III

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A veces Valentina me daba unos dolores de cabeza horribles, era difícil entenderla a ella o a sus berrinches, ya no tenía nada que hacer aquel día, a menos de que se arrepintiera y volviera, pero ella es demasiado orgullosa como para aceptar que estuvo mal. . .

Me senté en mi cama y estiré mi remera. Agarré mi discman y puse el cd de "Clix Modernos", sonaba de fondo la voz de Charly García, me acosté en la cama mirando al techo, poco a poco fui cerrando los ojos y me terminé durmiendo.

Soñaba con algún momento lindo en todo esto que estaba pasando, sabía que todo iba a mejorar dentro de poco, había estado pasando una mala racha, pero podía sentir como la suerte me seguía de lejos como para entrar en el momento indicado pero. . . ¿Cuando?

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Desperté con un dolor de cabeza terrible, eran las seis de la tarde cuando lo hice. Fui a buscar un ibuprofeno para mi cabeza, pero no había nada, así que me puse zapatillas y salí a la farmacia. Al volver me tomé una pastilla, comí y me fui a dormir, otra ves.

Soñaba con imágenes de mis recuerdos, no daban miedo, pero eran imágenes que me hacían recordar malos momentos, estaba despierta, pero no tenía ganas de abrir los ojos. Terminé sediendo y abrí los ojos.

Abrí la ventana y me senté en el marco de la misma. Contemplaba las estrellas y la luna desde la ventana, mi pieza estaba en un entre piso, por lo que era como estar en un segundo piso.

Tenía ganas de dormir, pero no tenía ni una pizca de sueño como para dormir. Fui a buscar algo para comer, en ese momento me sentí observada, miré por la ventana, no había nadie. Volví a mi pieza, cerré la ventana, no sin antes ver si había alguien, nada, me dormí con toda tranquilidad, tranquilidad inexistente, todavía sentía que me miraban, pero no sabía ni quien ni desde donde.

Desperté por el ruido de que alguien tocaba la puerta, grité "Ya va" lo suficientemente fuerte como para que se me escuchara atrás de la puerta. Me puse ropa decente y me arreglé mínimamente, esta vez dejé mi pelo suelto, apenas lo peiné, no tenía ganas de atarlo. Miré el reloj, eran las dos de la tarde y ni siquiera había desayunado. Abrí la puerta y ahí se encontraba Gustavo con una remera gris oscuro de "The Police", una chaqueta de látex negra y un jean. Estuvimos callados durante unos segundos y después habló.

—Hola, ¿Puedo pasar?

—Claro, claro, pasá. —Me dí la vuelta y caminé a la cocina para que me siguiera. Puse la pava con agua en la hornalla para preparar unos mates. —¿Cómo estás, Gus?

—Bien, ¿Vos estas bien?

Por alguna razón sentí que esa pregunta era un insulto. —Sí. . . ¿Por qué no lo estaría?

—No lo sé. . . ¿Por qué no lo estarías?

—. . .Pues. . .—Ya me estaba confundiendo, Gustavo se rió, yo reí también, pero no sabía por qué. Había el logrado engañarme para que yo le dijera por qué no estaba bien, pero yo estaba bien, no me gusta estar así de confundida. . .

El y yo nos sentamos en la mesa, el uno al lado del otro. —Bueno, ¿Qué pasatiempos tenés? —Era difícil imaginarse que no nos habíamos preguntado eso después de que hablamos durante dos horas o más.

—Pues. . . Soy guitarrista y cantante de una banda, le está llendo bien.— Esto estaba coincidiendo con lo que me preguntó Valen pero lo ignoré.

—¡Que lindo! ¿Cómo se llama?

—Soda Stereo.

—Me parece que la eh oído en la radio. . . ¿Es la de "Tratame suavemente"? Esa es buena.

—Si, es esa, Muchas gracias. ¿Vos?

—Yo. . . Nada, estoy buscando algo divertido para hacer, quizás básquet. . .

—Que lindo.

Gustavo y yo estuvimos charlando sobre pasatiempos, sueños en la vida, o algo así durante dos horas mientras tomábamos mates. Gustavo recibió una llamada, parecía que la llamada lo muy puso nervioso.

—Hola, si. . . No, no estoy en casa, no vayas. No seas así. . . Bueno. Bueno bueno, ya va. —El colgó. —Che, me tengo que ir. Perdón.

—No, no pasa nada. Chau. —Dije mientras lo despedía con la mano.

—¡Chau!— Dijo tratando de sonreír.

El se fue. Pocos minutos después de terminarme un par de mates decidí ir a pasear, el verano se estaba volviendo algo aburrido, sobretodo cuando vivís lejos de la playa, o cualquier otra cosa así. Lo único bueno eran las fiestas, pero el calor las cagaba.

Se había echo de noche, yo estaba pasando por un callejón medio peligroso, traté de hacerme ver grande y pasar sin sentir miedo, pero me fue imposible. Sentía la misma presencia que había sentido en la noche, no era una presencia normal. Caminaba rápido, no había ni un ruido, ni una sombra de más, pero sentía como me miraban. Abrí el pecho y tomé aire para seguir caminando recta y sin miedo, pero no logré llegar al final del callejón sin encorvarme.

S I G N O S - Gustavo Cerati Y Tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora