Nada es lo que parece

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- Solo un ratito...- insistió Enid sujetando con una mano las muñecas de la pelinegra sobre su cabeza, inmovilizándole sobre la cama.

Wednesday cedió, pérdida en sensación de las garras que se cerraron alrededor de su yugular, tanteando la piel con cuidado al tiempo que la rubia deslizaba su lengua en su boca. Addams la recibió sin protesta, chupando la lengua de la loba y moviéndose para apretar su cuerpo contra el de Enid. Si ella pudiese definirse de alguna manera, utilizaría la palabra esclava, pues ella no era más que una esclava dispuesta de aquellos labios que atrapaban los suyos.

- Fester nos está esperando...- jadeó la vidente cuando por un momento su consciencia se aclaró.

- Mmm...diez minutos...- replicó la loba apretando la mano alrededor de su yugular.

La respiración se le cortó por un segundo, y lágrimas se amontonaron en sus ojos. Una sonrisa curvó sus labios al tiempo que Enid relajaba el agarre y le instaba con su mano libre a desaparecer un espacio entre ellas que no existía. La vidente obedeció de inmediato, sintiendo la descarga de placer recorrer su columna cuando su novia volvió a apretar sobre su tráquea. Que estuviesen vestidas, y Enid no hubiese sacado sus brillantes ojos de los suyos sino para devorar sus labios la tenía en un hechizo. Los besos de la loba eran un paraíso que había necesitado sin saberlo.

Podría permanecer allí para siempre.

- Hermosa.- murmuró la ojiazul sobre su boca, atrapando el labio inferior de la pelinegra con delicadeza en lugar del desbordante deseo que había profesado minutos atrás.

Wednesday había liberado sus manos, y rodeando la nuca de su novia, hizo coincidir sus frentes. En ocasiones era difícil pensar que hace un año jamás habría pensado en compartir tales caricias con una persona. Jamás había pensado que no sólo podría tolerar el contacto físico si no que podría llegar a anhelarlo. Colocó un corto beso sobre la boca de Enid y empujándola con delicadeza escapó de la dulce prision que era estar bajo la loba. Sinclair se dejó caer pesadamente sobre las sábanas de satin, rodando sobre su espalda con un puchero adorable en sus labios.

- ¿Me comprarás una batida de fresa?- preguntó la rubia con una sonrisa.

Addams, acomodando su camisa, miró sobre su hombro. La sola idea de comprar algo que podría causarle diabetes a su novia le parecía una idea horrible, pero Enid sonreía y ella no podía decirle que no.

- Una pequeña.- advirtió.

- ¿Y si compartimos una?- inquirio la loba aproximándose, dando ligeros saltos antes de abrazarle por la espalda.

La vidente miró sobre su hombro, una mueca de horror en su rostro.

- No.- sentenció la pelinegra. 

Enid permaneció mirándole con ojitos de cachorra, dejándole saber que terminaría probando aquel líquido del demonio.

(...)

La cafetería de Ava era el lugar más colorido, alegre y horroroso que la joven Addams hubiese pisado en sus cortos años. El lugar destilaba calidez, tenían tantos dulces que Wednesday desconocía los nombres de algunos y las batidas sólo venían en tamaños que no deberían ser vendidos en ningún lugar. Enid amaba el lugar. Wednesday no podía evitar pensar que nunca había observado a su novia estar tan emocionada solo por comprar batida de fresa.

- Ven, siempre tomó la mesa junto a ventana de fondo. - indicó la rubia sujetándole firmemente de la mano y arrastrándole por el local. - Esa es Ava.

Ava era demasiado energética para su gusto. La mujer iba de un lado a otro cargando órdenes, repartiendo besos y anunciando que los diez minutos del café gratis estaban por concluir. Wednesday podía comprender porque Sinclair amaba visitar la cafetería. La mesa del fondo tenía una vista completa de la plaza y cuando se sentaron, los sillones rojos se hundieron bajo su peso. Eran cómodos, eso tenían a su favor.

A Tell of Woe  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora