Capítulo 9: Traidores

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Ingrid se retiró de la presencia de Erik con gesto de fracaso, pero no pudo evitar sentirse sorprendida al ver a dos mujeres que estaban observando todo desde la distancia. Enseguida las reconoció, no recordaba sus nombres, pero se acercó a ellas con petulancia y curiosidad.

—¿Las conozco, cierto? ¿Qué hacen aquí? — preguntó Ingrid, sorprendida.
Asdis y Ragnheidr se miraron entre sí, sabiendo que Ingrid las había reconocido. Habían sido un poco más apartadas de los pobladores de las tierras del norte, pero aun así habían tenido algunos encuentros con los habitantes de la costa.

Asdis se adelantó y trató de sonreír con naturalidad.

—Sí, nos conocemos. Somos de las islas del norte, como tú. Llegamos hace poco a estas tierras, buscando una nueva vida — dijo, esperando que Ingrid no recordara los motivos de su huida.

Ingrid frunció el ceño y se acercó más a ellas.

—Ahora lo recuerdo. Vosotras sois las que escaparon de la ira del jarl Hrolf, ¿verdad? — preguntó Ingrid, con una sonrisa maliciosa. — ¿Qué habéis hecho para enfadarlo tanto?

Ragnheidr sintió un escalofrío al oír el nombre del jarl Hrolf. Él había sido el responsable de todo, de aquel tormentoso momento. Asdis y ella habían logrado huir en aquella embarcación hundida, pero no sin antes incendiar el salón del jarl.

—No hemos hecho nada que no mereciera — respondió Ragnheidr, con voz firme. — El jarl Hrolf es un tirano y un animal, y nosotras solo buscamos justicia.
Ingrid se rio con desprecio.

—Justicia, ¿eh? Me parece que lo que buscáis es venganza. Y también algo más, por lo que veo — dijo Ingrid, señalando con la cabeza hacia Erik. — ¿Qué pretendéis con él? ¿Seducirlo para robarle sus posesiones? ¿O acaso tenéis algún otro plan?

Asdis sintió un nudo en la garganta al oír las palabras de Ingrid. Ella no tenía ninguna intención de engañar a Erik, al contrario, estaba enamorada de él y esperaba que el jarl le pidiera ser su mujer pronto. Formar una familia. Él le hizo un juramento y esperaba que nada pudiera romperlo; llevo sus manos al cuello para tocar esa evidencia física de sus palabras. Pero sabía que Ingrid podía arruinarlo todo si le contaba al jarl su pasado y podía peligrar la vida de Kailani.

—No sé de qué hablas — dijo Asdis, tratando de disimular su nerviosismo. — Erik es un buen hombre y nos ha acogido con generosidad. No tenemos nada que ocultarle. 

Ingrid se burló de ella.

—No seas ingenua, muchacha. Erik es el jarl de esta zona, y tiene muchos enemigos. Si se entera de que sois unas fugitivas, no dudará en castigaros como se merecen. A menos que... — dijo Ingrid, acercándose más a ellas y bajando la voz. — A menos que me hagáis un favor.

Asdis y Ragnheidr se pusieron tensas al oír la propuesta de Ingrid. Sabían que no podían fiarse de ella, pero tampoco querían arriesgarse a perder a Erik.

—¿Qué favor? — preguntó Ragnheidr, con cautela.

Ingrid sonrió con malicia.

—Veréis, yo también tengo mis planes con Erik. Quiero convencerlo de que me lleve con él a su salón, donde podré hacer más fácil las ordenes que me dieron. Pero para eso necesito que vosotras me ayudéis a distraerlo y a ganarme su confianza. Si lo hacéis, prometo no decirle nada sobre vuestro pasado. ¿Qué me decís? ¿Tenemos un trato?

—No, no tendrás nuestro apoyo para eso que pides—exclamaron.

Ingrid frunció el ceño y se enfadó al oír la negativa de Asdis y Ragnheidr.

La hija del Mar y del Cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora