Capítulo XXX. Desolado.

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Valt recargó su cabeza en el cristal del auto y vio por el retrovisor al arrogante Shu Kurenai caer de rodillas al suelo. Una sonrisa amarga adorno su cansado rostro mientras tapaba con su mano sus ojos. No podía creer que el arrogante Shu Kurenai lo fuese a buscar. No lo esperaba tan pronto.

Había pensado que encontrarse con él sería caótico, sin embargo, fue mucho mejor de lo que imaginó. Ahora estaba completamente seguro, él ya no amaba a esa escoria. Ni siquiera lo odiaba, pero el sabor amargo que le dejó en la boca no cambio ni siquiera cuando tomó un sorbo de agua.

Cuando lo vio en la puerta, su corazón latió con rabia. Realmente odiaba ver ese rostro lleno de ego. Pero cuando se acercó a él, lo desarreglado y demacrado que se veía le sorprendió, pero no hubo ninguna reacción que lo delatara.

El Shu que tenía frente a él estaba completamente diferente. Los ojos arrogantes y fríos con los que solía verlo ya no existían, ahora, la mirada de Shu reflejaba tristeza, arrepentimiento y dolor.

«Ja, ¿De verdad puede mostrar esos sentimientos por mí?» Se preguntó, pero pronto él mismo se dio la respuesta—. No, ese bastardo no se conmovió con mis ruegos ni lágrimas, nada de lo que sufrí y me arrastre logro conmoverlo, él lo hace por Sasha, únicamente por ella. Shu Kurenai sigue pensando en mí como su maldito juguete, sigue pensando que yo únicamente sirvo para llevarme a la cama y tírame cuando guste. —Se río amargamente de él.

No podía creer todo lo ciego que estuvo. Lo amo con locura, y al final, casi se vuelve loco por su culpa.

Los recuerdos eran tan vívidos que seguían doliendo como si hubiesen pasado el día anterior. Al ver a Shu recordó todas las veces que sus ojos se llenaban de lágrimas estando de rodillas ante él. ¿Cómo podría creer en sus palabras?, Shu nunca lo había amado, y mucho menos lo iba a amar ahora que habían pasado tantos años separados, pero eso era lo de menos.

Kurenai era cosa del pasado.

Valt arrugó las cejas con rabia. Shu sí que era descarado, habían pasado años y seguía esperando que él le rogara y lo amara como tonto. Pero el amor de adolescente ya no existía. De hecho, ya no existía ningún tipo de amor hacia Shu... ni hacia nadie.


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Shu tardó unos minutos en levantarse del sucio pavimento y regresar a su auto. Antes de arrancar se quedó llorando en silencio, maldiciendo sus malas decisiones del pasado.

Después de recuperarse un poco, decidió ir a su casa. Aquel lugar aún conservaba algo de la esencia de Valt. Al menos en ese lugar podría sentir que aquella persona aún le pertenecía, que aún lo amaba y añoraba por él.

Al llegar, la soledad era tanta que lo abrazó al instante. Eran las dos de la tarde, pero Shu sentía que estaba sumergido en un poso oscuro y sin salida. Las cortinas oscuras no dejaban un solo hueco por dónde la resplandeciente luz del sol se filtrará, la ventilación estaba encendida y el gélido aire que circulaba causaba escalofríos. Todo eso le hacía sentir la soledad en la que vivía. No había algún sonido de nada, incluso un alfiler cayendo se podría escuchar.

El dolor de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora