. Claro que no tenía suficiente fuerza para detenerme, pero yo prefería ceder ante sus esfuerzos, en lugar de forcejear. Así evitaba lastimarla.
— ¿Entonces vas a volver a la preparatoria y aceptar tu castigo? —ella miró alrededor con duda.— Ay, vamos. Ya estamos aquí.
— ¿Si recuerdas el nombre? Es el bosque prohibido. Prohibido. —enfatizó.
— Sí y creo entender que le pusieron así por los lobos. Irás con uno, así que estarás bien. No pasará nada.
— Wyatt... —comenzaba a desesperarme, en serio.
— Skyler, entiendo que todo en Seabrook es... ser chicos buenos y esas cosas, pero hay todo un mundo a fuera que te estás perdiendo solo por el miedo a lo desconocido. ¿Qué no te has dado cuenta? Todo lo que sabes del mundo real está limitado por Seabrook...
— La última vez que entré en ese bosque, un hombre lobo amenazó con "encargarse" de mí. —aquí íbamos de nuevo.
— Creí que eso ya estaba en el pasado. —ella solo se encogió de hombros, pero su mirada se mantuvo firme. Algo pasaba con ella, no estaba del qué, pero la forma en la que me hablaba no era la misma. No lo entendía, ¿qué cambió en solo un par de días? Antes del ensayo de animadores todo estaba bien... ¿Tal vez era por no decirle el por qué la... traté así cuando nos conocimos? No se me hacía lógico, incluso se despidió de mí sonriendo cuando eso pasó, pero no había otra explicación.— Mira, sé que hay cosas que no entiendes y que no puedo explicarte, pero... créeme que no quiero lastimarte. —la forma en la que desvió la mirada confirmó que algo había pasado, muy probablemente relacionado a lo que sabía... de mí. Eso era. No podía hablarle de todo lo que pasaba alrededor de la piedra lunar, pero sí podía mostrarle la verdad de los lobos.— Cuando hablamos antes del ensayo mencionaste algo que ya sabía...
— ¿Lo de las bestias salvajes con afiladas garras? —asentí. En otras circunstancias, el miedo que imponía esa forma de llamarnos me hubiera gustado, pero no viniendo de ella.— ¿Eso qué tiene que ver con me trajeras aquí?
