Desde pequeña me enseñaron a rezar a las diosas Ran y Frigg para que el mar y el cielo siempre estuvieran de mi lado y libraran mi destino de las calamidades que estaban predestinadas a ocurrir. Espero que en estos momentos no me fallen. Mi bebé tenía que nacer, y ciertamente no me encontraba en el mejor lugar para dar a luz. Difiero que un barco vikingo sin comodidad alguna, más que una manta de algodón y que está en plena tormenta con un mar que amenaza con engullirnos sea la mejor de las opciones. Las contracciones de mi vientre eran igual de recurrentes que los rayos y mis gritos eran acompañados por los truenos como un coro celestial. Los marineros del drakkar estaban tan pendientes de mantener la embarcación a flote que apenas notaban mi presencia.
—Ahh, diosa Ran, poderosa diosa vikinga ...— Los dolores hacían que parara mis súplicas para tomar breves inhalaciones de aire— de los mares y los océanos, protectora de los ahogados, ofrezco mi vida en tus redes sublimes, pero cubre con un manto de espuma la existencia de este pequeño ser.
—Asdis, mi princesa bendecida, sigue rogando por esa criatura que debe nacer. Debes seguir implorando a las diosas por su clemencia— escuché levemente la voz de Ragnheidr llamándome por mi nombre. Ella era una mujer cercana a los sesenta años de edad, considerada para nuestro pueblo una vitkis o sabia hechicera. Pero para mí, ella es mi madre, mi apoyo y en esta situación sería mi partera. Tenía el conocimiento suficiente y la experiencia vivida para ayudarme.
Mi rojiza cabellera estaba pegaba a mi frente, el sudor y las lágrimas se volvían uno en mi rostro; mi sencillo vestido azul encontró su máximo esplendor amoldado a mis curvas, mis blancas piernas estaban separadas y Ragnheidr se hallaba acomodando la manta entre ellas mientras que con una de sus manos tocaba mi abultado vientre.
—Si tienes razón— ahh, otra dolorosa contracción— diosa Frigg noble reina del cielo, diosa de la sabiduría, la fertilidad, el amor y el destino. A tus manos encargo la vida que está por nacer bajo tu cielo ardido en una furia tormentosa.
—Lo estás haciendo muy bien preciosa mía, ya falta poco, sigue así respira profundo y puja.
—Ahhh, me duele mucho— dije mientras seguía pujando.
—Lo sé, pero debes continuar, lo estás haciendo muy bien, eres una guerrera— decía Ragnheidr alentando mis fuerzas que poco a poco se desvanecían.
— Diosas de la sabiduría, dénme la fuerza y la inteligencia para traer al mundo a esta hija vuestra.
Sí, hija de diosas. Porque yo no era una simple mortal. Yo era una descendiente de las valkirias, las guerreras aladas que servían a Odín. Tenía una magia oculta en mi sangre, una magia que solo se manifestaba en las mujeres de mi linaje. Pero yo no lo sabía. Solo Ragnheidr lo sabía, pues ella era una vitkis. Y también era mi madre adoptiva.
Ella me había encontrado abandonada en un bosque cuando yo era una niña. Me había criado como su propia hija y me había enseñado los secretos de la magia. Pero nunca me había revelado mi verdadero origen. Lo supe luego cuando unos hombres intentaron darme captura. Ella quería protegerme de los enemigos que buscaban mi poder.
Pero ahora esos enemigos nos habían encontrado. Eran unos hombres malvados que adoraban a Loki, el dios del engaño y el caos. Habían lanzado una maldición sobre el barco en el que viajábamos, provocando una tormenta que amenazaba con hundirnos. Querían matarnos a todos, pero sobre todo querían impedir que mi hija naciera. Ella era la elegida, la que tenía el don de las diosas Ran y Frigg.
—Aguanta, Asdis. Lo estas logrando. Puedo ver la cabeza de la bebé— me animó Ragnheidr con voz temblorosa.
—No puedo más. Esos son demasiado fuertes. Han usando todo su poder para destruirnos— le confesé con angustia.
—No temas. Tú también eres fuerte. Eres tan fuerte como una valkiria. Usa tu magia para protegerte y proteger a tu hija- me instó Ragnheidr.
Tenía razón. No podía rendirme. Tenía que luchar por mi hija. Reuní toda mi voluntad y concentré mi energía en mi vientre. Sentí un calor intenso que se expandió por todo mi cuerpo. Vi una luz plateada que me envolvió a mí y a Ragnheidr. Era mi aura mágica, mi escudo ancestral.
La tormenta se intensificó. Los rayos caían sobre el barco con furia. El viento soplaba con violencia. Las olas golpeaban con fuerza el drakkar. Oía los gritos de terror de los marineros. Pero nada de eso importaba. Solo sentía el amor por mi hija, que me daba el valor para seguir pujando.
Y entonces lo escuché. El llanto de mi bebé como un canto divino que llenaba el aire de esperanza. El sonido más hermoso del mundo.
—Lo lograste, Asdis. Lo lograste— exclamó Ragnheidr con lágrimas en los ojos.
Me entregó a mi hija en mis brazos. Era una niña hermosa, con cabello rojizo y ojos plateados casi blancos como los que un día destruyeron mi ser. La acuné contra mi pecho y le besé la frente.
—Hola, mi amor. Soy tu madre— le susurré con ternura.
Ella me miró con curiosidad y sonrió.
En ese momento, la tormenta cesó. El cielo se comenzó a despejar. El mar se calmó. Pero sentí que el barco se inclinaba y se hundía bajo mis pies. Las diosas Ran y Frigg habían escuchado mis plegarias y habían salvado a mi hija. Pero a cambio habían tomado la vida de todos los demás.
Datos sobre personajes e historia:
"Asdis" se utiliza como un nombre para mujeres que son consideradas benditas o afortunadas por los dioses.
Ragnheidr significa consejo, juicio.
Drakkar embarcación vikinga, eran barcos largos y estrechos que se utilizaban para la guerra, el comercio y la exploración.
Valkiria o valquiria: son descritas como mujeres fuertes, valientes y hábiles en la batalla en la mitología nórdica.
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La hija del Mar y del Cielo.
Teen Fiction- En la noche más oscura y tempestuosa, nacerá una niña de mar y cielo. Su cuna será una balsa a la deriva, y su destino un camino incierto. - Ella portará el poder de diosas antiguas, y el valor de aladas guerreras. Su voz será la brisa en la tem...