Primera Parte:
Durante varias semanas la anciana Ragnheidr y la joven madre Asdis estuvieron alertas por lo que pudiera ocurrir. Las runas no mentían y siempre eran claras en sus mensajes. La bebé Kailani crecía como las flores silvestres, cada día más fuerte y saludable, y como la marea que sube y baja, su presencia se hacía cada vez más poderosa. Contaba casi con siete meses de vida, tan risueña, tan inocente y tan única. Su piel suave y tersa parecía estar bañada por la luz de la luna, y sus grandes ojos plateados parecían contener todo el misterio del universo. Era la personificación de la belleza y la esperanza, y su presencia iluminaba el corazón de todos los que la rodeaban. Pero sobre todo el de Asdis, quien se sentía tan afortunada de ser su madre y no podía sentirse más orgullosa de la pequeña Kailani. Cada vez que la observaba, su corazón se llenaba de amor y gratitud por tenerla en su vida.
Es por eso que, al cumplir su reina del mar exactamente siete meses, hizo un juramento de amor que resonaría en su corazón para siempre. Tomando en brazos a su pequeña, la miró a los ojos y le dijo con voz suave pero firme:
—Mi amada Kailani, eres la luz de mi vida, la razón por la cual me despierto cada mañana con alegría en el corazón. Te prometo que siempre estaré a tu lado, en cada paso del camino. Te protegeré de todo mal, te guiaré en la vida y te daré todo mi amor y mi apoyo. Siempre estaré aquí para ti, en los buenos y en los malos momentos. Me convertiré en tu escudo, tu refugio, tu mejor amiga y confidente.
Cada vez que te mire, veré el futuro que te espera, lleno de aventuras y retos, pero también de amor y felicidad. Te ayudaré a alcanzar tus sueños, a superar las dificultades y a celebrar cada victoria. Te contaré historias de grandes mujeres, guerreras y heroínas, para que sepas que puedes ser lo que quieras ser, y que no hay límites para ti.
Eres mi mayor tesoro, mi razón de ser, y haré todo lo posible para que seas feliz y realizada. Te amo con todo mi ser, mi dulce hija, y siempre te amaré. Mi corazón latirá siempre junto al tuyo. Siempre. Y para siempre.
Lágrimas de emoción rodaban por las mejillas de Asdis mientras sellaba su juramento con un beso en la frente de Kailani. Sabía que su amor por su hija era inmenso y eterno, y que nada en el mundo podría cambiar eso. Su juramento era sagrado, y lo cumpliría con todo su ser, hasta el fin de los tiempos.
Bajo un cielo estrellado y frío, los vikingos festejaban el final del verano en el gran salón del jarl Erik Bjornsson. El séptimo mes de la estación, que traía paz y prosperidad a la costa, estaba por acabar. Los vikingos tripulados por Erik habían regresado de sus expediciones con riquezas y gloria, y se preparaban para afrontar el duro invierno que se avecinaba. Entre risas y canciones, brindaban por sus dioses y por su rey.
Las llamas crepitantes de las hogueras iluminaban el rostro de los guerreros, creando sombras danzantes en el gran salón. El aire estaba impregnado de un aroma a carne asada y a hidromiel, mientras los cantos de los skalds resonaban por todo el lugar. Era una noche de celebración y alegría, en la que los vikingos se olvidaban de las penurias del día a día y se entregaban al placer de la compañía y la bebida.
Pero bajo la superficie de la fiesta, Erik Bjornsson sabía que el invierno traería consigo nuevos desafíos y peligros. Tendrían que luchar contra el frío, la escasez de alimentos y las enfermedades, y al mismo tiempo mantenerse alerta ante posibles ataques de otros clanes. Él, como jarl de su pueblo, tenía la responsabilidad de guiarlos hacia la supervivencia y la victoria.
Sin embargo, en medio de todo este caos y preocupación, Erik encontró un momento de paz y felicidad. Al otro lado del salón, sentada cerca del fuego, estaba Asdis y su hermosa niña. ¡Qué mujer, para tenerlo tan enamorado y aun así no ser nada! Aunque no podía tener a Asdis a su lado, se sentía afortunado de poder compartir ese momento con su mera presencia. La anciana también estaba junto a ellas, la vitkis se había vuelto indispensable en las planificaciones que llevaba a cabo cuando se reunía con sus guerreros. Ella y su amada Asdis sus fieles consejeras lo habían advertido de la revelación de las runas semanas atrás.
Como la tradición otorgaba, se levantó de su asiento, se acercó al centro del salón, donde todos los ojos lo miraban expectantes. Tomó una copa de hidromiel y la levantó en el aire, como señal de que iba a hablar.
—¡Escuchen todos! ¡Hablo hoy ante ustedes para hacer un juramento sagrado, que será grabado en nuestras almas y corazones por siempre! Ante los ojos de Odín y Thor, juro proteger a mi pueblo, guiar a mi hijo hacia la sabiduría y la justicia, y liderar a mis guerreros hacia la victoria. Juró ser un líder justo y valiente, y trabajar incansablemente para construir un pueblo fuerte y unido. Siempre llevaré en mi corazón a mi amada Sigrid, la madre de Leif, aunque hay una mujer que me ha robado la razón por su fuerza de voluntad. Por ese amor incondicional que les demuestra a los otros y aunque la vida nos separe, su amor será mi fuerza en la senda hacia el Valhalla.
¡Que los dioses sean testigos de mi juramento! Lo sellaré con la fuerza del hidromiel, y lo cumpliré con toda mi fuerza y coraje. ¡Así sea!
Los guerreros escucharon su juramento con atención, con las manos en sus espadas y los ojos fijos en su líder. Cuando Erik terminó de hablar, hubo un momento de silencio, en el que se podía sentir la tensión en el aire. Pero luego, uno de los guerreros, un hombre de barba espesa y ojos azules como el hielo, levantó su espada en el aire y gritó:
—¡Por la barba de Thor! ¡Juro lealtad al hijo del Lobo, nuestro jarl! ¡Lucharé a su lado en la batalla, protegeré a nuestro pueblo, y seguiré sus órdenes con honor y valentía! ¡Que los dioses nos ayuden en esta senda!
Los demás guerreros respondieron con un grito de guerra, y levantaron también sus espadas en señal de juramento.
—¡Juro lealtad al hijo del Lobo! —, gritaron en coro, con los ojos brillantes de emoción y determinación.
Erik sonrió con orgullo y gratitud, sabiendo que sus guerreros eran una fuerza a tener en cuenta, un ejército invencible. Bebieron juntos, sellando su juramento con la fuerza del hidromiel, y sabiendo que estaban unidos en un propósito común: proteger a su pueblo y seguir a su líder hacia la gloria y la victoria.
—¡Que los dioses favorezcan nuestra lucha! ¡Que nuestros enemigos tiemblen ante nuestro poder! ¡Skål! — dijo eufórico el hijo del Lobo y continuaron las celebraciones.
Datos sobre los vikingos:
Skald: eran poetas guerreros que pertenecían a la corte de los reyes escandinavos.
Skål es una palabra nórdica para expresar algo bueno, tanto para dar ánimo o fuerzas y para dar más o rendir mejor, como para sellar un brindis grupal o individual por aquello que deseamos que ocurra.
El número 7 tenía un gran significado simbólico y sagrado. Era considerado un número de gran poder y misterio, y se relacionaba con varios aspectos de su cultura y creencias.
Nota de la autora:
Espero que les parezca interesante este último dato, pues por esa significación dedique este capítulo a los juramentos pues en su cultura era muy importante el honor y la lealtad es por eso que la palabra es sagrada, y la promesa es un deber que se debe cumplir. El juramento es un acto de honor. Saludos y espero que sigan disfrutando con esta novela.😘❤️
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La hija del Mar y del Cielo.
Teen Fiction- En la noche más oscura y tempestuosa, nacerá una niña de mar y cielo. Su cuna será una balsa a la deriva, y su destino un camino incierto. - Ella portará el poder de diosas antiguas, y el valor de aladas guerreras. Su voz será la brisa en la tem...