5. La fría noche

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La fría noche

Los días pasaron, y admito que me estoy aburriendo y muriendo. Axl me ofrece todo tipo de carnes ―que no tengo idea cómo hace para cazar tan fácilmente―, pero tengo el estómago cerrado. Apenas me habla o mira, pero cuando lo hace es para decirme que coma algo.

Me la paso sudando, deseando una buena dosis y haciendo humo con mi boca como si estuviera fumando. Hay noches que no puedo dormir, que termino en el mar con el agua hasta el cuello. Al principio, Axl se levantaba a los gritos y corría a buscarme, quitándome a los empujones del océano, sacudiéndome mientras exclamaba «¿¡Qué te pasa!?» y luego me abrigaba con toallas y me rodeaba en sus brazos un buen rato hasta acostarme en mi asiento. Ahora se acostumbró a mis actitudes suicidas, y ya casi no reacciona, se da la vuelta y continúa durmiendo.

Tampoco me estoy bañando, hasta ayer estaba sucio y oloroso. Mis mechones de cabello estaban totalmente pegados entre sí, mi piel seca y llena de arena, y mis uñas negras.

Ayer estaba sentado en el medio de la playa, esperando que llegara la noche, cuando Axl me recogió por atrás pasando sus manos por debajo de mis axilas y me levantó. No me quejé, solo caminé a través de sus empujones hasta llegar a la pequeña laguna.

Sin decir una palabra, Axl me quitó las prendas de mi cuerpo suavemente y me ingresó a la cascada de la laguna para bañarme.

No me resistí. Me mantuve quieto sintiendo sus delgados dedos por mi cabello, quitándome la suciedad y luego paseando por mi cuello y mi espalda. No se animó a enjabonarme más abajo.

Con otro empujón me quitó de allí y me abrigó con toallas nuevamente. Me llevó casi abrazado hasta la pequeña cabina, y me recostó en mi asiento. Tomó mis prendas, las lavó y las tendió sobre el techo. Hecho esto, quitó del fuego unos pedazos de carnes y me ordenó comer.

Apenas comí. Pero algo pude masticar y tragar. Después de todo, se lo debía.

Axl se durmió a mi lado, observándome algo preocupado, y hoy despertamos sin ánimos.

Él está cansado y aburrido, se le nota en su expresión facial. Y ojalá yo pudiera darle mejor compañía, pero soy un completo inútil en este mundo.

No merezco estar aquí, con él, debí haber muerto en el accidente del avión.

―No quiero que te mueras ―dijo de la nada, cuando el sol nos impactó a ambos y tuvimos que achinar nuestros ojos―. No soportaré otra muerte. ¿Puedes hacerlo?

―¿No morir?

Asintió, y continuó:

―Me siento demasiado culpable de no haber salvado a mis amigos y compañeros de trabajo, así que no me hagas sentir peor. Después, cuando regresemos a casa y cada uno vuelva a su vida, haz lo que quieras. Suicídate, si quieres. Pero no aquí.

Asentí.

Es un buen plan.

No sé si aguantaré, porque ya no quiero respirar, pero haré un esfuerzo para aplazarlo lo máximo posible. Últimamente estoy cansado de los esfuerzos, sin embargo, esta vez estoy demasiado expuesto.

Me sorprendió que el resto del día Axl se quedó recostado en su asiento, adormilado y con poco ánimo. Tal vez, al pasar los días, su ilusión de regresar a casa sea cada vez menor, o tal vez hoy no siente ganas de cazar y alimentarse. Tal vez le contagié mi estúpida depresión. Hay especialistas que dicen que es contagiosa.

Yo tampoco tengo hambre, ni ganas de hacer nada, así que también dormí el resto del día. Pero llegando el atardecer, Axl me golpeó el hombro haciéndome despertar de un susto y dijo:

PERDIDOS EN EL TRIÁNGULO ||KURT COBAIN X AXL ROSE||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora