La Boda Negra y Rosa

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Cuando ambas novias irrumpieron en la sala, las miradas y las copas se alzaron hacia ellas, ambas novias sintieron la presión de la sala venirse sobre de ellas, la mano firme de sus madres en sus espaldas glas guiaron hasta la mesa principal y, cuando al fin hubieron tomado sus lugares en el centro de la mesa, en la posición más importante de la sala del homenaje, la sala pareció, solo por un instante quedar en absoluto silencio.

Solo sus latidos resonaban con fuerza en las paredes de aquella amplia sala, la presión de un corazón palpitante las estrujaba a cada latido, los ojos en la multitud se tornaron amarillos y pronto las sonrisas se volvieron macabras apariciones.

Sin embargo, antes tarde que temprano, la voz de sus madres, como un trueno ensordecedor, rasgo el pesado silencio de la sala, y trajo de vuelta el sonido al mundo.

"Es nuestro placer presentarles a Enid y Merlina, esta vez, como esposas" Ambas dieron un pequeño empujón a sus hijas que las termino por poner una frente a la otra.

Pronto, recordaron el pequeño regalo envuelto en seda, que se había mantenido entre sus manos desde antes de irrumpir en aquella sala. Ambas se dieron una pequeña mirada, Enid sonrió avergonzada mientras Merlina intentaba no perder el contacto visual con la rubia.

Ambas extendieron el brazo, las bebidas y los gritos aumentaron al momento que la música volvía a sonar con fuerza en la sala; ahora era oficial.

Ambas abrieron cuidadosamente los paquetes, encontrándose con un par de aretes que combinaban perfecto con el vestido de la otra, era claro, que sus madres los habían escogido con anterioridad. Ambos pendientes tenían la misma forma, como era costumbre, sin embargo, los aretes de Enid eran brillantes como el latón, mientras que los de Merlina eran de un rojo intenso, ambas se los colocaron, sabiendo que oficialmente, se habían convertido en esposas, y que aquel juramento duraría el resto de sus días sobre la tierra.

- ¿Y qué esperan?, necesitan bailar, todos saben que un matrimonio debe empezar con un baile- El padre de Merlina se había ganado una mirada de agradecimiento de la rubia y, una mirada asesina por parte de su primogénita. Sin embargo, cuando los músicos cambiaron la tonada, ambas se vieron rápidamente rodeadas en un pequeño círculo por otras parejas listas para seguirles el paso a las ahora señoras del castillo.

El acordeón comenzó a tararear lentamente una sonata que infundio la sala de un sentimiento parecido al que da cuando el atardecer te susurra al oído que mañana volverá a salir el sol, una fe y una esperanza en el futuro, que tanto necesitaba el reino ahora; las llamas de la chimenea agitaban sombras sobre las caras de ambas chicas que se miraba como en un trance de lo más profundo, ambas, unieron sus antebrazos y comenzaron a girar acompañando la melodía del acordeón, pronto el compás comenzó a acelerar al igual que sus movimientos.

Confiando una en la otra, sus movimientos se sincronizaron al igual que sus manos, comenzaron a girar en el salón al compás de la canción, las demás parejas a su alrededor se unieron entre gritos de festejo y un olor penetrante a cerveza que infundía el ambiente. Las sombras de ambas novias, se movían como sombras chinas sobre la pared, contando una historia encriptada en las paredes del castillo; ambas parecían bailar a un ritmo mucho más salvaje y natural, creciendo poco a poco hasta que al final – sus sombras- parecieron mezclarse con el resto de las sombras.

Enid mirada a Merlina sonriente mientras su cara comenzaba a brillar a causa del sudor, Merlina, contra todo instinto sonrió, e incluso pareció soltar una risa de alegría que fue ahogada por el barullo de la fiesta y el fuerte sonido de los instrumentos. Ambas bailaron intensamente mientras parecían olvidarse de los demás, los pies ardían de felicidad mientras transcurría su primer baile, por un momento solo ellas estaban compartiendo aquel momento; cuando la canción se acercaba a su clímax, ambas apresuraron el paso, los zapatos habían desaparecido hace ya varias notas y sus pies descalzos, dibujaban sobre las baldosas del castillo un garabato que solo las diosas podrían haber interpretado, con la respiración agitada, una gran sonrisa en el rostro y con el cuerpo empapado de sudor, la música finalmente ceso, un ramo de flores voló hacia las novias, las rosas negras fueron capturadas por Enid quien las olio y quedo sorprendida del dulce aroma que estas despedían, acto seguido, recorto la distancia entre la pelinegra y ella para presionar sus labios firmemente sobre los de su ahora esposa, Merlina respondió el gesto acortando aún más la distancia al colocar su mano en el mentón de la rubia. Algo extraño paso por su cabeza en ese momento, el corazón de ambas estaba agitado, por suerte, el éxtasis del baile supo ocultarlo bien.

Wenclair || La Leyenda del Caballero Negro y la Princesa de MontsoriuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora