Erik
Estaba en el gran salón, sintiéndome abrumado por las acusaciones de Ingrid. A ella la envié a una de las cabañas y ubiqué en otras a los que con ella habían llegado. Sin saber qué hacer, decidí llamar a Asdis y Ragnheidr para pedirles explicaciones.
—¡Asdis! ¡Ragnheidr! ¡Venid aquí ahora mismo! —gritó Erik, con voz ronca.
Las dos mujeres entraron en el salón, extrañadas por el tono que usé con ellas. Las miré fijamente, con una expresión dura en el rostro.
—Ingrid me ha dicho que ustedes dos planean traicionarme. ¿Es eso cierto? —pregunté con voz fría.
Se miraron entre ellas, sorprendidas y conmocionadas por las acusaciones.
—Erik, ¿cómo crees capaz de...? — Asdis paró de hablar y continuó—¡No, jarl! ¡Nunca haríamos algo así! Somos fieles a ti y a nuestro pueblo. Ella miente, mi señor. —terminó por decir, con voz temblorosa.
—Es la verdad, jarl Erik. Ingrid nos conoce desde las islas del norte, pero nunca le haríamos daño a nuestro hogar. —agregó Ragnheidr, con una expresión de sinceridad en su rostro.
Fruncí el ceño, desconfiando de las palabras de las dos mujeres.
—Lo siento, pero no puedo creerles sin pruebas. Demasiados secretos me abruman. —dije, con firme voz. Sintiendo simultáneamente un dolor punzante en el pecho. Era mi corazón, marchitándose con cada latido.
—Podemos explicar lo que ocurre, ella os engaña Hijo del Lobo. Nunca te hemos mentido, siempre hemos estado a tú lado y agradecemos a las diosas por haberos conocido, y también para tú apoyo con nosotras y mi hija —dijo la dueña, la causante de mi dolor, con los ojos cristalizados — Cumple tú juramento, no rompas tus palabras por simples sospechas de una mujer que llegó para causar el mayor de los daños.
Sin darles la oportunidad de defenderse más, las envié a encerrar en una de las habitaciones de esta imponente edificación, creyendo que eran traidoras.
Asdis comenzó a llorar por la desconfianza que le mostré y por haber roto mi juramento de lealtad. Se quitó del cuello la runa que representaban sus palabras y la tiró al suelo cerca de los pies del hombre que juró creerle por encima de todo, aunque la realidad fuese otra.
Las miré por última vez antes de dar media vuelta y salir del salón. Sabía que había roto el frágil corazón de Asdis y perdido tal vez para siempre la confianza de ellas en mí. Mientras caminaba por los pasillos del castillo. Me detuve en seco, apoyando mi mano en la pared para no caer al suelo.
—¿Qué he hecho? —murmuré para mí mismo, sintiendo una profunda tristeza en mi interior.
Asdis
Sentí como si mi mundo se hubiera derrumbado cuando Erik nos acusó de traición y ordenó nuestro encierro. No podía creer que el hombre en quien confiaba para protegerme y proteger a mi pequeña pudiera ser tan desconfiado y ciego a la verdad. Me sentí traicionada y abandonada, como si hubiera perdido todo lo que había luchado por construir.
Los guerreros de Erik nos llevaron a una de las más bellas habitaciones decoradas tiernamente entre tapetes azul cielo y blanco que cubrían las paredes. Adornos de plata decoraban el lugar junto a unos toscos muebles de madera oscura. Entre ellos estaban una pequeña cuna y al lado la nodriza, una joven rubia de hermosos rasgos, que cuidaba a mi hija del mar cuando yo estoy ayudando a otros.
—Gracias por cuidarla, te puedes marchar —le hablé a la joven y vi como se acercó a la puerta y un guardia le abrió.
No dejé que el dolor me consumiera. Sabía que tenía que mantenerme fuerte por ella, por mi motivo para seguir viviendo. Me acercó a la cuna en la que está mi niña, y me siento cerca.
—No te preocupes, mi amor. Todo estará bien. —dije con dulce voz, acariciando suavemente su cabello rojo.
Kailani me mira con sus grandes ojos plateados casi blancos brillando con una luz única y coloca su manito regordeta en mi mejilla. Ella me siente, sabe que he llorado y entre sus balbuceos de infante "mammá", brota de sus labiecitos. Lo que hace que me sienta emocionada y agradecida por tenerla a mi lado.
—Sí, mi amor, soy tu mamá. Y siempre estaré aquí para protegerte y amarte. —respondí, con una sonrisa triste en el rostro.
Ragnheidr, se sentó en una silla junto a la cama, puso su mano cálida en mi hombro, dándome consuelo.
—Tranquila, hija mía. Todo pasará pronto. Erik se dará cuenta de su error y nos liberará. —me habló, con una voz suave y maternal.
—¿Cómo puedes estar tan segura? —pregunto, con una expresión de incredulidad en mi rostro.
—Lo vi en las runas, querida mía. Erik se ha dejado cegar por las mentiras de Ingrid, pero pronto verá la verdad. La oscuridad está cerca, se me erizan los vellos de los brazos al presentir que nada bueno se avecina. Pero el mal pasará y entonces, todo volverá a ser como antes. Puede que mejor incluso —responde Ragnheidr, con una expresión de confianza en su rostro.
Asiento con la cabeza, agradecida por las palabras de mi madre. Sé que tengo que mantener la esperanza de que todo se resolverá pronto, para el bien de mi hija y el nuestro.
—Sí, tienes razón. Todo volverá a ser como antes. —digo, con una sonrisa forzada en mi rostro.
Mientras sigo acariciando a mi hija, me aferro a la esperanza de que todo se resolverá pronto y que Erik volverá. Aunque las cosas entre nosotros ya no existan. Irónico pensar en que algo que nunca comenzó acabara por un absurdo rumor. Sé que tengo que ser fuerte por mi hija, por Ragnheidr y por mi pueblo, por este pueblo que ya siento mío. Por la calidez que nos ha brindado desde nuestra llegada a pesar de los rumores de algunos incrédulos. Pero no puedo evitar sentir la tristeza y la desesperanza que me consumen por dentro.
Datos curiosos: La runa del amor es un amuleto y un símbolo protector de armonía entre dos personas. Está representado por un círculo dividido en dos por un tridente.
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La hija del Mar y del Cielo.
Teen Fiction- En la noche más oscura y tempestuosa, nacerá una niña de mar y cielo. Su cuna será una balsa a la deriva, y su destino un camino incierto. - Ella portará el poder de diosas antiguas, y el valor de aladas guerreras. Su voz será la brisa en la tem...