Mensaje del ave

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Dentro de las paredes de aquel carruaje México mira sus manos apoyadas en sus piernas. Las ventanas están cerradas pero logra percibir las sombras pasar. Esta sola ahí. Delante va otro vehículo con Brasil y Uruguay dentro.

Esa pequeña ave que se posó en su cabeza inicio un cambio en el verde amarela.

Brasil no dejaba de mirar al pajarillo que descansaba en la cabeza de la tricolor.

Brasil: Ven aquí- extendía su mano, pero en ave bajo al hombro de la chica como ocultándose.

Mex: ¿Qué hace? ¿Conoce al ave?

Brasil: Te dije que vinieras.

El tono algo brusco y seco del chico asusta a México y al ave. La tricolor traga saliva.

Mex: Amiguito, no temas. Ve y haz lo que tengas que hacer.

Los ojos del avecita parecen comprender. Se posa en la mano del chico. Brasil se aleja con el ave en sus manos.

Algunos minutos después estaban en camino.

Uruguay veía al verde amarela. El rostro serio y molesto era algo nuevo.

Uruguay: Brasil...

Brasil: ¿Cómo se enteró?

Uruguay: ¿Qué?

Brasil: ¿Cómo se enteró el señor de ella? De México. Ese era el mensaje que me llego: "ven de inmediato y trae contigo a México". Maldición.

Uruguay: No lo sé. Pero era lógico que algún día se enteraría. ¿No pensabas en esconderla para siempre o sí?

Brasil: Yo...no. Solo, solo no quería que él lo supiera.

Uruguay: El emperador puede ser alguien difícil pero no es un monstruo.

Sin cambiar su semblante Brasil no deja de mirar la ventana cerrada.

El tiempo, que para la chica parece ser una eternidad, termina al sentir el detener del auto. La puerta se abre. Un poco indecisa la tricolor desciende del vehículo.

Ante sus ojos aparece un gran palacio. Bellos jardines, fuentes y torres impactan a la chica. Ve como Brasil y Uruguay ya han descendido de su carruaje y van hacia la entrada. México se dispone a caminar hacia ellos pero es interceptada por un par de sirvientas.

Sirvienta: Lady México, nosotras le serviremos.

Mex: Este... yo no...

Sirvienta: Insistimos. Le guiaremos a su habitación.

Mex: Pero debo de ir junto a...

Sirvienta: Le llevaremos a su habitación para que descanse. Tenemos muchas actividades por delante.

Mex: ¿Qué? Yo...

Sirvienta: .... Bueno esta es su habitación. Si nos necesita solo llámenos.

Mex: ¿Eh? Espere...

La puerta se cierra antes de que ella pueda reaccionar. La habitación es majestuosa e imponente. Se escucha el tocar a la puerta.

Al abrirla unos brazos envuelven a la tricolor.

Angola: ¡México!

Mex: ¿Angola? Que, como...

Angola: México, bienvenida. ¿Cómo has estado? ¿Qué tal el viaje? Debes estar exhausta, fue mucho tiempo el que hicieron de camino. Te enseñare los alrededores.

Mex: Espera. ¿Dónde estamos? ¿Por qué Brasil fue llamado aquí?

Angola: ¿No te lo ha dicho? Esto es Braganza, hogar de la familia real. Mi familia y la de Brasil.

Mex: ¿Qué dijiste?

Angola: Brasil es el primer príncipe, hijo del emperador Imperio. Yo soy el quinto príncipe. Y no sé porque lo mando a llamar el viejo.

Mex: Sabia que Brasil era el gobernante de una provincia, pero ¿un príncipe? Y ¿El hijo mayor?

Angola: No sé porque no te lo dijo. ¿Qué tal si seguimos la plática en otro lugar? Antes de que...

Sirvienta: ¡Majestad! ¿Qué hace aquí? El emperador le espera.

Angola: Solo díganle que no he llegado aún.

Sirvienta: Sin excusas. Ande.

Angola: No quiero...México, te veo luego.

Trata de despedirse siendo arrastrado por la empleada. Otra sirvienta se queda algunos momentos en la habitación.

Sirvienta: No sé qué clase de educación ha recibido pero no es correcto que una dama sola reciba a un hombre en sus habitaciones.

Mex: Lo...lo siento.

Sirvienta: Le ruego que se comporte Lady, el príncipe Brasil es alguien muy querido aquí, no queremos que nada manche su imagen. Me retiro.

Mex: Si.

Ahí se queda sola la tricolor mirando el suelo.

Dentro de una gran habitación Brasil y Uruguay miran una silla vacía. El de franjas trata de reprimir sus nervios. De pronto un gran hombre entra a la pieza. Toma asiento. Por un instante mira a Brasil a los ojos, luego vuelve sus ojos a los documentos en la mesa.

Imperio: Brasil.

Brasil: Señor.

Imperio: Uruguay, dime. ¿Acaso no te encargue a mi hijo?

Uruguay: ¿Señor?

Brasil: Señor, ¿tiene alguna queja sobre mi forma de gobernar la provincia? El comercio es fluido, logramos relaciones comerciales con Columbia y...

Imperio: Hablo de la esclava. Uruguay, ¿Por qué dejaste que hiciera eso?

Uruguay: Yo...

Brasil: No soy un niño. Puedo tomar mis propias decisiones.

Imperio: Me sorprendes, antes repudiabas la idea de tener esclavos.

Brasil: Aun lo hago. Ella es libre.

Imperio: Bueno, en ese caso, ella se queda en la corte. Le conseguiremos un buen esposo y fin del asunto.

Brasil: Ella no se quedara aquí. Ella se va conmigo.

Imperio: Acaso... ¿te enamoraste de ella?

Uruguay: Brasil...

Brasil: Si, la amo y ella me ama.

Imperio: ¿Estas demente?

Brasil: Si es todo lo que tenías que decir, me retiro.

Imperio: ¿A dónde vas? Vuelve aquí Brasil.

Furioso Brasil sale de aquella habitación. Se detiene algunos metros, cerrando sus puños.

Mex: ¿Brasil?

La voz de la tricolor le hace voltear.

Brasil: ¿Qué estás haciendo aquí? Deberías estar en tu habitación.

Mex: Yo... ¿Qué sucede? ¿Puedo ayudarte?

Brasil: No, no puedes. Esto no es un asunto que te incumba.

Mex: Quizás yo...

Brasil: ¡QUE ESTO NO ES ASUNTO TUYO!

Brasil parece percatarse que ha gritado. Mira a México. Ella tiene la cabeza baja y los puños cerrados.

Brasil: México.

Extiende su mano para tocarla, pero en ese instante México gira y corre. Brasil solo se queda mirando cómo se aleja.

Uruguay: ¿Qué sucedió?

Brasil: Yo... la hice llorar.

Nadie como túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora