LA GUERRA

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Merlina se encontró rápidamente rodeada por una melena rubia y unos brazos que la sujetaban fuertemente, el aroma de Enid rápidamente fue diferenciado por su nariz como algo distinto al penetrante olor a hierbas que había en aquella habitación.

-Te extrañe- susurro llorosa Enid mientras colocaba suavemente sus labios contra los de su esposa.

-Yo también; ¿Qué paso? - cuestiono finalmente Merlina, sin entender muy bien que era lo que había visto o el porqué de sus visiones.

-Un hechicero, eso fue lo que paso- escupió rudamente la anciana mientras se acercaba rápidamente a la pelinegra.

- ¿¡Y usted quien es!?-

- ¡Calla querida, déjame revisarte! – la anciana sujetaba fuertemente su barbilla y la movía levemente como tratando de ver dentro de su cabeza a través de sus ojos, buscando algo que ya no estaba ahí. - ¡BIEN! - sentencio finalmente y comenzó a rebuscar en unas alacenas algo que parecía haber adquirido una gran importancia.

Ambas chicas se miraron con curiosidad esperando alguna explicación que nunca llego, preguntando finalmente - ¿Nos podría decir que era lo que tenía mi esposa? - la anciana pareció petrificarse al escuchar la palabra esposa.

- ¿Están casadas? - pregunto lentamente mientras apretaba una bolsita de tela contra su pecho.

-Así es; somos las nuevas herederas del próximo gran feudo del reino- dijo Merlina, como esperando que la anciana tomara en cuenta quienes eran las que estaban en su choza, pero la anciana solo parecía conmovida de escuchar de su matrimonio.

-Bueno, me alegro, eso las ayudara, probablemente, ese lazo fue el que salvo a tu esposa de morir- dijo mientras extendía sobre una pequeña mesita de té, varios objetos que parecían hechos de plata.

-Pero no entiendo, ¿Qué fue lo que me paso? –

La anciana suspiro fuertemente y finalmente comenzó su larga explicación:

"Un hechicero ha llegado a estas tierras, y busca destruir no solo al reino, pero el equilibrio que las diosas tienen impuesto sobre el mundo; seguramente esto ya te había ocurrido hija mía, pero en menor medida, quizás confundidas tus visiones con simples pesadillas, pero lo cierto es, que tu familia tiene una gran conexión con el mundo terrenal, el espiritual y con los canales que las unen, esto, te permite ver cosas que otras personas no puede, el hecho de que este hechicero te haya estado usado como canal, quiere decir que aún no es lo suficientemente fuerte para atraer las almas de los muertos del mundo espiritual al terrenal por el mismo, pero si lo que tu esposa me dijo es cierto, el hecho de que hayas estado casi un mes entero con estos síntomas, significa que un gran número de almas fueron arrancadas del inframundo. Y que algo terrible ocurrió, no te equivoques, lo que viste, era real, no eran simples apariciones provocadas por la fiebre, algo ha roto el balance en el mundo, y ustedes dos; lamentablemente se encuentran en medio."

- ¿Qué puedo hacer para protegerla? - grito exaltada Enid mientras se ponía de pie.

La anciana le ofreció una mirada de compasión, y la dirigió nuevamente hacia el suelo, Merlina, se sorprendió al oír aquellas palabras abandonar la boca de la rubia, ella no pidió auxilio por su reino, el feudo, o por sus linajes, su única preocupación era Merlina, ¿Tendría ella dentro de si los mismos sentimientos? No quería, ni podía imaginar a Enid en una situación de peligro, pero probablemente aquello fuera muestra de que era cierto, Enid, era algo por lo que valía la pena luchar.

La anciana metió la mano en la bolsita de tela y saco una triqueta – Esto debería ayudar con la magia obscura- el collar, brillaba fuertemente, y a Merlina le pareció una adquisición algo interesante- Ahora bien, una lectura- resolvió la anciana.

La anciana volvió a buscar dentro de la bolsa, y esta vez arrojo varios huesos pequeños sobre la mesita de té. –Ustedes don, deberán pelear juntas, o ninguna se salvará, en estos momentos, el hombre que les regalo esas espadas y su mujer, ya deben estar muertos, y su feudo destruido, la pelea deberá ser en el norte, si llegan al castillo todo acabara- ambas miraron los huesos sin lograr encontrar en ellos las respuestas que la anciana pronunciaba; pero seguras de ellas –Deben apresurarse, si es que quieren llegar a tiempo- ambas agradecieron por la ayuda y salieron de la tienda extraña de la anciana.

-Disculpe- cuando Merlina volteo una vez más, para buscar interrogar a la anciana sobre un pensamiento que la había mantenido despierta desde su noche de bodas, la tienda había desaparecido del camino.

Los guardias que habían estado esperando fuera de la tienda brincaron sobresaltados al ver como de un momento a otro, la tienda parecía haber desaparecido frente a sus ojos.

-Descuida, suele pasar- dijo Enid, aunque no podía evitar sentirse nerviosa de ver la tienda desaparecer frente a sus ojos.

La anciana estaba terminando su te, cuando decidió salir de su tienda, frente a ella, el gran campo de flores se mecía levemente a causa del viento, cogió un pequeño ramo de rosas negras y comenzó a caminar hacia las ruinas de un castillo. Subió las escaleras lentamente, consiente de cada paso y de cada loza que sus pies presionaban, cuando llegó al pequeño jardín interior, las dejo junto a una tumba adornada con un par de floretes que se levantaban apuntando al cielo formando una X; - quizás sea diferente querida, parece que lograron convencerte de la boda antes de tiempo esta vez- la anciana limpio el moho que se había formado sobre el nombre de la tumba, para después soltarse a llorar- Aún espero que regreses Merlina- Enid saco de un bolsillo los aretes rojos que le había regalado a Merlina la noche de su boda, al acariciarlos sentía que el alma de Merlina la acariciaba a ella, la sentía en el aire que respiraba, en la brisa, un cálido abrazo parecía cernirse sobre ella, mientras el viento le susurraba algo nuevo, una nueva historia. 

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⏰ Última actualización: Aug 28 ⏰

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Wenclair || La Leyenda del Caballero Negro y la Princesa de MontsoriuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora