Capítulo 7: Juramentos II

49 13 10
                                    


Segunda Parte:

Con el paso de los días en la aldea, cada vez que Asdis y Erik se cruzaban, sus miradas chispeaban con un fuego que no podían apagar. Sin embargo, también había una sombra que se interponía entre ellos, la verdad que Asdis y Ragnheidr guardaban como un secreto.

— ¿Qué haces aquí, mujer? — le preguntó Erik a Asdis una tarde que la encontró en el bosque, recogiendo hierbas.

— Lo mismo que tú, supongo. Buscar algo de paz y tranquilidad — le respondió ella con una sonrisa.

— ¿Y tu hija? ¿No te preocupa dejarla sola? — insistió él con curiosidad.

— No está sola. Está con Ragnheidr, mi madre. Ella cuida de ella como si fuera su propia sangre — expresó Asdis con naturalidad.

— Es una niña muy especial, tu hija. Tiene algo que la hace diferente, no sé puede negar que tiene a quién parecerse — comentó Erik con admiración.

— Sí, lo sé. Es mi mayor orgullo y mi mayor temor — confesó Asdis con una mirada triste.

— ¿Por qué temes por ella? — quiso saber Erik con preocupación.

— Porque no sé qué destino le espera. Porque no sé si podrá ser feliz en este mundo tan duro y cruel — explicó Asdis con angustia.

— No digas eso. Ella tiene un gran futuro por delante. Tiene el favor de los dioses. Todos lo tenemos — la consoló Erik con ternura.

— ¿Y tú? ¿Qué piensas de ella? ¿Qué piensas de mí? — se atrevió a preguntar Asdis con timidez.

— Pienso que eres una mujer fuerte y valiente, capaz de enfrentar cualquier desafío que se te presente. Y tu hija... ella es una luz en este mundo oscuro. Siento que tiene un gran propósito por cumplir en su vida, y estoy seguro de que lo logrará con creces — respondió Erik con sinceridad, acercándose a Asdis.

Asdis sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de Erik. Él la hacía sentir valorada y amada, algo que había anhelado durante mucho tiempo. Pero sabía que había algo que tenía que decirle antes de permitirle entrar completamente en su vida.

— Erik, antes de que sigamos adelante, hay algo que debes saber...— comenzó Asdis, pero Erik la interrumpió.

— Sé que hay algo más, algo que no me has contado. Pero eso no cambia lo que siento por ti. Quiero estar contigo, Asdis. Quiero luchar a tu lado, protegerte y cuidarte siempre. ¿Me permitirías hacerlo? — preguntó Erik con una mirada intensa.

Asdis se quedó en silencio por un momento, mirando a los ojos de aquel hombre tan imponente que de alguna forma lograba en ella revolucionar sus sentidos. Finalmente, suspiró y dijo:

— Erik, si quieres estar a mi lado, debes hacer un juramento. Un juramento que te obligue a proteger a mi hija y a mí, sin importar lo que pase. Un juramento que demuestre tu lealtad y tu amor por nosotros.

— Haré cualquier juramento que me pidas, Asdis. Te lo prometo — respondió Erik con solemnidad.

— Entonces, jura por los dioses que siempre estarás a nuestro lado, que nos protegerás y nos cuidarás, incluso si eso significa poner en duda todo lo que sabes— dijo Asdis, extendiendo su mano hacia él.

Erik tomó su mano y, mirando fijamente a los ojos de Asdis, pronunció las palabras del juramento:

— Juro por Odín, por Thor y por todo lo que considero sagrado que siempre estaré a tu lado, que protegeré y cuidaré a ti y a tu hija, incluso si eso significa poner mi propia vida en peligro. Mi lealtad y mi amor por ti serán inquebrantables hasta el fin de mis días.

Asdis sonrió, sintiendo que una pesada carga se levantaba de sus hombros. Por fin, podía confiar en alguien, en Erik, y eso significaba más de lo que él podría imaginar.

— Aquí, toma esto — dijo el hijo del Lobo, sacando de su bolsa una pequeña runa tallada en madera. Era una runa de amor y protección, que él mismo había tallado con esmero.

— ¿Qué es esto? — preguntó Asdis, tomando la runa entre sus manos.

— Es una runa de amor y protección. Un símbolo de nuestro juramento. Quiero que la lleves contigo siempre. — explicó, acercándose a ella.

Erik sonrió, y acercó la runa al cuello de Asdis. Con cuidado, la colocó en su lugar, sintiendo el roce de sus dedos en su piel. Ella cerró los ojos, disfrutando del contacto de Erik, y sintiendo la energía de la runa de amor y protección en su piel.

— Esta runa siempre estará contigo, Asdis. Siempre te protegerá y te amparará, como una señal de mi compromiso contigo y con tu hija — dijo el jarl con voz suave y apasionada.

Y sin esperar más, la tomó entre sus brazos y la besó con toda su alma, mientras el sol se ponía tras los árboles y el viento susurraba sus nombres.

La hija del Mar y del Cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora