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Jeno era un monstruo, de eso Jaemin no tenía ninguna duda.

Al principio Nyx, o Renjun como lo llamó Jeno anteriormente, se quedó quieto en el mismo lugar. La fría mirada del ángel era como un tempano de hielo, uno bastante filoso capaz de atravesar al demonio que batía las enormes alas tras su espalda, a punto de pelear.

Ambos hombres protagonizaban una verdadera contienda de miradas, misma en la que ninguno de los dos planeaba ceder; ni siquiera la criatura más suicida del planeta se atrevería a cruzar su camino en medio cuando esos dos planeaban cortarle la cabeza al otro. Nadie a excepción de Mark, claro, el pobre demonio era quien traía consigo la espada y escudo de Jeno.

─Gea, llévate a Jaemin y al humano maltratado. Mark y los demás acaben con las distracciones y ni se les ocurra detenerme, los ojos de Renjun serán una bella decoración para mi repisa─. El tono de voz utilizado por Jeno era determinado, incluso burlón; eso enfadó al ángel ya que no era visto como un igual.

─Eres sólo un parásito terrenal, Jeno─. El ángel contraataca, este también traía consigo su espada y escudo que anteriormente le había pasado uno de los sacerdotes.

Al principio Jaemin creyó que solamente se dirían algunas palabras hirientes y usarían armas para desvanecerse entre sí mismos, pero todo se tornó intenso cuando ambos hombres empezaron un combate cuerpo a cuerpo con ayuda de las espadas. Para los humanos no era común, pero en el cielo se realizaban esa clase de duelos para decidir quién tenía el poder. El demonio conocido como Mark tuvo que atacar a los sacerdotes que aún seguían allí, ya que estos estaban dispuestos a llevarse a Jaemin y no podía dejar que algo como eso sucediera; apresurado, desató al rubio de la camilla y lo cubrió con su abrigo para después sacarlo corriendo de aquel lugar.

Gea llevaba a Kun en brazos, para su suerte los demonios tenían poderes sobrenaturales o no sería posible explicar que una mujer de estatura inferior al promedio sea capaz de cargar un hombre tan grande como el profesor y que, incluso, luciera como si este no pesara nada en lo absoluto.

─Jefe, opino que deberíamos llevarlos al lugar protegido─. Mark pensó brevemente en la opción y después asintió.

Jaemin no tenía ni la menor idea de qué estaba pasando alrededor. Sus muñecas y tobillos dolían pero no podía pensar en eso, ni siquiera era capaz de pensar en algo coherente y mucho menos lo hizo cuando cayó inconsciente en los brazos de Mark.

Ajenos a la situación y a todo lo referente con aquel humano, Jeno y Renjun blandían cada uno sus espadas mientras caminaban en círculos; ambos hombres brindaban un espectáculo, el mal y el bien se enfrentaban con tanto odio que la tensión era visible. Renjun fue el primero en atacar, confiado, pero Jeno logró esquivar limpiamente el filo de la espada. El demonio aprovechó un momento de descuido para asestar varios cortes en las piernas del ángel, el cual chilló adolorido por las profundas heridas.

─Vamos, creí que sería más difícil vencer a la puta de Doyoung─. Jeno se burla descaradamente de Renjun, el cual aún seguía dispuesto a darle pelea incluso si perdía una de sus piernas.

─Te da envidia que ahora yo sea su favorito─. Renjun atacó, aún le costaba estabilizarse y seguramente caería de no ser por sus alas.

Un nuevo ataque por parte de Renjun, Jeno volvió a esquivarlo con total éxito y por unos segundos sus espadas estuvieron golpeándose entre sí.

Ambos eran buenos guerreros, cada uno lideraba su propio ejército y en algún momento habían entrenado hombro a hombro para enfrentar las posibles amenazas en el reino de los cielos. Era increíble como su amistad se arruinó por la persona que Jeno alguna vez amó. Renjun no daba tregua a los ataques, poco a poco ambos iban ascendiendo gracias al movimiento de sus alas para facilitarse el movimiento a la hora de pelear; una pelea en las alturas era más arriesgada, pero emocionante.

Our Lady of Sorrows ─Nomin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora