Nuestro final feliz

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 Un silbido sale desde la tetera que está en el fuego. Con mucho cuidado el líquido caliente de su interior es colocado en una bella taza. También sobre la bandeja hay un plato tapado y un pequeño jarrón con flores.

México sonríe satisfecha. Comienza a caminar por el pasillo.

La tricolor se ha percatado de la tensión por la que está atravesando Brasil desde que llegaron al palacio. En especial cuando se relaciona de manera directa con su padre, el emperador.

Mex: (Se nota que la relación de Brasil y su padre no es muy buena, me gustaría que intentara arreglar las cosas. Después de todo son familia. Le tratare de convencer durante la comida. Cocine sus cosas favoritas.)- una gran sonrisa se dibuja en su rostro.

Los arcos del pasillo muestran los jardines. Son una belleza para los ojos con sus rosales y magnificas fuentes.

Un trio de mujeres platican.

Mujer1: ¿Ya vieron al príncipe Brasil? Esta mucho más guapo que la última vez que estuvo aquí.

Al escuchar el nombre del Brasil México se oculta detrás de un pilar.

Mujer2: Guapo y fuerte. Las princesas van a empezar a desfilarle delante para intentar atraparlo.

Mujer3: Pero, ¿se dieron cuenta de la chica con la que llego?

Mujer1: Si. Sus modales, su porte. Todo ella parece tan...corriente. ¿De dónde la habrá sacado?

Mujer2: Escuche que es su protegida.

Mujer3: ¿Su protegida? Seguro le conseguirán un buen marido. Con un noble o algo parecido. Que suerte tienen algunas.

Mujer2: ¿Se imaginan que quisiera casarse con el príncipe?

Mujer1: Jaja, que gracioso. Esa jamás podría ser esposa de un príncipe. Ni siquiera de un noble. Lo máximo que podría aspirar será a ser esposa del panadero o algún mozo.

Mujer3: Casarse con el príncipe. Si se casara con el ella pasaría a ser la emperatriz. ¿Qué clase de emperatriz seria? Ella es casi salvaje.

Mujer1: Si, sería la vergüenza para la casa real.

Las mujeres se alejan del jardín riendo entre ellas. Solo el ruido de los pájaros se escucha.

México aprieta sus puños.

Mex: A quien.... ¡¿A quién le dijeron salvaje?! Debería...ahh, no importa. Tienen razón.

Angola: ¿Qué es eso de que tienen razón?, yummy comida. – el bicolor toma la bandeja que la tricolor lleva.

Mex: Whoa! Angola, me asustaste. ¿Dónde has estado? Casi no te he visto.

Angola: Ni me recuerdes. Esto de la organización del baile es algo insufrible.

Mex: ¿Organización? ¿Tú te encargas de la organización?

Angola: Yo y mi hermano. En realidad los bailes y toda clase de eventos deben ser responsabilidad de la emperatriz. Pero como la emperatriz esta, digamos muerta, somos los príncipes quienes nos tenemos que hacer cargo de todo eso. A, me gustaría ver al viejo encargándose de... ¿Qué te sucede?- mira preocupado como México está a punto de llorar.

Mex: Lo siento, por hacerte recordar algo tan doloroso. El perder a tu madre.

Angola: Tranquila, no llores. La emperatriz no era mi madre. Solo era la madre de Brasil y la única mujer con quien se casó. El resto de los príncipes somos hijos de concubinas, por así decirlo. Yo no la conocí, dicen que era muy hermosa. Y alegre y amable.

Nadie como túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora