PERDIDOS EN EL TRIÁNGULO ||KURT COBAIN X AXL ROSE||

6. La revolcada

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La revolcada.

Por suerte, Axl despertó mucho mejor al siguiente día. Sin embargo, no transmite palabras. Sus coloridos ojos ahora están cansados, algo grises, y caídos.

Todavía está tratando de reponerse de la fiebre. Pero también está tratando de reponerse emocionalmente, y creo que hoy algo cambiará en él.

Sobre el mediodía, se levantó finalmente de su asiento, pasó por mi lado dándome un pequeño empujón con su hombro y caminó unos cuantos pasos por dentro de la selva hasta llegar al accidente del avión.

Lo seguí silenciosamente, porque en verdad, no tengo nada para hacer.

Axl se paró frente los cadáveres y las pequeñas partes del avión dispersas por varios puntos del lugar. Yo me apoyé en un árbol, justo detrás.

No puedo verlo de frente, solo veo su postura de atrás, con aquel cabello rojizo brillante que llega hasta su cintura. Axl se mantiene algunos minutos allí, contemplando todo, y puedo notar cómo tiemblan sus puños. Sé que está aguantando el llanto. Se nota en sus hombros, que suben y bajan en pequeños saltitos.

Escucho un gran suspiro de su parte, y cambia de postura para caminar lentamente sobre cada uno de los cadáveres, cerrarles los ojos, aguantar el olor y levantarlos de allí.

Lo hizo uno a uno. Sin asco, sin rechazo, y sin lamentos. Y lo que más me sorprendió: Sin lágrimas. Se mantiene con un rostro endurecido y firme.

Los enterró uno a uno, y después, cuando regresamos a la cabina, se desplomó en un llanto por un buen rato.

Llegada la noche, ninguno de los dos dijo nada.

Yo no fui capaz de ayudarlo durante el entierro, solo de observarlo. Y algunas imágenes siguen dando vueltas en mi cabeza. De hecho, Kevin fue el que más me dolió.

―Pronto regresaremos a casa ―dijo él.

Su voz sonó ronca ya que no emitimos ni un solo sonido en todo el día.

Se dio la vuelta y se acostó a dormir. Por suerte, yo tardé poco en caer profundamente dormido, algo que no sucede regularmente.

Descansé como cuando era niño y estaba abrigado de mantas y besos de mi madre por todas mis mejillas. Solo que ahora estoy despertando con un par de toallas abrigándome, con el sol apareciendo en el fondo del mar, con los árboles alrededor de la cabina, y con Axl prendiendo una fogata.

Desayunamos o almorzamos, ya da igual, un par de pescados cada uno y luego nos dirigimos a la laguna para bañarnos.

No hay nadie que me presione a salir del agua así que estuve un buen rato nadando desnudo sobre la laguna, con Axl desde el otro lado apenas observándome de reojo. Llegado un momento, él me siguió también nadando y tomando su distancia, y sin saber exactamente a qué parte de la selva llegamos, caímos sorpresivamente de una pequeña cascada.

Las carcajadas fueron inevitables por parte de ambos.

Él apenas se levantó dejando enseñar su cintura desnuda, y comenzó a salpicarme con sus manos. Y pronto nos introducimos en una guerra de agua.

Había olvidado lo que era sonreír. De hecho, me dolió la piel del rostro cuando estiré mis labios para largar una carcajada tras otra.

Axl terminó balanceándose sobre mí, tomándose de la cintura y tirándome sobre la arena. Nos revolcamos un rato dando vueltas sobre la orilla de la laguna mientras peleamos con nuestros cuerpos para deshacernos del otro. Y no nos importa que el barro y la arena nos vuelven a ensuciar.

Estoy tan sumergido en las carcajadas y en la pelea que cuando nos cansamos y quedamos recostados uno al lado del otro sobre la arena, dije:

―¿Podemos hacerlo devuelta?

Axl respiró profundo y... Seguimos revolcándonos.