1. La falla técnica

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LA FALLA TÉCNICA.

Hola. Mi nombre es Kurt Cobain.

Nací hace veintisiete años, en un pueblo cercano de Seattle, donde las nubes grises nunca habilitaban al sol, por lo que fui criado bajo la humedad y la tristeza.

Mis padres se divorciaron antes de llegar a ser adolescente, por lo que mi adolescencia fue un desastre. Y como forma de descarga, usé la música y la marihuana en un camino sin fin. Gracias a estas formas de descarga, llegué a lo más alto de la música, y también a convertirme en drogadicto. No es algo que admita a menudo, pero hoy lo hago.

Porque hoy es especial.

Hoy es cuatro de abril de 1.994, y es mi último día con vida. Mañana, todo acabará.

Supongo que el mundo no está hecho para todos. Existen quienes somos más sensibles, y no estamos aptos para vivir aquí. Ni en ningún lado.

Me hubiera gustado dejar una nota, una última palabra, despidiéndome de los que se quedaron, pero ayer no tenía el mismo pensamiento que tengo en este momento sentado en el cómodo asiento de un avión de lujo.

Odio las fundas de este lugar. Odio tener privilegios. Odio vivir como un rico. Pero me hubiera suicidado mucho antes si primero no conocía el gusto de la riqueza, de la comodidad, de los privilegios.

Veo a la azafata ir y venir de un lado a otro, sirviendo café a mi mánager y mi guardaespaldas. Me pregunto si ella también tiene problemas, si ella sobrevive a todos ellos, si ella nunca pensó en hacer lo que yo estoy pensando hacer. Giro mi rostro, observo a Kevin, mi guardaespaldas, y me pregunto de dónde saca la fuerza que lleva consigo mismo. Él es huérfano, inmigrante africano, y hace poco su hermana ―que era su única familia― fue asesinada. Aun así, Kevin sonríe y viene a trabajar todos los días como si le gustara vivir.

Me hace sentir más culpable de no poder soportar la riqueza, mis experiencias de adolescente, y la vida en sí.

Coloco mis mechones rubios detrás de mis orejas justo cuando Kevin posiciona su mano sobre mi rodilla y dice:

―¿Estás bien?

Toda mi vida recibo la misma pregunta cuando la tristeza se trasluce en mis ojos, y actualmente mi respuesta es «estoy perfecto» porque hubo un tiempo que aclaraba lo que me estaba pasando, esperando que alguien tuviera la solución perfecta para ayudarme, pero todos terminaban respondiendo «ya mejorarás, eres joven aún, no tienes idea lo que te queda por vivir». Así que aprendí a contestar:

―Sí, estoy perfecto.

―¡Eso es, campeón! ―sonrió con sus dientes blancos y brillantes, dándome una palmada en mi rodilla―. Saldrás de esta, ya verás. De hecho, te traje un libro ―quitó de debajo de su brazo un cuadernillo de tapa roja―. «La Metamorfosis» de Kafka, ¿Lo conoces?

Sonreí a medias.

―No, no lo conozco.

―A mí me ayudó mucho a ver las cosas de otra manera, tal vez te sirva a ti.

―Gracias Kevin, en otro momento leeré. ―o nunca.

Kevin no respondió, y se limitó a guardar el libro debajo de su asiento.

Llevo mucho tiempo tratando de salir de mi vida. Y hoy, hoy será la última vez que lo trataré, porque esta vez me iré para siempre.

Y es que ayer desperté pensando que era un día más para sobrevivir, para levantarme obligadamente y soportar las horas que lleva la vida cotidiana. Hoy, cuando cambié de rutina y me tomé un boleto hasta aquí, al jet privado de mi discográfica, encontré la solución. Y ahora que la tengo, no quiero vivir un segundo más sin cumplirla.

PERDIDOS EN EL TRIÁNGULO ||KURT COBAIN X AXL ROSE||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora