Cap.69

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Reminiscencias

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Reminiscencias

Aradia

Veo el techo blanco de mi abitacion por enésima vez en la mañana ya que no eh podido dormir gracias a mi mente que no logra apagarse, muchas palabras, pocos recuerdos y demas rondan por mi cabeza intentando entender el ¿Porque?.

Porque me mantuviste en ese lugar repleto de malas intenciones, tenia meses de vida y un maldito infeliz me apagaba cigarrillos en las costillas. Me dejaban sin comer o dormir aun asi me querias aferrada a ti denegándome "Una buena vida".

La ambivalencia de una cicatriz es poetica por sus dos mensajes.. aqui sano, aqui dolio. Pero yo quisiera agregar otras dos "Aqui me apuñalaron y aun no sano.."

Su brazo se extendió hacia mi cintura dispersando mi tortura, me lleva hacia su pecho el cual estaba regado con su exquisito perfume y el calor que emitia su piel me obligaba a cerrar los ojos por unos pocos minutos.

Su respiracion era pesada y aunque sepa disimularlo a la perfección podia sentir los calidos besos que dejaba en mi cabeza "Destruire todo lo que pueda dañarte volvere nada el puto mundo si asi lo deseas, enterrare a todos en nuestro jardin cubierto de rosas si logran hacerte llorar de esta manera nuevamente." Cada palabra se habia grabado en mi mente y no sabria decir si fue una amenaza o promesa.

Alzo el rostro intentando ver el suyo y solo logro ver su cuello e menton marcados, en su piel aun estaban esas pequeñas siluetas de mis dientes y no puedo evitar deslizar mis dedos por ella bajando hacia su clavícula.

Su piel se eriza por el tacto de mis yemas sobre ella y el fuerte resoplido que da me obliga a verle nuevamente, sus ojos estaban entre abiertos intentando comprender porque lo molestaba mientras dormia o tal vez solo le divertia. Ya es una costumbre tocarlo mientras duerme.

—Me manoseas sin antes haberme dado un beso ¿Tan facil crees que soy?.— Masculla con media sonrisa en sus labios.

Estoy perdida en el brillo de sus hermosos ojos, era una hermosa distraccion para esos demonios que atormentaban mi maldita mente.

—No me dejabas ver tu rostro y no podia besarte inconciente, segun la ley eso es un delito.—Disiento observando sus gestos.

—Ya es una costumbre suya señora Moore el manosearme inconciente.— Se desliza sobre mi cuerpo metiendo sus piernas en medio de las mias acercando su rostro al mio.

Ese celeste precioso de su mirada me calentaba el alma y me encuentro sonriendole cuando comienza a besar mis mejillas sin parar, no hay lugar o espacio sin que no lo halla besado provocandome cosquillas con su barba larga.

—Pica.—Le sostengo el rostro acariciandole el menton.

—¿Quieres que me afeite?.—Inquiere besando mi nariz.

—No, me gusta tu barba.

Enrolla sus brazos a mi cintura poniéndose de pie mientras me lleva al baño sujetando mis muslos antes de dejarme sobre el frio lavabo, deja un ultimo beso en mis labios para luego buscar algo en los cajones de un mueble.

Duvessa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora