Basilio Ventura

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Basilio Ventura, Hombre con fama de guapo para la azada, de malevo, de persona ágil para el sable, de poca paciencia, y de nunca evitar un conflicto.
Basilio Ventura, Hijo de una fila larga de cuatreros y malevos. Hijo de Basilio Padre, famoso por ser más el número de muertos por su sable, que el de años que vivió. Nieto de Rubensindo, apodado "El Anima", de quien se dice que era hijo del mesmo Segundo David Peralta, Alias "Mate cosido", así le decían y así lo recuerdan. Quien se cree que no murió esa tarde, y escapo de la miliquiada cambiando su nombre.
Basilio Ventura, Apuesto, siempre de buenas mozas. Con fama de amante feroz. Y aunque naides lo vio con ninguna, todas las guainas de la colonia lo deseaban al guapo y feroz de Basilio Ventura.
Rápido es el sablazo del destino, pero más cuando el destino de todos se mueve tan cerca. Porque aunque la colonia estaba llena de guapos y canallas, ninguno en el pueblo se comparaba con Basilio Ventura, solo uno estaba así de cerca, Clementino Mendoza, pero ni él se animaba a hacerse al guapo de Basilio.
Pero no tubo opción, cuando su prometida cortó lazos, porque notó que no la amaba, su corazón era solamente para el valiente de Basilio Ventura.
Clementino Mendoza, hombre guapo para la azada, ágil para el sable, de poca paciencia, y era sabido que nunca evitaba un conflicto, pero un conflicto con cualquier gaucho no es lo mesmo que un conflicto con Basilio Ventura.
Y ahora, el pobre de Clementino, derechito pa'lo de Basilio anda. Enojao con quien era su guaina, enojado con el desgraciao de Basilio, pero mas enojao con con el mesmo, porque sabía que era corajudo, pero hace falta más que eso para desafiar a Basilio Ventura.
Ni bien llegó a la pulpería, se plantó en el mostrador y pidió una grapa con miel, la tomo de un trago y encaró directo a Basilio. A quien se le paró al costado y le dijo en voz alta, pa'que todos escuchen: "usté y yo tenemos que hablar. No tenía nada en su contra, pero meterse con mi guaina, no se lo vi'a permití".
Basilio Ventura no lo miró, siguió sentado viendo las cartas, largo el siete de oro, tomó un trago de vino y entonces se puso de pie. Se paró de frente al pobre de Clementino, que pensó pa'dentro: "malaya, debí tomarme otra grapa". Pero Basilio, pa' sorpresa de todos, solo le dijo: "entiendo porque anda retobao. Jamás le quité la china a naide, pero si quiere que lo arreglemo como hombres, lo espero a las siete con las armas, acá enfrente para hacerlo como se debe."
Este gaucho, Clementino, sabía que el gran Basilio Ventura sabía de sus nervios, de su miedo. Ese miedo que impone un gaucho de casi dos metros de largo, que para colmo todo el pueblo sabía de su fama de bravo y cuchillero.
Pero Clementino, un poco por honor y otro por agradecimiento, acepto la invitación para venir bien temprano, y sacar dentro toda la furia. Pero sabía que necesitaba más que solo una grapa pa' tan valeroso recao.
Clementino Mendoza, pobre gaucho que solo buscaba satisfacer su dolor por ese amor que no fue, y ese honor que perdió. Ahora había pasado tuita la noche pensando en si valía la pena, era joven y podía conseguir otra moza, y que eso del honor estaba sobrevalorao. Que tanto no le gustaba esto del sable, que si no se iba a otro pueblo y ponía algún negocio. Una tienda de ropa pensó, eso junta mucha plata.
Pero, Clementino Mendoza no podía dejar las cosas así, su cabeza no le dejaba. Porque si bien si creía que estaba sobrevalorao, había crecido con la idea de honor.
Así fue que a las seis y media, Clementino Mendoza se presentó en la plaza frente a la pulpería, esperando a Basilio Ventura. Pero cuando se hicieron las siete, este no apareció.
Y ya bien dentrada las ocho, Clementino fue al rancho de Basilio, golpeó las manos, pero naide le contestó.
Ya preocupado por su contrincante, Clementino dentró pa'saber que pasaba, encontrando sólo la tapera, vacido el rancho.
Solo una nota encontró en la mesa, en ella se leía unas palabras de Basilio Ventura que decían "perdóneme don Clementino no poder ir, pero, malaya suerte la mía, haber nacido tan cagón".
Clementino sin saber si dar crédito a su suerte, o lamentarse de haberle tenido miedo a Basilio Ventura, decidió quemar la nota. Y no hablar más del asunto.
Con el tiempo mucho se dijo sobre aquel casi encuentro entre Basilio Ventura y Clementino Mendoza. Este último que volvió con su guaina y se casaron finalmente, como Dios manda.
Naides en el pueblo volvió a ver a Basilio Ventura, pero siempre se habló de su fama de guapo para la azada, de malevo, de persona ágil para el sable, de poca paciencia, y de nunca evitar un conflicto. Solo esa vez que se fue del pueblo para no estropear al pobre de Clementino Mendoza. Porque tenía fama de muchas cosas, pero ahora también fama de piadoso.

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