Capítulo XVI. Aunque te duela.

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Ese día, Valt volvió a bajar la cabeza y aceptó en silencio las exigencias de su esposo. Pensó en reclamarle, decirle que, aunque hacia mucho se había acostumbrado a que no era ni sería el único que su vida, no podía aceptar ser quien cuidaba de ella, de una de sus amantes. Sin embargo, conociendo el temperamento de Shu no dudaba en que fuese a golpearlo, ahora tenía una vida que proteger, no podía actuar precipitadamente dejándose llevar por los celos.

—Es bueno que lo entiendas —Shu dejó de sostener su rostro y acomodo su corbata, caminó hacia el escritorio y sacó un cigarrillo y lo encendió. Valt había escuchado por el médico que el humo del cigarro o el alcohol afectaba a las personas en estado de gestación, sin embargo, aunque agarró el asa de la puerta no pudo abrirla. Apretó la mano alrededor de la perilla y preguntó con voz débil y dolida.

—¿Ella es... tu amante? —Los había visto juntos en televisión, también recordaba claramente que Shu no negó estar interesado en ella, ahora la traía a su hogar con el fin de cuidarla, conociendo la personalidad de Shu no se preocupaba por nadie irrelevante, ni siquiera por él lo hacía.

—Vete, tengo cosas que hacer —Dijo después de un prolongado silencio. Valt no volvió a preguntar y salió cabizbajo. Dicen que el silencio dice más que mil palabras, era verdad.

Shu no negó ni aceptó tener una relación con ella, y no hacía falta, su silencio era la confirmación a esa relación extramarital. Valt se recargó en la pared a lado de la puerta, agarró con fuerza la camisa sobre el corazón, le dolió, pero, por alguna razón, era menos doloroso que antes. Tal vez era por costumbre o porque ahora, aunque amaba a Shu, ya no se sentía tan solo como antes debido a su hijo, por lo que la confirmación sobre la relación entre Sasha y Shu no fue tan doloroso como creyó que sería. Dejó caer unas cuantas lágrimas antes de regresar a la sala de estar.

Sasha se había movido ágilmente con la silla de ruedas hasta llegar a la cocina, él se acercó, aún tímido por estar frente a su rival en el amor—. ¿Necesitas algo? —Preguntó mordiendo sus mejillas internas.

Sasha vio la resistencia del chico a servirle, era normal esa reacción, ella sabía que Valt no sólo era un "perro" o un "huérfano al cuidado de Shu", Valt era legalmente el esposo de Shu Kurenai, pero la insistencia de Kurenai en llevarla para que Valt la cuidara le dejó claro que, aunque Valt fuese la pareja legal, en su corazón, ella tendría mucha más validez y pesó que ese tonto huérfano. Una sonrisa mordaz adorno sus delgados labios. Serán muy divertido los siguientes días.

—No te preocupes si no quieres hacerlo, yo aún puedo caminar —Valt la vio levantarse de la silla, Sasha parecía estar bien de salud, comenzó a dudar si lo de cuidarla sólo era excusa de Shu para llevarla y tenerla cerca.

—¿Qué estás haciendo? —La voz fría de Shu le erizó la piel. Valt se giró estaba por hablar, pero Shu pasó a su lado empujándolo haciendo que casi cayera al suelo—. ¡Te dije que la cuidaras, ¿Por qué la dejas levantarse?! —Gritó mientras agarraba a Sasha con delicadeza. Ella se recargó 'débilmente' en el pecho de Shu, su cuerpo temblaba y apretó ambas manos contra su pecho.

Con una mirada lastimera vio a Shu— No lo regañes, de verdad puedo cuidarme. Si no está dispuesto no podemos obligarlo, es mejor que regresé a casa —Valt se quedó sorprendido por la actuación que estaba brindando Sasha. Vio a Shu acariciar el rostro afligido de ella, Valt se rio amargamente en su corazón, su esposo, la persona que más amaba estaba siendo tan cariñoso con quien decía, era sólo una amiga. El destino debe de estar riéndose de él.

Se sintió como en una novela barata de romance en donde él era la tercera rueda en la relación de los protagonistas, verlos así de unidos sólo le hizo formar una mueca de disgusto en su rostro, se podía interpretar como una sonrisa burlona, pero no era una burla hacia ellos, no, era una burla hacia él mismo. Debería de estar pagando un muy mal karma de su vida pasada, o por qué tenía que ver a su esposo ser cariñoso con alguien más, por qué tenía que verlo dándole el amor que él nunca ha recibido.

El dolor de amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora