Finalmente, a solas en la habitación, sus miradas se encontraron en un silencio cargado de deseos contenidos. El ambiente se volvió denso, con sus respiraciones entrecortadas revelando la anticipación que se había construido entre ellas. Merlina sabía que si dejaba la iniciativa en manos de Enid nada ocurriría aquella noche, sin embargo, al ver los ojos de la rubia, esperaba no dejarse llevar y asustar a su nueva esposa, aquello era nuevo para ambas y, aunque el miedo las invadía la expectación de aquella noche había sido en lo único que habían podido pensar en las últimas horas.
Merlina tomo el primer paso desabrochándose los botones del vestido el cual finalmente se precipito sobre el suelo, Enid, quien miro a Merlina en nada más que paños menores no pudo evitar sonrojarse; la rubia estaba alcanzando los botones de su propio vestido cuando Merlina detuvo aquella acción con su mano – Aun no Enid- la sonrisa que Merlina tenia impresa en su rostro era completamente diferente a todas las expresiones que Enid conocía hasta ahora de Merlina, pero el rubor en las mejillas de la pelinegra, le dejaron saber que el alcohol había logrado remover por lo menos una capa de la gruesa mascara con la que Merlina se enfrentaba al mundo.
Después de detener su mano, Merlina prosiguió a sentar a Enid en la cama, sus labios habían comenzado a chocar los unos contra los otros mientras que Merlina buscaba las zonas débiles de la rubia, casi completamente recostada sobre ella, Merlina observo aquella imagen, Enid completamente roja y agitada, anhelaba los labios de la pelinegra sobre los suyos, Merlina, se divertía dándole besos muy intensos a la rubia que de pronto interrumpía solo para poder ver la cara de vergüenza y desesperación de la rubia.
Enid comenzó a sentir los labios de Merlina recorrer su cuello y aproximarse lentamente a sus orejas, mientras que las manos de la pelinegra, poco a poco, comenzaban a husmear bajo la falda de su vestido; cuando la rubia sintió la mano de Merlina alrededor de su sexo, jugando sin llegar a tocarla de lleno, la rubia comenzó a desesperarse y sentir demasiada frustración de no poder sentir la mano de Merlina sobre ella. –Por favor Merlina, ya no aguanto – aquella frase hizo que Merlina la mirara directo a los ojos con una sonrisa llena de lujuria.
Merlina comenzó a bajar, hasta enterrar su cara bajo la falda de Enid, lentamente comenzó a chupar sobre la tela que cubría el sexo de la rubia, provocando en ella gemidos esporádicos seguidos de contracciones involuntarias, Enid puso la mano sobre la cabeza de la pelinegra intentando reducir aún más la distancia entre ellas. Enid quería más, pero sabía, que en ese momento ella no era la que tenía el control, aquel pensamiento, la hizo empapar aún más de lo que Merlina ya había logrado conseguir.
Pronto, Merlina retiro su boca de aquella zona erógena para dedicarle un largo beso a la rubia, quien se vio invadida por el olor y sabor de su propio sexo, un beso, que la rubia disfruto de sobremanera.
Los botones finalmente fueron desabrochados para dejar a Enid en nada más que paños menores, Merlina sentada sobre el abdomen de la rubia comenzó a retirarse la poca tela que le quedaba, ahí de frente a su nueva esposa, estaba una vez más completamente expuesta, la rubia no pudo soportar más e incorporándose comenzó a lamer y chupar los pechos de Merlina, la pelinegra tomada por sorpresa no pudo más que aceptar las caricias mientras sentía su propio sexo comenzar a humedecerse, más pronto que tarde, ambas se encontraban desnudas una sobre la otra, besándose y acariciándose suavemente.
Las manos de ambas se dirigieron al sexo de la otra - los movimientos rápidos y fuertes- comenzaron a provocar en ambas, gemidos de diferentes tonalidades que se mezclaban para crear una orquesta erótica que hubiera hecho sonrojar a la misma afrodita.
En cierto momento Enid no pudo continuar con las caricias mientras su mente se entregaba completamente al placer de las caricias de Merlina, quien había vuelto a bajar a su sexo, alternando perfectamente el uso de su boca y sus manos, Enid no podía pensar con claridad, los sonidos húmedos que aquel frotamiento producía la hacían querer morir de vergüenza, pero el placer era mayor y, aquellas sensaciones eclipsaban completamente cualquier otra cosa que no fueran las caricias de la pelinegra, pronto una intensa sensación recorrió el cuerpo de Enid, había tenido un orgasmo, aquella sensación, nublo completamente la mente de la rubia mientras su cuerpo le entregaba olas y olas de placer, lo que hizo que la chica tensara completamente el cuerpo mientras su mente parecía quedar en blanco por un momento; la rubia pensó que aquello seria todo, pero la pelinegra volvió al ataque enseguida, sin dejar descansar a Enid.
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Wenclair || La Leyenda del Caballero Negro y la Princesa de Montsoriu
RomanceHace más de 500 años, un reino en tiempos de bárbaros, estaba al borde del colapso, dos grandes casas unirán ha sus herederos en busca de prevalecer, sin embargo, los eventos que desencadenara esta unión serán caóticos, extraños y sobre todo de un...