Capítulo 25

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SOL

     Contárselo a Fanny esa misma tarde no había hecho sino añadir estrés a la situación. Había quedado con ella de todas formas, porque según decía, desde que era una señora indecente, ya no tenía tiempo para las amigas. Para variar, nos veríamos en su casa, ahora que hacía bueno, y que había terminado la remodelación de la terraza. Tenía una vista imponente y estaba repleta de flores y árboles enanos que cuidaba con esmero. Nunca la hubiera imaginado con una pamela bajo el sol, para protegerse la piel tan blanca que tenía, y unos guantes de jardinería con florecillas, pala y regadera en mano.

     Horas antes, en el vestuario, al ir a por el bolso, había visto sobresalir la chaqueta de Nur de su taquilla. Tenía la costumbre de irse corriendo y cerrar la puerta demasiado rápido, pillando parte de la tela blanca, entre las fauces del ya descolorido, armario de metal. Las manchas de herrumbre pueden literalmente arruinarte una prenda, especialmente si es de tono claro, por lo que me acerqué para volver a meterla, esta vez sin riesgo a que acabase totalmente manchada.

     Allí estaba, justo debajo. Una caja roja de lo que parecía ser un anillo, aunque no me había detenido a comprobarlo. Lo peor hubiera sido que entrase Nur mientras echaba un vistazo, y que hubiera pensado que le espiaba, o que estropease la sorpresa si era algún regalo. ¿Debía abrirlo? ¿Quizá una miradita rápida? A veces, si me regalaban algo que no me gustaba demasiado, no sabía qué cara poner, y solía quedárseme una de idiota, con la expresión seria, pensando cómo alguien podía conocerme tan poco como para comprar alguna cosa que fuese totalmente opuesta a mí, además de una sonrisa encajada, que distaba de la felicidad que se busca al comprar algo para otro.

     Sí, una miradita rápida ayudaría. Podría ser perfectamente capaz de fingir sorpresa después. Solamente necesitaba confirmar que Nur, me conocía lo suficiente como para elegir algo bonito. Eché un vistazo, palidecí, volví a mirar y comencé a marearme. Acabé saliendo con el bolso a rastras al callejón, a punto de vomitar. ¿Se había vuelto totalmente loco? Me iba a pedir matrimonio. Entré en pánico casi de inmediato, me sudaban las manos y empezó a dolerme la cabeza de una forma exagerada. Para colmo de males, de camino a casa de Fanny, me había llamado Guil contándome las noticias, Nur se quedaba en Londres.

⎯Tengo que dejar a Nur ⎯se lo había soltado sin apenas dejarla abrir la puerta.

⎯¡Vaya! Hola a ti también, pero ¿qué ha pasado ahora?

⎯Ha rechazado la oferta de Guillaume en el último momento. Ya no se va a Singapur.

⎯Bueno ¿y eso que tiene que ver?

⎯¡Todo! ¿No lo entiendes? Se queda por mí, ¡por mí!

⎯Nena, ya aparecerá otra cosa. ¡Será por trabajo!

⎯No Fanny, tengo que dejarlo. Es su sueño.

⎯Pero los sueños cambian, no digas estupideces. Nur es joven, ya aparecerá otra oferta.

⎯Pero no como esta.

⎯Bueno, ¿y él no tiene poder de decisión aquí o qué? Estás flipada. Mira, habla con él, dile que se vaya igual, seguís a distancia y punto, nena.

⎯Si, claro, una relación a distancia con un tío de veintitantos años es lo más sencillo del mundo.

⎯Cuando te interesa tiene veintitantos, y cuando no, le pones en los treinta. A ver si te aclaras. A distancia con veinte será igual que con nuestra edad, una puta basura, pero es lo que hay.

⎯Claro, porque las hormonas a nuestra edad están igual que con veinte años.

⎯Mira, ahora afortunadamente la tecnología ayuda. Siempre puedes usar la web-cam, el ciber sexo está en auge, y podéis viajar cada pocos meses.

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