Una pequeña cita

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Brasil veía la puerta frente a sus ojos. Su cuerpo temblaba. Podía oír los latidos de su corazón en sus sienes. Nunca antes se había sentido tan nervioso.

Brasil: (Vamos Brasil, es solo la habitación de México. Solo vas a pedirle una cita. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Que mi invitación le resulte tan desagradable que ella me odie y no quiera saber nada de mí. Cálmate, eso no pasara, ¿verdad? Mejor la invito otro)

Antes de dar la vuelta la puerta se abre.

Mex: ¿Hm? Buenos días.

El rostro sonriente de la chica solo hace que su nerviosismo aumente.

Brasil: (Solo pídele una cita, solo pídele una cita)

Mex: ¿Hoola? ¿Se siente bien?

Brasil: ¡México!

Mex: ¡Mande!

Brasil: Yo... yo te quiero, si se puede, si tú quieres y no tienes mucho que hacer, pasar el día conmigo.

Mex: Eso de tener que hacer depende de usted. ¿Tenemos muchos pendientes hoy?

Brasil: Tienes, tienes razón. Soy tan tonto. Oh, no te dije buenos días. Buenos días. Y pues, no tenemos mucho trabajo hoy. Es un día perfecto y me gustaría que saliéramos. So-solo tú y yo. Si... si no quieres, está bien.

Mex:... ¡Me encantaría!

El corazón del verde amarela late como loco.

Brasil: (Ella es tan linda)

Mex: ¿Seguro que se siente bien?

Brasil: Vamos.

Cargando a la chica como princesa empieza a correr. Uruguay casi es arrollado.

Uruguay: ¿Eh? Brasil, tenemos que ver unos asuntos.

Brasil: Después.

Uruguay: ¿Qué dijiste como que después?- corre detrás del chico. México lo ve por encima del hombro de Brasil.

Llegan hasta la salida. Con rapidez Brasil sube a la chica a un caballo. Se acomoda él y agarra las riendas.

Brasil: Te quedas a cargo. ¡Arre!

El animal se aleja velozmente.

Uruguay: ¿Cómo qué? Ay, que se diviertan.- camina dentro de la casa derrotado.

A pesar de lo hermoso del paisaje a sus alrededor México no dejaba de mirar al chico que comandaba al caballo. Sus ojos que parecían brillar con la luz del sol, sus largas pestañas, la sonrisa que tiene en sus labios, los pequeños mechones que juguetean con el viento, todo le hace sentir la cara arder.

Mex: (Woah, él es tan...guapo)

Brasil: Ha, llegamos. Tu cara, ¿Te duele algo? ¿Tienes fiebre?

Mex: ¿Qué? No, estoy bien. ¿En dónde...? Wow.

Aquella estampa hace brillar los ojos de la tricolor. Es un lago tranquilo que parece brillar ante la luz del sol. Un leve viento acaricia el rostro de la chica.

Brasil: Descubrí este lugar poco después de llegar a esta provincia. Vengo aquí a relajarme. ¿Te gusta?

Mex: (Me trajo a un lugar importante para él...Haaa) Me encanta.

Brasil: Pero sabes, yo...olvide traer algo de comer. ¿Te gusta el pesado? No, que tonto me oí. Espera un momento, voy rápido al pueblo y conseguiré algo.

Mex: Me gusta el pescado. Qué tal si en lo que esta con eso yo voy a juntar algo de ramas para una fogata, la ocuparemos.

Brasil: Si- dice esto con un largo suspiro- es decir, si, es verdad. Gracias.

México va hacia los árboles.

Mex: Muy bien, ramas, ramas. Ala, hay muchos árboles frutales también. Cortare algunas.

En poco tiempo ya estaba en la punta de un árbol tratando de alcanzar una manzana.

Mex: Ven, ven aquí. Ya te, te tengo.

Al tomar la fruta la rama hace un crujido y empieza a caer. Algo evita su caída. Se ve sostenida en los brazos de Brasil.

Brasil: ¿Estas bien? Qué bueno que llegue a tiempo.

Mex: Si, estoy...Woah. – su mirada se posa en los pectorales del chico. Algunas gotas resbalan por su piel.

Mex: P—por... ¿Por qué no trae su ropa?

Brasil: ¿? Solo me quite la parte superior. Para poder sacar los peces.

Mex: ¿Cómo pesco sin caña?

Brasil: Con las manos. Aprendí mientras estaba en el ejército.

Mex: Con las manos. No sabía que había ido al ejército.

Brasil: Fue hace mucho tiempo, por mi enrolamiento voluntario.

Mex: Pensaba que los ricos estaban exentos.

Brasil: ¿Te doy la impresión de ser un niño rico o algo así?

Mex: Bueno, me compro así que yo... No, yo, seguiré buscando ramas.

Brasil solo ve como la chica se aleja rápidamente.

Unos minutos después ambos disfrutan de la comida.

Mex: mmm, está muy rico.

Brasil: México, yo, lo siento. Te compre como si fueras una cosa, un objeto... pero quiero que sepas que para mí nunca fue así. Eres lo más importante en mi vida y quiero que sepas que mis sentimientos son sinceros.

Mex: No tiene por qué disculparse. Cuando estaba en ese lugar yo ya había muerto. Solo esperaba que mi corazón dejara de latir y poder reunirme con mis padres nuevamente. Pero tú con tus cuidados, tu paciencia, tu amor, llenaste mi corazón y creaste en mí sentimientos que no conocía o que llegara a imaginar que existieran. Y quiero llegar a conocer más, descubrir y sentir todo, a tu lado.

Brasil: Oh, México.

La envuelve en sus brazos.

Brasil: Te amo tanto. ¿Puedo pedirte algo?

Mex: ¿Qué es?

Brasil: Yo...

Una pequeña ave revolotea alrededor de ambos. Se posa en la cabeza de México.

Mex: ¡¿Ya viste?! El pequeño pajarito se quedó en mi cabeza. Nunca antes me había pasado algo igual.

Pero el ver al rostro del chico este tiene una mirada sorprendida pero sobre todo asustada.

Brasil: Hay que regresar a casa, ahora.

Nadie como túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora