El día llevaba una calma demasiado inusual para un jueves de septiembre. La brisa fresca acariciaba mi rostro mientras caminaba hacia la salida de la escuela. Miraba a mi alrededor y veía a los estudiantes dispersándose, algunos corriendo hacia sus casas, otros esperando el transporte. La tarde prometía ser lluviosa pero tranquila y sin complicaciones, o eso creía yo.
Jack y yo habíamos terminado la jornada escolar, como de costumbre, con una rutina que ahora parecía casi ceremonial. Jack se había convertido en más que un amigo: se había convertido en mi confidente, mi cómplice en las travesuras y, en muchos aspectos, en una parte indispensable de mi día a día. Aquel jueves, sin embargo, el hecho de que él se hubiera convertido en una figura tan central en mi vida me resultaba agridulce.
La ruptura con Ángel no había sido fácil, pero también había sido liberadora en muchos sentidos. Ángel había sido una parte importante de mi vida durante mucho tiempo, pero nuestra relación se había vuelto monótona y predecible. Decidí que era el momento de seguir adelante, de buscar nuevas experiencias y redescubrir quién era sin esa relación. Y aquí estaba, en este momento de transición, con Jack a mi lado, aunque mi corazón aún no sabía exactamente qué quería.
—Entonces, ¿te acompaño a tu casa?—Jack me preguntó con esa sonrisa traviesa que solía usar para desarmar mis defensas. Aquel día, la propuesta no me sorprendió, aunque sí la urgencia con la que la hizo.
—¡Estás loco!— respondí sin pensarlo—Está a punto de llover y tu casa está más lejos que la mía, Jack—
—¿Y cuál es el problema?— replicó, sus ojos brillando con una intensidad que apenas podía descifrar.
—¡Que te vas a mojar!— exclamé, y mi preocupación era genuina—No quiero que te enfermes por mi culpa—
—Valdrá la pena—dijo con un tono desafiante, como si ya hubiera tomado una decisión que no estaba dispuesta a cambiar.
Antes de que pudiera protestar más, Jack tomó mi mano con firmeza y comenzó a correr en dirección a mi casa. En ese momento, las nubes grises que se habían estado acumulando en el cielo comenzaron a liberar su carga, y la lluvia comenzó a caer en gotas gruesas que pronto se convirtieron en un torrente. La lluvia nos empapaba rápidamente, y nuestras risas se mezclaban con el sonido del agua golpeando el suelo y los tejados.
—¿Estás loco?—pregunté nuevamente, aunque esta vez mi tono tenía un toque de risa—¡Ya nos estamos mojando!—
—Pero es romántico, ¿no?—contestó, con un tono que parecía desafiarme a no ceder a la situación—Así como en esos libros de escenas cursis que lees—
—¿Qué de romántico tiene pescar un resfriado?—respondí, tratando de mantener el tono de broma a pesar de que, en el fondo, sabía que lo que estaba haciendo era algo especial.
—No dirías lo mismo si fuéramos personajes de tus libros, como Romeo y Julieta—dijo Jack, sacudiendo el agua de su cabello mientras corría.
—Mejor cállate y corre, que si te enfermas, te mato—ordené con una risa nerviosa. Mi preocupación por su bienestar luchaba contra el deseo de disfrutar del momento que estábamos compartiendo.
Llegamos a la puerta de mi casa, ambos empapados de pies a cabeza, riendo y jadeando por la carrera. El frío de la lluvia se había instalado en nuestros huesos, pero la calidez de la compañía de Jack hizo que la experiencia fuera más soportable, incluso agradable.
—Bueno, ya que gracias a ti nos mojamos, me voy rápido a cambiarme y darme un baño—dije mientras abría la puerta y me dirigía a la entrada—Gracias por acompañarme—
—¿Y mi abrazo?—preguntó Jack, abriendo los brazos como si esperara que eso solucionara la situación.
Era tonto, muy tonto y cursi, pero no pude evitar sonreír ante su gesto. Me acerqué y lo abracé mientras la lluvia continuaba cayendo alrededor nuestro. Era un abrazo sincero, lleno de la ternura que solo puede surgir de esos momentos de vulnerabilidad compartida. En ese instante, con la lluvia empapándonos y la calidez de su abrazo, sentí algo en mi corazón que había estado guardado durante mucho tiempo.
La realidad es que me gustaría que esos momentos duraran para siempre. La idea de seguir así, abrazados bajo la lluvia, me daba una sensación de paz y felicidad que no había experimentado en mucho tiempo. Sin embargo, en el fondo, sabía que había algo más en juego, algo que iba más allá de una simple amistad.
La pregunta que me atormentaba era si lo que sentía por Jack era solo una fuerte amistad o algo más profundo. ¿Era posible que me estuviera enamorando enserio de él sin darme cuenta? El miedo a descubrir la respuesta era paralizante. Si esta relación se rompía, sabía que nunca podríamos volver a lo que teníamos antes, y eso era un riesgo que no estaba dispuesta a tomar a la ligera.
Mientras me cambiaba y me daba una ducha caliente, traté de ordenar mis pensamientos. La imagen de Jack abriendo los brazos en espera de un abrazo, su sonrisa tonta y su actitud despreocupada estaban grabadas en mi mente. Me di cuenta de que lo que sentía por él era mucho más que una simple amistad, aunque me costara aceptarlo. La conexión que teníamos era especial, y la perspectiva de perderla me asustaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.
Revise mi celular y descubrí un mensaje de Jack diciéndome que ya había llegado a su casa.
"Hola, ya llegue a casa no te preocupes"
"O si hazlo"
"Adivina quién se resfrió"
Sonreí por lo tonto que era para despues mandarle un mensaje diciéndole q yo tenia razon. Al día siguiente fui a verlo a su casa despues de clases, pero su mama me dijo que el estaba dormido asi que le deje los apuntes del día y regrese a mi casa.
Ojala todo fuera tan sencillo como un abrazo bajo la lluvia.
***
Ciaooo, aqui la autora, les dejo la playlist de spotify aca abajo para que disfruten mas la lectura.
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Todas Las Veces Que Me Enamoré De Ti
RomanceEn la locura de la preparatoria, Angie y Jack son como el agua y el aceite. Ella es una romántica empedernida atrapada en una relación que no la emociona, mientras que él es el chico malo, un mujeriego que siempre busca la próxima conquista. Pero cu...