Buscándola.

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No tengo los créditos de la imagen que inspiró este relato, me disculpo con su creador por repostearla sin su permiso.

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Un chasquido quiebra la calma de la oscuridad que reina en el bosquecillo antes de que dos figuras de materialicen en un extraño torbellino. Un hombre alto de aspecto desaliñado mira los alrededores, junto a él una mujer bajita y delgada permanece en pose defensiva. Ambos permanecen el alerta un par de minutos antes de decidir que es seguro seguir su camino.

La cabaña no está muy lejos del punto donde aparecieron. No es extraño que el contacto tenga tantas reservas si tomamos en cuenta su profesión, pero hasta a la pareja le parece algo extraño que se les hayan hecho llegar tantas especificaciones para su arribo. Ni siquiera parece un lugar con medidas de seguridad, ya sean mágicas o muggles.

Cuando se detiene frente a la puerta de madera ninguno se atreve a tocar. Los ojos cansados del hombre buscan la mirada de su esposa. Esta es la última oportunidad y ambos lo saben.

El chirriar de las bisagras los hace sobresaltar. Ambos levantan sus varitas cuando la pesada puerta se abre sin dejar ver a nadie detrás, o eso creían ellos. Un par de golpes en el suelo les hace ver que frente a ellos se encuentra una mano incorpórea que se gira en cuanto tiene la atención deseada. Lo siguen sin decir una palabra, ambos han visto cosas más extrañas.

La cabaña está apenas iluminada con velas tan viejas que su cera se derrite llegando al suelo, hay pieles de animales que seguramente fueron cazados allá afuera y los cuadros de paisajes antiguos, pero nada les da una pista de quien es su contacto. Han recorrido el mundo en busca de los mejores detectives, legeremantes, videntes y magos; buscaron gira tiempos por todo el mundo, objetos de magia oscura, fueron con sirenas y duendes; buscaron en el mundo muggle incluso. Pero no tuvieron suerte, los gira tiempo fueron destruidos como parte de un tratado internacional hace años, los vidente y legeremantes no hicieron nada por ellos, las criaturas mágicas se negaron a meterse en sus asuntos.

Un muggle, un detective, escuchó sobre la pareja que buscaba a su hija alrededor del mundo y les dio una simple tarjeta con un número impreso, tuvieron que usar uno de esos instrumentos muggles con los que se comunican y concertar esta cita. Se dice que esta persona es la mejor encontrando personas, pero el detective no pudo decir nada más ya que no es alguien que se supone él deba conocer.

- Adelante.- Una voz femenina responde cuando la mano se detiene a tocar la puerta que se encuentra al final del austero corredor. Esta seguramente no es más que una casa de seguridad a fin de cuentas, piensa Remus. La mujer de cabello gris platino es quien decide dar el paso que los separa de la puerta y abre finalmente.

Esta habitación es completamente diferente del resto del lugar. Hay un librero cubriendo una pared completa, un par de pizarras gastadas por el uso, lo que pareciera una mesa de reuniones, un par de esculturas de aspecto costoso hacen de decoración junto con un par de pinturas que seguramente no deberían estar en una cabaña en medio de la nada, un escritorio de Caoba pulida que ocupa casi un cuarto de habitación está lleno de carpetas bien ordenadas y hay luces modernas dándole un toque sofisticado a todo. Lo que más desconcierta al hombre no es la habitación con pisos de madera pulida y paredes empapeladas, no, es la mujer sentada detrás del escritorio. Una joven pelinegra delgada que no debe pasar de los veinticinco.

- Ustedes deben ser Remus Lupin y Nymphadora Tonks.- Dice a modo de saludo señalando el par de sillones individuales frente a su escritorio, pero ninguno se mueve de su lugar en la entrada.- Soy Wednesday.- El rostro inexpresivo es otra cosa que desconcierta al hombre.

- ¿Tu eres quien encontró aquella pista del caso? – No dicen nombres solo para asegurarse de que la chica no les toma el pelo, aunque si ella sabe de qué hablan no significaba mucho de todas formas ya que el viejo detective pudo haberla puesto al tanto de lo que les dijo hace una semana. La chica asiente.- No tiene sentido.- Dice Tonks al fin y a Remus no le gusta cómo se oscurecen los ojos de la chica.

Wenclair One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora