Sálvame... Por favor

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Emmanuel

Me considero una persona puntual. Quizás por qué lo soy. 

Una de las cosas que me molesta, es que una persona llegue tarde o que me deje esperando más de tres horas. 

Se suponía que Javier hace tres horas debió haber llegado y me molesta más el hecho que no conteste los mensajes, ni las llamadas. Y es una de las personas que tiene ese teléfono pegado a la mano. 

Parece que su puntualidad solo funciona para conquistar a una chica, para las fiestas, viajes u otras cosas que él mismo organiza. Apenas se programa algo más importante que eso, claramente desaparece la puntualidad e impuntualidad toma su lugar. 

Las excusas que inventa ni él mismo se lo cree, pero eso hace parte de mi día a día.

El jefe al mirar que no ha hecho acto de presencia se acerca — ¿Ahora qué argumento repetitivo usará como excusa Betancur esta vez? 

Lo que me faltaba. 

¿Por qué tiene que preguntarme?

¿No podía llamarlo? 

 A ver... vamos pensemos, algo que no haya dicho ya.

¿Y si le digo que está enfermo? 

No. El diablillo ya la utilizó la primera vez.

Cierto. Pensemos... ¿Enlutado? No, esa no.

¿Viaje familiar de último momento? 

Ya la usó también. 

¡Lo tengo! 

— ¿Miller? 

— ¿Sí? 

— Le hice una pregunta. 

— Oh, lo siento. Estaba reflexionando. ¿Podría repetirme la pregunta nuevamente, por favor?

— ¿Dónde está Bentacur y qué excusa se inventó esta vez? 

— Ah, Javier. 

— Sí, su amigo. ¿Dónde está? 

— ¿No le dijo? 

— Al grano Miller. No tengo tiempo para juegos. 

— Perdón jefe. Supuse que Javier le había notificado. 

— ¿Sobre? 

— Ya sabe, el adelanto del papeleo pendiente para entregarle.

— ¿Papeleo? — pregunta extrañado — ¿Qué tipo de papeleo? 

— No me especificó. Solo dijo que no cree poder llegar, para tomarse el tiempo de adelantarlo, terminarlo y entregarlo — comento con una simpática e inocente sonrisa así sienta que no me está creyendo absolutamente nada, pero vale la pena intentar — creí que le había enviado el correo avisándole — comento finalizando. 

— Miller, el supuesto papeleo puede esperar. Fui claro cuando les dije que todos debían de estar acá. 

— Lo sé. Pero fue la respuesta que me dio. Lo que usted me está diciendo se lo dije, pero insistió en que al ser largo debía terminarlo hoy mismo. 

— No sé qué papeleo estará terminando — dijo haciendo comillas con los dedos — se lo dejaré pasar esta vez y más le vale que si me está diciendo la verdad; Betancur lo entregue hoy y tiene hasta las once. 

— Sí señor. ¿A las once de la mañana o de la noche? 

— Noche. No me importa si lo tiene completo o no, que lo envíe, no lo aceptaré ni un minuto más y agradezca que estoy siendo comprensivo.