Un minuto de silencio para las jenlisa
Hoy los y las jenliseras estamos de luto :"vUn repiqueteo de tacones sobre el mármol delata que Lisa ha entrado al despacho. Si es que merece ser llamado de esa forma el hueco oscuro y frío en el que jennie pasa los días.
—Este sitio apesta —desliza su dedo sobre el escritorio, dibujando una línea en el polvo— y no me sorprende.
—¿Recorriste 25 kilómetros para exponer lo evidente? —la voz de Jennie es áspera, los tres cigarrillos que fuma al día tienen mucho que ver.
—No —garantiza Lisa con un tono bajo y vehemente.
Jennie se reclina contra el respaldo de la silla al sentir que la visitante apoya ambas manos sobre sus muslos.
—Tú sabes perfectamente lo que hago aquí, querida.
Se inclina para besarla. Sin embargo, Jennie ladea la cabeza y traga saliva.
—Dos meses… —gruñe en voz baja.
Lisa blanquea los ojos, enterrándole las uñas con más fuerza.
—No puedo venir cada dos días, tengo un aburrido trabajo que atender —se excusa en un susurro, dejando escapar débiles y provocadores gemidos contra los labios de Jennie— a menos que me des un buen motivo para cruzar toda la ciudad por ti.
Jennie aprieta la mandíbula, extiende los brazos y de un tirón coloca a Lisa sobre su regazo.
—¿Precisas una excusa superior a esta?
La sujeta por la parte posterior del cuello y sella su boca con un beso. Lamiendo su lengua y saboreándola. Consagra las manías más perversas al servicio de su placer. Lisa es éxtasis para ella.
El cuerpo de su mujer fue esculpido con el propósito de ser un tormento irresistible. Muere cada vez que transita sobre sus abundantes curvas.
Le aprieta los pezones por encima de la blusa y Lisa deja escapar un gemido. Ese sonido de satisfacción recorre a Jennie como una caricia.
—Sabes que siempre quiero más —Lisa abre mucho la boca para sacar su lengua y lamerle desde la barbilla hasta la punta de la nariz— además tengo mis condiciones.
Kim le mete las manos por debajo de la blusa, en busca de aquella piel cálida.
—Ponme atención —se queja la visitante con voz infantil.
Los labios de Jennie se encuentran entretenidos recorriendo su cuello y únicamente emite un sonido de asentimiento, que suena como un distraído «ajá».
—Quiero que venga alguien para que te ayude.
Un nuevo «ajá» por parte de Jennie, cuya lengua está más interesada en llegar a los pechos de Lisa que en formular algún cuestionamiento.
—No me estás escuchando —hace pucheros como niña pequeña. Sin embargo, echa la cabeza hacia atrás y se abre los botones de la blusa, para facilitar el objetivo de su amante— quiero traer…
Esa última oración se queda incompleta.
Jennie se apodera de uno de sus pezones con un dulce mordisco, rodeando con la boca la tierna cumbre y succionando suave. El dolor que eso le provoca a Lisa es como el pinchazo de una aguja.
—Mierda, que bien lo haces —consigue decir entre jadeos, acomodándose mejor para que Jennie continúe con su labor.
Jennie no se interrumpe. Lame primero uno de sus pechos y, después, el otro, deslizando las manos por su cintura.
Lisa se levanta de golpe, excitada hasta la locura, y se quita los pantalones. Toma a Jennie por el cuello de la blusa, para obligarla a ponerse de pie y colocándose sobre el escritorio, la aprisiona entre sus piernas.
Esta le separa los muslos y con el dedo pulgar acaricia su clítoris. El placer escala por la columna de Lisa y un suave gemido sale de su boca. La lengua de Jennie recorre la trémula abertura de su sexo, provocándola antes de hundirse en él. Y usa las manos para sujetarla, advirtiendo las sacudidas que sus caricias le generan.
—Joder, Jennie —gruñe, seducida al ver cómo la saborea de una forma tan íntima.
Esa boca fue esculpida para volver locas a las mujeres.
Gemidos descontrolados rebotan contra las paredes, mientras Jennie revolotea sobre su clítoris con el perverso látigo de su lengua.
—Un poco más. Ya sabes cómo hacerlo —dice de manera entrecortada.
Jennie succiona aquel tenso manojo de nervios. El orgasmo llega sorpresivamente y Lisa arquea la espalda cuando es traspasada por ese ardiente placer.
—Dios, querida —sigue estremeciéndose— eres demasiado buena en esto.
—Te requiero aquí —murmura Jennie aflojando el botón de su pantalón— este debe ser tu único trabajo.
Coloca la mano sobre su cuello para obligarla a bajar del escritorio. Lisa la empuja contra la silla y se arrodilla frente a ella.
—Te recuerdo que estoy aquí con una condición — se inclina y pasa la lengua sobre el interior de su muslo— y prefiero que primero cumplas tu parte…
Alarga el brazo, sujetando la mano de Jennie, y esta contiene el aliento al sentir que lame sus dedos. Los recorre con la punta de la lengua, juega con ellos, seduciéndola con perversa minuciosidad, para después metérselos dentro de la boca.
—Eso es, cielo —gime Jennie y deseosa empuja los dedos hasta el fondo de su garganta y vuelve a sacarlos.
Repite esta acción varias veces. El calor se adueña de su cuerpo como la fiebre.
De pronto Lisa se levanta. Y la tensión recorre los músculos de Jennie.
—Vas a recibir a alguien que vendrá para ayudarte —declara con firmeza sobre su boca— y cuando eso ocurra —captura el labio inferior entre sus dientes y muerde con fiereza— vas a tener esto.
Se aleja y empieza a recoger su ropa. Dejando a Jennie Kim furiosa y caliente.
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Blackpink one-shots +18
De TodoEl título lo dice todo :v Contenido solo para adultos, si eres menor leer bajo tu propia responsabilidad (aunque todos se pasan esa advertencia por el arco del triunfo)