T

21 4 0
                                    

Un mismo latido.
💕

   Fedyor encuentra a Iván con los cuervos, Zoya y Alina.

No fue sencillo, estaba en Ravka Occidental luego de haber encontrado a Nina, cuando el Redil comenzó a expandirse de la nada. Fue aterrador, Fedyor debía admitirlo, pero como soldado debía actuar en vez de huir, por lo que ayudó a evacuar a todas las personas posibles. Se suponía que, luego de haber permitido que Nina se fuera, regresaría al Pequeño Palacio para hacer un rápido informe sobre la deserción de la Heartrender, entregarla al General Kirigan y arrastrar a Iván a la cama. Santos, necesitaba tanto de eso. Pero no, eso sería demasiado pedir.

—¡Rápido! —grita a los soldados que estaban con él. Usar sus poderes contra la sombra era inútil, así que lo único que podían hacer era despejar los caminos y tomar a todas las personas posibles. Debido a la estampida de gente, muchas habían caído, lastimadas. Fedyor se había quedado atrás, ayudando, curando a los heridos para que siguieran a los demás. Como Heartrender, aunque no fuera un Healer, era útil saber un poco de sanación.

—¡Ahí viene! —alguien grita detrás de él, lo que le hace alzar la vista del tobillo lastimado de la chica que curaba. El muro de sombra se alza sobre ellos, imponente, oscuro, aterrador. La mirada de Fedyor se agranda, asustado, por un segundo su respiración se corta cuando las sombras los tragan. La chica, una vez está curada, alcanza a correr fuera de la sombra. Eso es bueno, por supuesto, pero ahora Fedyor está solo. Los latidos de su corazón los siente en los oídos, nunca había estado dentro del Redil de esa manera, desprotegido. solo.

Llenando sus pulmones de aire en una rápida acción, se levanta para correr hacia el borde antes de que se pierda. No sabe cuánto va a crecer el Redil, pero no quiere quedarse atrapado en el centro. Fedyor corre como si estuviera en combate, sus sentidos están atentos a cualquier amanezca, sus manos en posición en caso de que deba actuar al instante. Sintiendo que se acercaba a la luz, un fuerte estallido detrás de él causa que caiga al suelo por la fuerza del mismo, haciendo que cierre los ojos por el polvo que se eleva. Demonios, qué había sido eso. Viendo por sobre sus hombros, no encuentra nada fuera de la oscuridad que consume todo.

Levantándose, está listo para seguir corriendo cuando algo lo detiene.

Llevándose una mano al pecho, lo siente, lo reconoce. —Iván. —gira en dirección a donde siente su corazón ser tirado por latidos apenas perceptibles. ¿Iván... estaba allí? Reconocería sus latidos por sobre un mar de otros, no importaba si estaban tan lejos que apenas los sentia. —¡Iván! —grita mirando a todos lados en busca de alguna señal. No podía equivocarse, había sentido a Iván. —¡Iván! —vuele a intentar, pero nada. Sin embargo, la sensación se mantiene en su corazón, sólo que no puede seguirlo porque escucha a los Volcra acercarse. Debe salir de allí, no tiene tiempo para explorar entre la oscuridad. —Demonios. —susurra antes de seguir su camino fuera de allí.

[...]

Iván, observando la fogata, aún le cuesta aceptar lo que ocurrió. Siguió fielmente a Kirigan esperando que él fuera la solución para que los Grisha fueran aceptados, respetados, el cambio que necesitaban para abandonar finalmente el pasado. Pero se equivocó, él se equivocó, estuvo tan cegado por esta esperanza que no se dió cuenta de los verdaderos planes de su general. Se sentía tan... Engañado.

Estaba allí, vivo, sólo porque Zoya le había hecho darse cuenta de lo que sucedía, haciendo que entrara en razón. “¿Qué pensaría Fedyor? ¿Qué haría?”

Iván quería lo mejor para él, quería que esa guerra terminara, quería... Pero no de la manera en que Kirigan tenía planeado hacerlo. No a base del miedo, del pánico y el sacrificio de más personas inocentes.

—¿Estás bien? —una mano cae en su hombro, Iván levanta la vista para encontrar a Zoya. No podía decir que eran amigos, pero habían pasado muchas misiones al lado del otro. Podía decir que confiaba en ella.

Iván quisiera responder que sí, pero la verdad era que no.

Zoya parece querer decir algo más, pero es sorprendida por Iván, que se levanta de golpe. —¿Qué ocurre? —pregunta viendo en todas direcciones. ¿Había sentido a alguien acercarse?

Los demás también se alarman, encontrando que sí, alguien se acercaba. Listos para pelear al reconocer el uniforme de un soldado Grisha, se estremecen cuando Iván les detiene y se adelanta en una pequeña carrera hasta la persona que se acercaba.

Cuando Fedyor salió de la sombra, luego de asegurarse de que la mayoría de sus compañeros estaban bien, inmediatamente fue en busca del corazón atado al suyo. No le importaba nada más, algo malo estaba a punto de ocurrir, o ya había pasado, sólo sabía que debía ir con su esposo. Luego se disculparia con el General Kirigan, con el mismo Iván por desobedecer órdenes y permitir que sus sentimientos le controlaran.

Siguió fielmente los latidos que le guiaron, sintiendo como le mostraban el camino hasta Iván, quien se encontraba acompañado por un pequeño grupo de personas cuando lo encontró. Reconoció a Alina y a Zoya en la distancia, pero los demás latidos eran nuevos. Sin embargo, eran lo que menos importaban. En cuanto los latidos del hombre resuenan fuerte, cerca, los propios se descontrolan. Cuando reconoce la figura de Iván a la distancia, cuando le ve acercarse con rapidez, Fedyor no puede evitar correr hacia él. En algún punto sus lágrimas se desbordan, el miedo y la incertidumbre, la duda sobre lo que sea que estaba pasando... no podía esconderlo más.

—¡Iván! —choca contra el cuerpo que le recibe con los brazos abiertos, sosteniéndolo con fuerza, aferrándose a él. Puede sentir el miedo de Iván, la confusión por verlo allí, seguramente. Pero por sobre todo, el alivio y el amor. Fedyor también se aprieta fuerte contra Iván, teme que sólo sea una dolorosa ilusión.

Fedyor. —Iván susurra apoyando la mejilla sobre su cabeza. Es real, este calor que reconoce, las manos fuertes pero amables, los latidos desbocados que sonaban siempre en una melodía única. —Mi Fedya. —el amor en su voz. —¿Qué haces aquí? —luego de unos minutos para poder calmarse, es Iván quien los separa, pero Fedyor mantiene las manos sobre sus brazos. El joven Heartrender teme que, si lo suelta, pueda desaparecer.

—El Redil se expandió. —Fedyor comienza a relatar, informando que estaba en una misión cuando ocurrió. —La sombra me alcanzó y... —sus palabras se cortan por un segundo, Iván alza una mano para limpiar una lágrima del rostro de su amado. —lo sentí. —finaliza. —Sentí tus latidos. —posando una mano en el pecho de Iván y la otra en el mismo, Fedyor mira al hombre frente a él con intensidad. —Como si estuvieran llamandome. —sonríe. No de la manera brillate y encantadora en la que siempre lo hace, pero no significa que sea menos especial para Iván. Él apreciará cada gesto de Fedyor como único. —Me guiaron hasta aquí.

Llevando sus manos sobre las de Fedyor, Iván los acerca hasta que apoyan sus frente. Ambos cierran los ojos, se concentran en sus corazones, en la sangre que corre por sus venas, en los latidos que se sincronizan. —Gracias. —Iván susurra para ellos. —Gracias por encontrarme.

—Siempre lo haré. —Fedyor le asegura. —Aún si no quisieras. —Iván se ríe ante eso. Es pequeño e intimo, pero es especial. Sólo Fedyor tiene este privilegio. —Iván. —es el turno de Kaminsky para separarlos. —¿Qué está pasando? —pregunta. —El General Kirigan-

—Nos engañó. —Iván corta sus palabras, dándole una mirada antes de explicar lo que había ocurrido dentro del Redil. —Yo... lo siento, hice tantas cosas-

—No. —Fedyor lo detiene. Puede sentir la culpa, la incertidumbre y la ira de su esposo. —No es necesario. —dice. —Iván, no es necesario. —alzando sus manos para sostener el rostro entristecido de su amor, Fedyor lo acuna con cariño. —Eso no importa, no ahora. —las disculpas estaban de más. Eran soldados, habían sido entrenados para obedecer órdenes sin cuestionar. Era su deber, sólo estaban haciendo su trabajo. Entendía la ira de Iván, el dolor de ser engañado por alguien a quien admirabas, pero eso y los errores que habían cometido no importaban en ese momento. Sólo quedaba aprender de ellos, no culparse. —Estás vivo, estamos aquí. —dice con suavidad. —Lo resolveremos, todo está bien mientras nos mantengamos unidos.

—Es cierto. —llevando las manos a las de Fedyor, las aprieta gentilmente. Comparten una larga mirada hasta que se acercan en un beso que ambos necesitan.

Amantes Heartrender [Fivan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora