Atrición

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Los humanos... Son impulsivos, eso lo saben las estrellas, casi nunca meditan sobre lo que hacen, las consecuencias son su castigo. Muchas veces Jin Ling los vió llorar precisamente por las elecciones que tomaron sin antes pensar... Las estrellas no pasaban por eso, no se arrepentían de nada.

Y ahora era humano, ahora deseaba estar en el receso de las nubes, descansando sin hacer nada, con algo de comida insabora pero decente, llenándose los pulmones del aroma a incienso, haber ido de viaje era la peor cosa que se le pudo ocurrir, ¡Un castigo inmerecido por parte del universo!
-Hacia el... Norte... -Señaló Wei Ying y su brújula que giraba a todos lados era movida de un lado a otro
-¿Ya llegamos?-Preguntó Jingyi
-No-Gruñó Jiang Cheng
-¿Ya vamos a llegar? -Insistió encorvado, como si el peso de su mochila fuera demasiado
-No-Respondió el de túnicas moradas con más irritación
-¿Falta mucho? -Volvió a preguntar el Lan y Jin Ling así como Sizhui exhalaron mirando al costado
-Sí -Señaló Wanyin apretando a Zidian entre sus dedos
-¿Por qué hay tantas subidas? -Cuestionó cambiando la pregunta
-Es una montaña -Siseó el Jiang
-¿Y por qué estamos subiendo si al final vamos a bajar? ¿No es mejor rodearla? -Insistió como si acabará de regresar a los 3 años dónde no dejaba de cuestionar todo
-No-Farfulló el de túnicas moradas tomando aire fuertemente
-¿Y dónde dormiremos? -Jingyi miraba a todas partes, agarraba todo lo que veía y no se detenía
-En la cima -Jiang Cheng deseó por un momento amarrar a su hijo desde la boca hasta los pies y arrastrarlo cuesta arriba... Bueno podía hacerlo, era su papá...
-¿No es mejor si bajamos la montaña?... En un libro del tío Qiren decía que acortar el tiempo de un viaje es mejor para tener reserva de las provisiones...
-¡Lan Xichen es tu turno! -Le gritó el Jiang adelantando el paso a su esposo que sonrió asintiendo.

Jin Ling golpeó su rostro por décimoquinta vez, sus ya enrojecidas mejillas y frente no eran solamente por el calor, también los constantes ataques de los mosquitos, enarcó una ceja, Sizhui no tenía una gota de sudor, una sola picadura, tan fresco como una lechuga. También se arrepentía de no tomar la oferta cuando le dijo que ayudaría con su equipaje, era bastante vergonzoso en sí que el mayor hubiera pasado casi tres horas abrazándolo bajo la tormenta. Aún tenía aroma a Lan -incienso, libros viejos y hierbas-.

Lo peor era que cuando dejaron de gritar debido a las risas histéricas y burlonas de Wei Wuxian, sin nada de qué hablar y con la copiosa lluvia cayendo mientras los relámpagos terminaban de quitarles la poca esperanza de vida que sentían que tenían, apretado así contra el pecho ajeno levantó la cara y pudo ver la expresión de Sizhui, estaba alerta, además de empapado, no habían caminado mucho cuando comenzó el vendaval, sin más refugio que unas pequeñas aberturas en lo que sería una especie de montaña pequeña tuvieron que esperar ahí.

Las gotas de agua escurrían por su mejilla y el cabello negro como la misma noche, por el frío el vaho de su aliento llamó la atención del Jin que miró sus labios, no había estado tan cerca desde su pequeña pelea en la biblioteca, cuando menos se lo esperó tragó pesado... Su garganta se había secado por alguna razón, el más alto le miró y con gesto protector le abrazó más fuerte, quizá y que bueno, creyó que estaba asustado.

Ahora mismo esos labios que no tenían una sola grieta le llamaban la atención otra vez y... Casi se tropieza, se golpeó con ambas palmas las mejillas. Sizhui le miró con sorpresa.

-Malditos moscos -Gruñó el Jin y el otro sonrió ¡No! Eso solo era peor pensó el castaño.
-Es hora de comer -Llamó Wei Wuxian

Instalaron un muy pequeño, en realidad los jóvenes poco sabían de hacer una fogata, reunieron todo el conocimiento que los libros les dieron, los adultos los veían colocar piedras, maderas y... Jingyi se agachó con un par de rocas para tallarlas, Wei Ying enarcó una ceja y Jiang Cheng le hizo una seña, parecía divertido.

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