E

21 5 0
                                        

Corazón nocturno
💘

   Iván se encamino a su habitación luego de una rápida ida al baño, cuando escucha un extraño ruido provenir de la cocina del Pequeño Palacio. Es extraño, a esa hora de la noche no debería haber nadie allí, a menos de que sea algún animal intentando robar comida. Si era así, debía hacer algo. Si lograba atrapar al infractor, seguramente sería bien visto por el General Kirigan.

Iván es un pequeño niño de diez año con un peligroso sentido del deber.

Entrando en la cocina, es sigiloso mientras observa cada pequeño espacio. Entonces, cerca de la alacena, encuentra una enorme sombra que por un segundo lo sorprende. Pero, agudizando la vista a falta de luz, encuentra que es alguien rebuscando dentro. Acercándose, encuentra un pequeño niño sobre un taburete estirándose todo lo posible para alcanzar algo en lo más alto de la alacena. —¿Fedyor? —la confusión de verlo allí le hace llamarlo por su nombre, cosa que Iván no hace con nadie.

Atrapado, el pequeño Grisha se congela en medio de su travesura. Dando una mirada, encuentra a Iván a su lado. ¡No lo había oído entrar! —Hola. —saluda de manera torpe, sonriendo de la misma forma.

—¿Qué crees que haces? —Iván suena serio, como siempre, Fedyor no necesita de luz para saber que incluso tiene una expresión severa. Sólo es unos años mayor que él, pero siempre actúa como un adulto amargado.

Sin escapatoria, Fedyor sólo puede decir la verdad. Es inútil mentirle a alguien como Iván, lo aprendió hace algún tiempo. —Intento alcanzar unas galletas. —responde.

—Sabes que no puedes hacer eso, Kaminsky. —Iván no tarda en regañarlo. -Baja de allí de inmediato.

—No. —Fedyor se niega. —No puedo dormir, sólo quiero una. —volviendo a su labor, se estira intentando alcanzar uno de los tarros con galletas que los cocineros guardaban. —Mi abuela... siempre me daba una antes de dormir, eso me ayuda. —explica en una triste confesión. Fedyor, al igual que muchos otros niños de su edad, eran tomados de su hogar cuando se descubría que eran Grishas. Kaminsky vivía con su abuela antes de ser llevado al Pequeño Palacio.

Girando los ojos, Iván se acerca al niño sobre el taburete. Comprendía, en serio, también había sido difícil para él los primeros días allí. —Te ayudaré. —le dice a Fedyor, haciendose un pequeño espacio en el taburete para poder alzarlo hasta el tarro con las galletas. Lo carga sosteniendo sus piernas, Fedyor es pequeño pero pesado, pero por suerte alcanza rápido las galletas.

Cuando Iván lo baja, Fedyor tiene como diez galletas en sus manos y dos en su boca. Es asombroso y gracioso, Iván no puede evitar reírse un poco. Sacando las galletas de la boca de Fedyor, este sonríe y dice: —¿Quieres una? —ofreciendo las que tenía en su mano.

Antes de poder responder, Iván escucha algunos pasos que se acercan desde la otra puerta de la cocina, así que toma la mano de Fedyor para salir corriendo de allí. Si eran atrapados, serían inmediatamente castigados.

Cuando entran a la habitación de Iván, no pueden evitar reírse por su travesura. Ha sido lo más divertido que han hecho desde que están allí.

—Gracias. —Fedyor le dice a Iván una vez se han calmado.

Iván ve a Fedyor sonreír, enorme, su rostro ruborizado por la risa y la pequeña carrera hasta la habitación. Como el mayor, Iván debía reprender a Fedyor, pero no puede. En su lugar, ambos se sientan en el piso para comer galletas. Es el comienzo de algo, quizás una pequeña complicidad entre ambos.

[...]

—¿No puedes dormir? —Iván aparece en la biblioteca con un plato de galletas en su mano, sentándose al lado de Fedyor, quien se encontraba leyendo un montón de documentos. Iván había despertado a mitad de la noche cuando no sintió los latidos de Fedyor a su lado, haciendo que se levantara. Sabía dónde encontrarlo, pero antes debía hacer una pequeña parada en la cocina.

Ya no eran niños, pero algunas cosas nunca cambiaban.

—Tengo la misión de encontrar a Nina. —suspira con frustración.

Acercándose para besar la frente de su esposo, Iván le quita los papeles de la mano y acerca el plato con galletas. —Come algunos, te ayudaré. —dice. —Luego iremos a dormir.

Con una sonrisa suave, Fedyor asiente. No puede creer, estando allí comiendo galletas, que logró conquistar el corazón del hombre a su lado. Hubo un tiempo en que lo pensó imposible, era una suerte que no era alguien que se rindiera fácil. Colocando su cabeza sobre el hombro de Iván, sonríe enamorado. —Te amo.

Sonriendo, cosa que sólo hacía para Fedyor, Iván acaricia el cabello de su esposo antes de corresponder el sentimiento.

Amantes Heartrender [Fivan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora