Una boda para un funeral

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La historia era simple, Hyde, fue emboscado en la frontera del reino por los barbaros, sus fuerzas- diezmadas por meses de asedio en una fortaleza al norte – rindieron el fortín, los barbaros asesinaron a sus fuerzas, saquearon las armas que se encontraban en su interior, mataron a los caballos, y hasta donde la Casa del Cazador había compartido, Hyde había muerto en batalla. Reconocido por su armadura, su corazón había sido extraído – o al menos así lo menciono uno de sus sirvientes por una moneda de plata –

De vuelta en su recamara, Merlina no dejaba de darle vueltas al asunto; cierto era que su compromiso con Hyde había sido invalidado en el momento en que fue derrotado, pero el reemplazo – Enid - no era para nada un reemplazo adecuado.

Las diosas debían estarle jugando una broma cruel; el falso funeral, fue hermoso - a pesar de la falta de un cuerpo – después de todo, el verdadero funeral había sido hacía dos meses en el castillo de Hohenzollern, lo de anoche había sido simplemente un servicio representativo, para hacer concertar un nuevo compromiso que uniera a las casas.

La mañana siguiente al servicio fúnebre, los jefes de ambas casas se habían encerrado en la sala del homenaje a concertar el nuevo matrimonio, Merlina había tenido la oportunidad de ver a Enid sin su vestido fúnebre y lo que vio no le gusto.

A pesar de que pasearon por los muros del castillo toda la mañana – a modo de cortejo – era claro que nadie sabía quién cortejaba a quien – ninguna había esperado encontrarse en una situación así – el vestido blanco de Enid, a pesar de resaltar mejor la figura de la rubia, así como sus bellas facciones, le pareció chillón y molesto a Merlina, ninguna hablo durante los 40 minutos que recorrieron el castillo, se lanzaron pequeñas miradas, como imaginando que les depararía el destino si sus manos quedaban prometidas, ambas miraron el horizonte, las planicies al pie de la pequeña montaña repletas de flores, las montañas a lo lejos, y ambas parecían más bien resignadas a sacrificarse por el bien de sus familias a una vida matrimonial que ciertamente, resultaría insulsa y agobiante.

Pero su matrimonio, sería – en términos políticos – un matrimonio muy fuerte; ambas estaban conscientes de ello, era difícil, y ambas, podían sentir la espada de Damocles colgada sobre sus cabezas.

X

Enid se encontraba desconcertada, cuando había llegado a las faldas de la montaña y había visto los extensos campos florales con los tulipanes, los rosales, las violetas y la variedad de flores– más de las que podía nombrar – había pensado que el castillo de Montsoriu sería un poco parecido a Hohenzollern.

Lleno de estanques en el interior, jardines y probablemente adornado de fuentes, pero lo cierto era, que la visión al acercarse por el estrecho sendero que a travesaba el denso bosque en las faldas de la montaña le habían hecho ver lo contrario, el castillo – significativamente más pequeño – era más una fortaleza que un castillo, claro, estaba creado así; Hohenzollern se encontraba en una planicie, los estanques alrededor del castillo, le eran de suficiente protección, y sus anchos y largos muros habían sido creados para aguantar cualquier ataque, por otro lado Montsoriu aprovechaba su entorno para defenderse.

El castillo construido montaña arriba, estaba en su mayoría compuesto de escalones que terminaban en ratoneras y curvas cerradas, pensado totalmente para la defensa y para ser el hogar de las tropas de la región, pero poco o nada de espacio quedaba para un mercado, jardines o siquiera una plaza pequeña. Lo más que noto Enid – que podía pasar por un lugar de esparcimiento - fue un pequeño jardín al pasar la entrada principal, pero parecía estar completamente marchito, además de tener algunas tumbas empotradas contra uno de los muros interiores. Sin duda, el lugar daba señales de que algún sádico lo había construido.

Enid odiaba la forma en que Merlina la observaba, mientras la espiaba en su paseo matutino, pudo notar – por el rabillo del ojo - que las miradas que le profería la pelinegra eran de desagrado, quizás aquello era un error, quizás a ella no le gustaban las mujeres, quizá ella no fuera suficiente, quizás, quizás...

Wenclair || La Leyenda del Caballero Negro y la Princesa de MontsoriuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora