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Siento la calidez de tu corazón.
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   Fedyor es un amante del invierno, siempre encontró maravilloso el hermoso cuadro que la nieve pintaba en el Pequeño Palacio durante las sutiles nevadas. Sin embargo, no podía disfrutar de esos helados días tanto como le gustaría. El problema era su cuerpo. Era uno de los soldados más fuertes del General Kirigan, pero cuando llegaba el invierno era el primero en enfermarse y último en recuperarse. La gripe le atacaba de inmediato, el más mínimo viento frío le hacía comenzar un ataque de estornudos, era frustrante. Por eso, cuando la nieve comenzaba a caer, Fedyor era enviado a tareas de oficina. Tenía completamente prohibido participar en misiones de campo hasta que el invierno pasara. Él cree que la decisión del General Kirigan quizás fue influenciada por su mano derecha, el destacado Heartrender Iván, su esposo.

Fedyor se quejó, mucho, sobre esa decisión. Era un soldado como cualquier otro, si se le necesitaba en el campo de batalla allí debía estar sin importar la condición del tiempo. Sin embargo, el General Kirigan fue bastante claro sobre su orden, degradandolo a organizar papeles y leer documentos durante los largos inviernos. A veces, ni siquiera el General Kirigan podía ir en contra de las peticiones de Iván, quien era terco, dramático y sobreprotector cuando se lo proponía.

Sin embargo, lo más molesto del invierno no era sólo estar encerrado en el castillo como una princesa con labores aburridos, sino el hecho de que no podía estar con Iván en batalla, protegiéndolo; asegurando que regresara a casa. Estaba acostumbrado a separarse de vez en cuando, pero eso nunca había disminuido el miedo de no volver a ver a Iván con vida. Eran soldados y sabían que era una alta posibilidad por su labor, pero también eran humanos y estaban enamorados. Sus corazones, irónicamente, estaban involucrados en toda esa guerra sin fin.

Así, los inviernos, aunque bellos, también se volvió la época más triste para Fedyor.

Suspirando una cálida exhalación, puede ver su aliento en el vaho que se forma frente a él. Está en el jardín trasero del castillo, de pie admirando el blanco que cubre absolutamente todo. Si se queda allí inmóvil, el tiempo suficiente, también comenzara a llenarse se nieve. Es un poco irresponsable de su parte, sabiendo lo delicado que es contra el frío. Pero no le importa, Iván no está para regañarlo. Lleva días en una misión que no debió alargarse tanto, por lo que se encuentra especialmente preocupado.

—Ya vuelve. —le dice a la nada, sintiendo su corazón latir con desgana. Le hacía falta su compañero, el eco de sus latidos, la casi perfecta sincronización. Llevando sus manos con guantes hacia su boca, sopla un poco de aire caliente para aliviar el frío. Santos, quería tanto que Iván regresara. Cuanto necesitaba estar entre sus brazos refugiándose del invierno.

Solnyshko. —entonces escucha, haciendo que se gire con una enorme expresión de sorpresa.

—¡Iván! —corre a la puerta para entrar al castillo, saltando sobre el hombre que firme le esperaba en el umbral. Iván le atrapa y sostiene sin problema, acostumbrado a sus demostraciones enérgicas de cariño. —Regresaste. —sonrie sosteniéndose de los hombros de su esposo, manteniendo las piernas a cada lado de su cadera. Iván lo sostiene como si no pesara, sus manos detrás de los muslos de Fedyor para evitar que caiga. —Bienvenido. —el Grisha más joven sonríe como el sol, lo que siempre mantiene caliente el corazón de alguien como Iván.

—Es bueno estar en casa. —Y eso siempre sería al lado de Fedyor, ya fuera en el Pequeño Palacio o en una carpa en alguna base.

—Temía que la nieve se derritiera antes de tu llegada. —su tono es triste, pero su sonrisa se mantiene. Ahora que Iván estaba allí, no se iría en un tiempo. —¿Cuánto te quedarás?

—Hasta que acabe el invierno. —Iván sonríe ligeramente, lo que es mucho viniendo de él. Sólo sabe sonreír para su esposo, los demás tenían suerte si hacía una mueca de reconocimiento en su dirección. —Tenemos un plan para acercarnos a territorio Drüskelle, pero no puedo hacerlo sin mi Heartrender más eficiente.

—Sabes que puedo hacerlo en este momento, sólo debes decirle al General Kirigan que-

—No. —Iván interrumpe a Fedyor, soltandolo lentamente hasta que sus pies están nuevamente contra el piso. —Si te enfermas en medio de la misión sólo será una pérdida, además de arriesgado. —dice con un ceño fruncido. —Además... —habla rápido antes de que su pequeño esposo pueda quejarse. —Tomarme unos días de descanso no es malo, en especial si los puedo pasar a tu lado, entre tus brazos resguardandome del frío del invierno. —se inclina cerca del rostro de Fedyor para dar tal confesión.

—Es cierto. —la sonrisa de Fedyor se vuelve más fina, más traviesa. —No es una mala idea descansar. —toma el kefta de Iván para acercarlo, sellando el espacio entre ellos con un beso.

Es pequeño, dulce y suave, es parte de lo que han necesitado esos días. Sin embargo, es interrumpido por un estornudo. Fedyor debe apartar a Iván y apartar la cara para no hacerlo sobre su esposo, limpiado su nariz con una manga de su abrigo. Ciertamente no es higiénico ni elegante, pero lo hace sin pensar.

—Entremos. —Iván suena como un general dando órdenes a su subordinado, incluso su postura y expresión cambian. —Está haciendo demasiado frío aquí, no entiendo por qué te gusta congelarte como paleta.

Enderezadose para enfrentar a Iván, Fedyor queda sin palabras cuando su esposo lo atrapa colocando la bufanda que llevaba puesta, alrededor de su cuello. Es agradable y huele a Iván, le hace entrar rápidamente en calor.

—No me volveré una paleta. —Kaminsky sonríe mientras sostiene la bufanda que Iván le colocó. —Sé que estarás para hacerme entrar en calor rápidamente. —quizas está intentando insinuar algo en especial, pero Iván está demasiado distraído admirando el ruborizado rostro de Fedyor por el frío, como para notarlo. 

Inclinandose nuevamente hacía el frente, Iván está vez apunta a la nariz roja del Grisha, la cual se siente exageradamente fría contra sus labios. Hace lucir a su esposo más lindo de lo que de por si es, así que es difícil negarse al impulso de besarlo continuamente.

—Por eso te ofrezco entrar. —Iván dice separándose sólo un poco, manteniendo la mirada en los ojos color chocolate de su esposo. —Prepararé una bebida caliente para acompañar en la cama.

Fedyor es tentado, obviamente. —¿Y algunos postres? —es el turno de Iván de reír.

—Y algunos postres. —se acerca para besar una mejilla de Fedyor cuando se calma.

—Entonces acepto. —despidiendose del paisaje nevado, Fedyor toma la mano de su esposo para entrar al Pequeño Palacio, ansioso por llegar a su habitación para pasar tiempo de calidad con Iván.

En esos días, el invierno se sentía especialmente cálido.

Amantes Heartrender [Fivan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora