Cap.48

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Amor in infernum

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Amor in infernum

~25 de diciembre~

Samael

Las costillas me duelen y los brazos se me han adormecido. Ha pasado un día desde ese último calambre que me deja entumecido por minutos, luego de un rato siento que algo se desliza debajo de mi cuerpo.

Abro los ojos hallando a la bola de carne que se acurruca debajo de mi cuerpo gustosa, desvío la mirada a mi brazo y el se encontraba enlazado con sus piernas y brazos al mío.

El agotamiento me atropella devolviendome a la realidad y cada que me muevo algo duele o simplemente me fastidia.

—Me aplastas!.—Laia grita jalando su cabello que fue aplastado por mi cuerpo.

—Laia ya callate.—Mason la regaña aferrándose más a mi brazo.

La niña frunce las cejas al ver que ya perdió el sueño y no encuentra mejor travesura que despertar a su hermano de un golpe.

Finjo demencia cuando Mason se queja y Laia se hace la dormida debajo de mi, su madre sale del baño con una bata de seda roja y toma a Mason el cual aun sigue sollozando.

Mi brazo se libera y le doy la espalda al enjendro del demonio la cual es rapida al treparse por mi espalda y conseguirse un lugar en el borde de la cama rodeada de mis brazos.

—Dejame dormir.—La regaño y se prende de mi cuello.

—Y tu quédate quieto.—Me remenda.

Se siente incomoda por el lugar diminuto y comienza a moverse de aquí para alla como si tuviera hormigas.

—Laia.—Le advierto y refunfuña.

—Es que no entro! Me caere de aquí.—Se queja volciendose a prender de mi cuello.

Juega con las placas que me cuelgan, las agita, jala y me las pasa por el rostro despabilandome.

Abro los ojos viéndola y ese agrandamiento de pupilas alivia el mal genio que estaba por desatarse, me domina con la mirada y la envuelvo con mis brazos estrechandola contra mi pecho.

—Me asfixias!.—Grita.

La suelto y comienza a hacer su drama, se aparta el cabello del rostro mirandome seria con esas cejas negras fruncidas y esas pestañas extremadamente largas que adornan esos tempanos que heredó de mi.

—¿Me extrañas?.—Ladea el rostro viendome fijo.

—¿Porque lo preguntas?.—Inquiero y ahora solo mira las placas grises.

—Mamá me abraza así cuando me extraña—Devuelve la mirada a mis ojos pero esta vez acaricia mi rostro con sus diminutas manos.—¿Me extrañas?.

—Obvio no.—Pongo los ojos en blanco y cierra la boca conteniendo el aire.

—Bien... si, ya deja de hacer eso!.—Le demando haciendo que largue todo el aire que concentraba en sus mejillas.

Duvessa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora