Graduación

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Un año había pasado desde que Jack y yo nos distanciamos. Recuerdo claramente el último día que lo vi antes de que se cambiara de escuela. La conversación que nunca tuvimos nos separó no solo emocionalmente, sino también físicamente. Jack se mudó a una nueva escuela para terminar el último semestre, mientras yo me quedé aquí, intentando avanzar y seguir adelante con mi vida. Decidí que el último semestre lo pasaría sola, centrándome únicamente en mis estudios y en mi futuro.

La vida, sin embargo, tenía otros planes para mí. Apenas unas semanas después de comenzar el nuevo semestre, apareció Javier. Era un chico nuevo, con una sonrisa amistosa y una personalidad encantadora. Nos hicimos amigos rápidamente, y me sorprendí a mí misma compartiendo detalles sobre mi relación con Jack. Había algo en Javier que me hacía sentir cómoda y segura, y eso me permitió abrirme a él de una manera que no había experimentado desde que Jack se fue.

A medida que pasaron los meses, nuestra amistad se profundizó. Javier era atento, cariñoso, y tenía una forma especial de hacer que cada momento juntos se sintiera significativo. No pude evitarlo: sus gestos y su apoyo incondicional hicieron que me planteara la posibilidad de abrir mi corazón de nuevo. Fue entonces cuando Javier se declaró. Aunque Jack seguía presente en mi mente, decidí darle una oportunidad a Javier. Sentía que él merecía una oportunidad, y también sentía que yo misma merecía intentar seguir adelante.

Llegó el día de la graduación, y el evento estaba lleno de alegría y emociones encontradas. Había conseguido una beca para la Universidad de Bellas Artes, una beca que cubría la colegiatura, la estancia y la comida. No podía pedir más a la vida en ese momento. Me sentía orgullosa de mis logros y emocionada por el futuro que me esperaba.

Javier estaba a mi lado durante todo el evento. A pesar de nuestra decisión de terminar la relación para no complicar nuestras vidas, su presencia seguía siendo reconfortante. Acepté que tal vez no era el momento adecuado para nosotros, pero valoraba profundamente nuestra amistad. Javier, con su ternura característica, me entregó un ramo de tulipanes, sabiendo que eran mis favoritos. Luego me abrazó fuertemente, su calidez y cariño eran genuinos.

—Te prometo que nos volveremos a ver —dijo, con una sinceridad en su voz que me hizo sonreír.

Esperaba que sí. Aunque no sentía el dolor de separarnos que experimenté con Jack, quería mucho a Javier. Se había convertido en uno de mis mejores amigos, y la idea de perderlo completamente era difícil de aceptar. Me consolé con la idea de que, al menos, tendríamos una oportunidad de volver a cruzarnos en el futuro.

La graduación llegó a su fin, y mientras me despedía de mis amigos, sentí que todo estaba en su lugar. La noche estaba llena de promesas y el aroma a flores. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de salir del lugar, el destino decidió hacerme una mala jugada.

Me volví hacia un grupo de personas que estaban celebrando y vi a una chica siendo felicitada por un chico alto con el cabello largo. Sus ojos se encontraron con los míos, y en ese momento, el mundo pareció detenerse. Esos ojos, que no había visto en tanto tiempo, me miraban fijamente. Era Jack.

Mi corazón se detuvo un instante y me perdí en la profundidad de esos ojos cafés que había extrañado más de lo que había querido admitir. Jack me miró por un momento que pareció eterno. Luego, me saludó desde lejos, y yo correspondí el gesto con una leve inclinación de cabeza, tratando de ocultar el torbellino de emociones que sentía.

Era como si el tiempo se hubiera detenido y me hubiera arrastrado de vuelta a esos momentos que había tratado de olvidar. Pero pronto, mi conciencia me obligó a mirar hacia otro lado. Me esforzaba por concentrarme en cualquier cosa que no fuera él, tratando de distraerme de la presencia de Jack. Sin embargo, mis pensamientos seguían regresando a él, preguntándome qué estaba haciendo aquí.

Mientras trataba de hacerme a un lado del bullicio, Jack se acercó a mí. Su presencia era inconfundible, y sentí un leve estremecimiento al verlo tan cerca nuevamente.

—¿Puedo hablar contigo un momento? —preguntó, con un tono de voz que transmitía una mezcla de nerviosismo y sinceridad.

Asentí insegura, y nos dirigimos a un rincón más tranquilo del lugar. Jack me miró con una expresión que reflejaba tanto arrepentimiento como esperanza.

—Primero, quiero disculparme por cómo se dieron las cosas entre nosotros. Sé que nuestra relación terminó de una manera complicada y me duele saber que eso te afectó.

—No tienes que disculparte —respondí, tratando de mantener la calma—. Las cosas simplemente no salieron como esperábamos, y está bien.

Jack asintió, con una mirada de alivio, pero también de tristeza.

—Sé que me mudé y que no hemos hablado desde entonces, pero he estado pensando en ti y en cómo dejaron las cosas. Me voy a Estados Unidos para comenzar mis estudios universitarios, y quería asegurarme de que las cosas entre nosotros quedaran bien.

Lo miré con sorpresa, sintiendo una mezcla de alivio y confusión. Nunca esperé tener esta conversación con él en un momento tan inesperado. Además de que pronto se volvería a ir de mi vida.

—¿Qué quieres decir con "quedar bien"? —pregunté, buscando entender sus intenciones.

—Quiero que sepas que no guardo rencor. Si en algún momento te hice daño, lo siento. Y, más importante aún, me gustaría que podamos ser amigos, si eso es algo que te parece bien. No quiero que haya resentimientos entre nosotros.

Su sinceridad me conmovió. Aunque había pasado tiempo y nuestras vidas habían tomado rumbos diferentes, me di cuenta de que aún valoraba la relación que habíamos tenido. Acepté su oferta con una sonrisa ligera.

—Claro, Jack. Me parece bien. También me gustaría que las cosas quedaran en buenos términos.

Nos abrazamos, un gesto que estuvo cargado de una sensación de cierre y esperanza. Aunque no sabía qué nos depararía el futuro, sentí que este encuentro nos daba la oportunidad de empezar de nuevo, aunque solo como amigos.

Al final del evento, me despedí de Jack con la promesa de mantenernos en contacto. Me dijo que se iría el viernes de la próxima semana, la universidad le había enviado el boleto de avión para el medio día.

Me sentía entre ligera, como si una carga hubiera sido levantada de mis hombros, y desubicada por la noticia de que se iría. El camino hacia el futuro seguía adelante, y aunque el pasado seguía presente en mi mente, sabía que tenía el poder de elegir cómo iba a vivir mi vida a partir de ahora.

Mientras me alejaba del lugar, me sentí en paz conmigo misma. La vida tenía sus sorpresas y desafíos, pero estaba lista para enfrentarlos. Miré hacia el cielo estrellado, sintiendo una nueva esperanza surgir en mi corazón. No sabía qué depararía el futuro, pero estaba lista para abrazar cada momento con valentía y determinación.

Todas Las Veces Que Me Enamoré De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora