Concierto

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El viernes por la noche, la ciudad estaba llena de energía y de sonidos vibrantes, y Jack y yo estábamos listos para dejarlo todo en el concierto de nuestros amigos. Habíamos estado esperando este momento desde hace semanas, y por fin, el día había llegado. Las luces del escenario parpadeaban y la gente se agolpaba, creando una atmósfera perfecta para disfrutar de buena música.

El grupo de amigos que iba a tocar esa noche había estado ensayando covers de algunas de nuestras canciones favoritas. Sabíamos que el show iba a ser épico, pero lo que no sabíamos era que se convertiría en una de las noches más memorables de nuestras vidas. Cuando los chicos subieron al escenario, Jack y yo conseguimos un buen lugar cerca de la pista de baile, donde la energía estaba a tope.

La primera parte del concierto transcurrió con covers de bandas que todos conocíamos. Todos cantábamos, reíamos y bailábamos al ritmo de la música. Pero lo que realmente nos dejó sin palabras fue cuando llegaron al final del show. Habían reservado un lugar especial para interpretar "San Lucas" de Kevin Kaarl, una de nuestras canciones favoritas. Sabíamos que sería algo grandioso, pero no estábamos preparados para lo que estaba por venir.

Cuando el solo final comenzó, los músicos hicieron algo increíble. En lugar de la trompeta que normalmente se escucharía, trajeron un violín al escenario. La melodía se transformó en una obra de arte, y el violinista tocó con una pasión que parecía traspasar el tiempo y el espacio. En ese momento, Jack y yo nos miramos, y una chispa de complicidad pasó entre nosotros. Estábamos completamente inmersos en la música, y era como si todo lo demás se desvaneciera.

Después del concierto, la fiesta se extendió. La emoción del show nos llevó a celebrar con un par de bebidas, y antes de darnos cuenta, estábamos un poco ebrios, pero felices. La noche estaba llena de risas y diversión, y la música seguía fluyendo en el aire. Sin embargo, en medio de la celebración, mi mirada se desvió hacia una figura familiar que estaba en el borde de la pista.

A lo lejos, vi a Antonio, un amigo mío que conocía desde hace tiempo. A pesar de la distancia, noté que Jack también lo había visto. Me acerque a saludarlo con una sonrisa y nos abrazamos. Regrese con Jack un par de minutos despues. Su expresión cambió de repente, y pude ver que estaba enojado. No entendía bien por qué, pero la incomodidad en su rostro era evidente.

—Oye, ¿qué pasa?—le pregunté, tratando de entender qué le había molestado.

—¿Te gusta ese pendejo?—su tono era frío, y la rabia estaba clara en sus palabras.

—¿Qué?—mi sorpresa era evidente—Para empezar, él no es ningún pendejo, Jack—

—Mira, y encima lo defiendes—Jack estaba visiblemente frustrado, y no podía evitarlo.

—¿Y por qué te molesta tanto?—le pregunté, intentando mantener la calma.

—¡Porque me gustas!—su voz se elevó, y sus palabras llegaron con una intensidad que me dejó sin aliento—Odio verte sonreírle así a alguien más que no sea yo. Odio la idea de imaginarte con alguien más, y odio que se tome tantas malditas confianzas contigo—

—¿Qué?—mi mente estaba tratando de procesar la información, pero todo parecía un torbellino de emociones y confusión.

—¡Que te amo!—Jack lo dijo con una claridad y desesperación que hizo que mi corazón se acelerara—Y tengo celos de que siempre sea él y no yo. Porque daría todo para que me hubieras escogido a...—

No pude soportar escuchar más. La intensidad de sus palabras y la vulnerabilidad en su voz me afectaron profundamente. Sin pensarlo, me acerqué a él y lo besé. No fue un beso largo ni complicado, pero fue un beso lleno de sentimiento y necesidad. Era como si, en ese instante, ambos estuviéramos tratando de expresar todo lo que habíamos guardado en nuestro corazón.

El beso fue breve, pero me hizo sentir algo que nunca había experimentado antes. El calor y la conexión que compartimos en ese momento eran inigualables.

—No tienes que hacer esto—dijo Jack, su voz temblando un poco—Esto. Perdón, no debí alterarme así, es tu vida, y puedes estar con quien quieras. Eres libre—

¿Me estaba rechazando? La duda me invadió y la confusión me hizo sentir un nudo en el estómago. Jack acababa de confesar sus sentimientos, y ahora parecía que estaba dando un paso atrás. ¿Era eso lo que realmente quería decir?

—-A ver, espera, no te entiendo—dije, tratando de mantener la voz firme, pero con lágrimas en los ojos—¿No te gustó el beso? Dijiste que te gustaba, yo te besé porque creí que sentías lo mismo—

Mi voz se rompió, y la tristeza se hizo evidente en cada palabra. Sentía que todo lo que había entendido estaba mal, y no sabía cómo reaccionar.

—Perdón, lo entendí todo mal, yo solo...—

Jack no dejó que terminara. Se acercó a mí de nuevo y me besó con una desesperación que me tomó por sorpresa. Este beso fue diferente; era más largo, más desesperado, y parecía que nos estaba robando las palabras y las preocupaciones.

Sus manos me sostenían de la cintura y del cuello, y el mundo a nuestro alrededor se desvaneció. Todo lo que quedaba era el contacto ardiente y la intensidad de lo que estábamos sintiendo.

Cuando finalmente nos separamos, nuestros rostros estaban tan cerca que podía sentir su respiración. La conexión que había entre nosotros era palpable, y aunque no dijimos mucho, sabíamos que algo había cambiado.

—Te amo—murmuró Jack, sus ojos reflejando la misma emoción que sentía yo —Siempre he estado esperando el momento adecuado para decirlo, pero parece que siempre había algo que me frenaba—

Yo no podía decir mucho más, solo asentí, sabiendo que mis sentimientos coincidían con los suyos. La confusión y el miedo habían desaparecido, reemplazados por una claridad nueva y emocionante. Ambos sabíamos que la noche no solo había sido una celebración de la música, sino también una declaración de nuestros corazones.

Todas Las Veces Que Me Enamoré De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora