cualquiera puede cazar un par de pájaros.

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Capitulo 1

Advertencia
Contenido fuerte para algunos lectores, no se lo tomen a la ligera. antes no tenía que decir esto, pero como están los tiempos es mejor eso antes de ser linchado.

Haciendo todo el ruido posible, raspo mis plumones contra la hoja con determinación. Mi padre se asoma para ver qué estaba haciendo, curioso por las travesuras de su pequeña hija de 5 años.

— Qué dibujas?—

Rayo y rayo con el color negro, no quiero dejar ni un solo detalle fuera en mi hoja.

—al mono malo— continué trazando con frustración.

Mi papá tomó el papel y lo miró sin entender nada, y yo no entendía por qué, si había plasmado todo con lujo de detalles en esa hoja.

—¿Un cuco? —

— sí. —

Él volvió a mirar la hoja, ahora más interesado.

— ¿Y qué te hace ese cuco? —

— se queda mirándome por la ventana toda la noche y me dice que salte por ahí para ir con él — expliqué.

—¿Por la ventana? Harto grande tu cuco entonces. — señaló recordándome que la ventana del segundo piso estaba muy alta para saltar e ir al jardín.

Busqué refugio en sus brazos, al borde de las lágrimas.

—Me da miedo, papi. Quizás él se llevó a mamá— confesé.

Mi padre me miró con compasión, comprendiendo mi inocencia. Me tomó en brazos y me llevó a ver su escopeta colgada en la pared, la misma que había usado para cazar todos los animales que adornaban nuestras paredes como trofeos, incluyendo mis dibujos que él mismo puso ahí, que también eran sus tesoros.

— no te va a hacer na. Tú papá lo va a sacar a puro escopetazo. —

—¿De verdad?— pregunté emocionada.

Era mi héroe.

Despierto y Los ojos se me encandilaron cuando la luz entró desde el otro lado de la puerta. Dos figuras uniformadas se quedaron paradas ahí y luego entraron. Encendieron la tenue luz de la ampolleta y se quedaron largos minutos en silencio mirando mi cuerpo en el suelo.

—Cabo Torres —se puso completamente erguido al escuchar su nombre.

—Mi sargento —su voz casi tembló.

—¿Por qué hay tanta sangre manchando el piso? —preguntó con dureza.

Hasta yo podía oír el ritmo acelerado de su corazón.

—Mi sargento... —apenas pudo terminar cuando el mayor reaccionó violentamente.

—¡Qué por qué hay tanta sangre en el piso, mierda! Mira, hasta mancharon las paredes.

—Mi sargento, solo se siguió el protocolo. Se realizó el interrogatorio y la soplona no habló, no dijo ni una sola palabra.

—Ya sé que no habló. Lo que te estoy pidiendo es que me expliques por qué está así. Mírala, parece una esponja, la presiono y sale sangre. — estaba que explotaba en colera — Yo di órdenes específicas, a Castillo no se le tocaba un pelo hasta que llegara el sargento Pradenas.

—Pero mi...

—¡Pero nada, mierda! ¿Ahora cómo le voy a entregar a esta cabrita? Mírala, lo que más les pedí era que le cuidaran la cara. ¿Te parece que este es el rostro delicado de una señorita? Ni una palabra. La vamos a dejar aquí hasta que esta niñita esté presentable y se la pasamos al sargento Praderas. Y cuento terminao.—

El Pacto Infame: Dios Nunca PierdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora