Cap.81

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¡ADVERTENCIA! Este capitulo contiene escenas +21

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Pecadora

Aradia

Percibo una leve precion sobre mí espalda y el hedor a su colonia dulce invade mí nariz alojándose en ella por toda la mañana. La suavidad de su piel era satisfactoria y ver como su respiración se acompasaba con la mía era tranquilizante.

Rodeaba mí cuerpo con sus brazos fuertes y comienzo a creer que ambos pesan toneladas cuando está relajado, echo hacia atrás la cabeza intentando ver si está dormido o solo finje estarlo.

Su piel blanca acompañada de su barba remarcada me encanta, al igual que el contraste que hacen sus tatuajes con su aterciopelado tórax el cual está lleno de estos dibujos negros.

El único que tenía color eran mis ojos sobre su pectoral derecho justo en su corazón plantó la vivida imagen de las ventanas de mí alma.

—Toca más abajo creo que algo me palpita peor que el corazón.—Masculla con una sonrisa torcida.

—Arruinas mí momento, estaba pensando cosas lindas y las arruinas con tus comentarios lujuriosos.—Le pego en el pecho marcando mis dedos en el.

—¿Que cosas? Dime en qué piensas.—Entre abre los ojos dejándome apreciar ese color celeste en ellos.

La sangre sube a mis mejillas volviéndolas rosadas por su insistencia y el calor también se vuelve mí enemigo en esta discusión.

—Nada..

—Dime en qué piensas... Pensabas en mí claro está, pero ahora quiero saber que clase de cosas rondaban por tu mente.—Acaricia un lado de mí rostro quitando los pocos mechones que caían sobre el.

—¿Por qué el único tatuaje que tienes a color son mis hijos? Cuando tu cuerpo está repleto de ellos.—Trazo una línea con mis uñas desde su pecho hasta sus brazos bajando hacia sus muñecas percibiendo como la piel se le erizaba.

—Sabes la respuesta, no me digas que lo olvidaste—Arruga las cejas en un gesto poco amistoso.—Te dije que mí vida sin ti no tiene colores, todos aquellos que forman parte de mí piel fueron antes de ti y este fue después.

—Dices que si me muero te vuelves daltónico.—Me burló esfumando ese entorno romántico que había creado a nuestro alrededor.

—No me hace gracia.—Espeta en un tono serio al darme la espalda en forma de un berrinche.

—Pues a mí si, ¿Te enojaste por eso? Que sensible te has vuelto.—Rodeo la mitad de su cuerpo recostándome sobre sus costillas al ladear mí rostro.

—Te odio.—Murmura moviéndose intentando quitarme de encima.

—Me amas, te encantó y no ves colores sin mí.—Alardeo disfrutando de su rostro serio antes de aterrizar sobre el suelo.

Duvessa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora