Capitulo 3

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Seis días después de su cautiverio, Shen Jiu recibe una invitación por escrito para cenar con un puñado de esposas de Binghe. No se hace ilusiones; estos deben ser los pesos pesados del harem, para lanzar invitaciones como esta. Las jerarquías son las mismas sin importar a dónde vayas, ya sea un harem o el venerado Gremio de Cazadores. Él lo sabe.

No tiene reparos en conocerlas, para ser franco. Incluso se podría decir que este es el tipo de espacio en el que prospera, tejiendo entre las complejidades políticas del discurso y descubriendo la forma más educada de decir las cosas más groseras. Él le da la bienvenida.

La mejor información del mundo se transmite junto con el vino y los aperitivos.

Cuando se viste esa noche, decide mantenerlo modesto pero respetable. Un acto de equilibrio más peligroso que la mayoría de las batallas en las que ha estado; demasiado extravagante desde el principio y parecerá tonto, o peor aún, desesperado; demasiado simple y asumirán que no tiene ningún favor. Y realmente no puede decir que lo que Luo Binghe le está otorgando es un favor, pero no hay razón para que sus esposas lo sepan. Deberían sentir curiosidad por él, cautelosas, pero no amenazadas.

Viste principalmente de verde, un color inofensivo y tranquilo, que, por cierto también es el que le gusta. La ropa interior negra que se arregla para asomarse a las solapas es un guiño sutil al supuesto favor de Luo Binghe (parece vestir nada más que negro y rojo, aunque el corte y el estilo de su túnica es diferente cada día que la bestia viene a molestarlo) Limita sus accesorios a un par de barras de plata que cuelgan a modo de aretes y un guan detallado con enredaderas recolectadas de un pequeño cofre de postizos que se había metido en su entrega de ropa. Cuando se observa en el espejo de bronce, está mayormente satisfecho. El corte femenino de la túnica suaviza la aspereza de su altura, mientras que su rígida postura evita que la mirada se torne delicada. Un acto de equilibrio de hecho.

Satisfecho, pero solo en su mayoría - su mano se siente vacía sin un abanico. Puede arreglárselas, pero no tiene que estar feliz por eso.

Caminar hacia la cena es un asunto tedioso. Como lo demuestra la altura de su ventana, su habitación está ubicada bastante arriba y a una buena distancia de las otras habitaciones. ¿El castillo? ¿fortaleza? es un laberinto sinuoso de habitaciones sobre habitaciones, y tiene que caminar muy lejos para llegar al comedor especificado. Probablemente, ni siquiera lo habría encontrado si no hubiera explorado mucho anoche después de haber obtenido su ropa y Luo Binghe se hubiera ido. Pasa por docenas de habitaciones, algunas con las puertas abiertas, otras no, mostrando pequeños fragmentos de la vida de los habitantes. Pasa junto a docenas de mujeres más, sin duda todas esposas.

Cuando llega al vestíbulo, entra en la habitación precisamente en el momento en que suena una campana lejana indicando la hora de la cena, lo saludan algunas caras amargas mal disimuladas. Sin duda, tenía la intención de perderse y avergonzarse al llegar tarde.

Se siente bien estar en territorio familiar.

Toma nota de las esposas cuyos rostros son serenos y acogedores. Son mejores para ocultar su ira. Ellas serán las que habrá que tener en cuenta, las que jugarán a largo plazo.

Las esposas en conjunto son un grupo curioso. A diferencia de la mayoría de los harems, donde el hombre colecciona muchas bellezas de un estilo similar a su gusto, hay una amplia gama de mujeres presentes. Señoras de cara fría, jóvenes refrescantes, doncellas sin igual y pequeñas amantes apasionadas. Sus vestimentas también son una variedad vertiginosa. Algunos están claramente en línea con las tendencias recientes (de alguna manera, aquí en el desierto), mientras que otros visten túnicas tan anticuadas que apenas las reconoce. El más antiguo que puede identificar no ha estado de moda durante casi cien años, si esta en lo correcto.

Contratar emociones complejas -  En el amor verdadero no necesita aplicarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora