𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟒

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La coreana corrió con rapidez al portal del apartamento de la japonesa, realmente la zona estaba cerrada y el barrio tenía prohibido el paso, pero Jihyo y Nayeon de alguna manera encontraron una solución a eso y pudieron llegar al bloque desgastad...

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La coreana corrió con rapidez al portal del apartamento de la japonesa, realmente la zona estaba cerrada y el barrio tenía prohibido el paso, pero Jihyo y Nayeon de alguna manera encontraron una solución a eso y pudieron llegar al bloque desgastado donde vivía la japonesa.

— ¡SANA! ¡SANA CONTESTAME!— Gritó a través del telefonillo mientras los peores pensamientos se le venían a la cabeza y sus ojos se humedecían.

— ¡Sana! ¡Sé que estás bien, porfavor contésta!— la azabache ahora lloriqueaba al no recibir respuesta al otro lado de la linea.

— ¡Oigan! ¡Tienen prohibido el paso!— Un agente con uniform azul les regañaba mientras se acercaba.

— ¡Está mi novia aquí dentro!— Jihyo le gritó dolida mientras las gotitas saladas corrían por sus mejillas. — Porfavor díganme que ella está bien.—

— ¿Tiene su nombre?— El chico preguntó.

— ¡Si! Ella se llama Minatozaki Sana, vive en la planta 4.— Jihyo rápidamente contestó con desesperación en la voz.

— Deja miro...— El agente introdujo el nombre de la rubia en su maquinita y revisó la base de datos. — Minatozaki Sana está en el hospital internado de Seoul ahora mismo, fue acompañante.—

— ¡Muchísimas gracias!— Jihyo abrazó con fuerza al chico y Nayeon rápidamente le tomó la mano para correr al auto junto a la azabache.

La rubia se miraba en el espejo, sus ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar, no podía creer lo que acababa de pasar y sabiendo que la suerte últimamente no estaba a su lado, no tenía muchas esperanzas

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La rubia se miraba en el espejo, sus ojos estaban hinchados y rojos de tanto llorar, no podía creer lo que acababa de pasar y sabiendo que la suerte últimamente no estaba a su lado, no tenía muchas esperanzas.

Las gotitas de agua caían por su piel hacía dentro del lavamanos, miraba las heridas en sus muñecas recordando lo que había hecho, y todo porque le rompieron el corazón.

Nuevamente se arrepintió de sus actos debía de admitir, siempre se arrepentía después de hacerlo, pero aún así, siempre lo volvía a hacer.

Sus manos corrían por sus cabellos rubios mientras la presión en su pecho aumentaba. Los ataques de ansiedad no eran ya tan frecuentes en ella, pero cuando pasaban, le daban fuerte.

My Sweet Strawberry || SAHYODonde viven las historias. Descúbrelo ahora