Capitulo 7

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Seokjin

La muerte de Justine todavía me persigue a veces cuando cierro los ojos. El poder compartir un poco de mis sentimientos con Jungkook ha quitado parte del peso de su muerte que todavía llevo. Pasé por un extenso asesoramiento en los meses siguientes a su fallecimiento. Lo recuerdo como si hubiera pasado esta mañana. Recuerdo lo que yo llevaba puesto, lo que ella llevaba y lo que llevaba Spencer. Puedo decir palabra por palabra lo que nos dijimos el uno al otro. yo Puede recordar el momento exacto en que se apagó la luz en sus ojos y cayó hacia adelante, golpeando su cara en la mesa antes de caer de su silla al suelo. Sé qué hora era cuando sucedió y cómo estaba el clima afuera. Todo eso; por siempre grabado en mi cerebro.

—Está bien estar enojado, Seokjin. Está bien que te duela y dejar salir tus sentimientos. —La calmada voz de Jungkook me dijo desde el otro lado de la mesa.

Mis ojos se encuentran con sus ojos compasivos y encuentro consuelo en el hecho de que no parece importarle hablar de un tema tan morboso. Es curioso lo fácil que es abrirse a él. Debe ser el consejero que hay en él lo que me hace sentir tan cómodo.

—No es fácil perder a alguien que amas.

Trago con fuerza y sacudo la cabeza. —No, no, no lo es.

Jungkook se acerca a la mesa y me aprieta el antebrazo. Le doy una suave sonrisa agradecida. —Todo saldrá bien, lo prometo.

—Gracias, Jungkook. Te lo agradezco.

Mientras miro al otro lado de la mesa a un sonriente Jungkook, pienso nuevamente en cómo hay algo en el tipo que me hace sentir seguro y cómodo. Nunca me sentí juzgado o compadecido. Es un gran alivio encontrar finalmente un amigo que me escuche sin tratar de simpatizar, contándome sobre sí mismo y sus propias experiencias. No es que no me importen las cosas que pasan en la vida de otras personas, pero a veces eso no es lo que necesitas.

—¿Qué tal si vamos a jugar a los dardos mientras esperamos nuestra comida? —sugiere.

Estoy de acuerdo, así que los dos nos levantamos y nos dirigimos a la diana desocupada. Jungkook agarra los dardos azules y me da los rojos. Ambos vamos a pararnos detrás de la línea de cinta adhesiva en el piso.

—Sólo un aviso, apesto a los dardos —le digo.

Él se ríe. —Yo también.

Me rio y sacudo la cabeza. —Entonces, ¿por qué estamos jugando?

—Porque será divertidísimo.

Dejé que Jungkook fuera primero. El primer dardo sólo llega al tablero, el segundo aterriza casi directamente al lado del primero, y el tercero se atasca en la pared al lado del tablero. Ambos sonreímos cuando me acerco a la línea. Mi primer dardo golpea la pared por la parte superior del tablero, el siguiente se atasca en la pared por la parte inferior del tablero, y el tercero cae en la pared a la derecha del tablero.

Sacudo la cabeza con disgusto. —Eso es lamentable.

Jungkook se ríe mientras va y saca todos los dardos de la tabla y la pared. Se da la vuelta y me mira a los ojos mientras regresa. Puedo sentir mi cara sonrojada. ¿En serio me estoy sonrojando? ¿Y por qué? Los labios de Jungkook se curvan en una sonrisa maliciosa cuando me entrega mis dardos, y nuestros dedos se juntan, enviando una descarga de electricidad a mi brazo. Le entrecierro los ojos, preguntándome de qué se trató esa sonrisa y si él también sintió la sacudida.

—Tú vas primero esta vez —dice.

Refunfuño mientras me acerco a la línea y lanzo mis dardos. Esta vez, dos llegan al tablero. Es el turno de Jungkook. Deja que sus dardos vuelen en rápida sucesión. Para cuando me doy cuenta de que el primero golpeó la diana, el segundo y el tercero aterrizaron en el pequeño círculo rojo. Me doy vuelta para mirarlo fijamente, ahora entendiendo la astuta sonrisa.

Salvando una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora