Capítulo 1 (sin editar)

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HOLA HOLA BELLAS, AQUÍ ESTÁN LOS CAPÍTULOS Y LA VERSIÓN ORIGINAL Y CON ERRORES DE MARINETT, ESPERO QUE LAS PONGA CONTENTAS VOLVERLA A LEER COMO ANTES, UN BESO!

La alborada tronaba en el cielo, los tintes obscuros de la noche daban paso lentamente a los pintorescos colores mañaneros, el sol salía petulante entre las montañas alejadas de la alborotada ciudad de Londres. Los ciudadanos encargados del mercado, los negocios de variadas estirpes de comercio, la servidumbre y los trabajadores de los diferentes oficios; comenzaban a abrir sus ojos pesadamente al enfrentar el nuevo día en el que se tenía que luchar por el pan en su mesa.

Los nobles, por otra parte, eran considerados seres un poco más perezosos, no era necesario que se levantaran a primera hora del día, ni mucho menos tenía que preocuparse por abrir un ojo y que no hubiera pan sobre la mesa, ellos tenían una vida... cómoda, por así decirlo.

Aunque había excepciones espectaculares en las que no pasaban tales cosas como la pereza o el desasosiego; aún se encontraban nobles que se levantaban al alba, al igual que todas las demás clases sociales, dispuestos a cumplir sus obligaciones sin dejar a un encargado que atendiera por ellos.

Ese era el caso de Robert Pemberton, marqués de York. Un hombre con una trayectoria intachable, un hombre correcto y de palabra. Alguien de quien se alababa su opinión, la seriedad en sus promesas, su calma ante...

— ¡Elizabeth deja de pelear de una vez con tu hermana! — dijo el mismo hombre paciente, honorable e intachable, en dirección a su mujer quien se afanaba en ese momento con su invitada. Su hermana mayor.

— ¡Robert!— se quejó la rubia — ¡Pero es qué no ves lo que hace! ¡Quiere ponerte en mi contra!

— Tú sola haces eso— se tocó las sienes su marido.

Francamente, las chicas Kügler eran una de las curiosidades que tenía Bermont, claro, eran de inusual belleza, como el resto de las personas que salían de esa casa, también tenían esa elegancia...

— Baja ese puré de papas Elizabeth— la apuntó su hermana –Si me arruinas este vestido...

Un proyectil de patatas paso en frente de la cara del marqués, quien intentaba no inmiscuirse en exceso en la situación que se desenvolvía en la mesa. Para ese momento ya se estaba acostumbrando a las constantes peleas de las dos mujeres. Con un lento movimiento, Robert observo el puré sobre el vestido de Marinett Kügler, la hermana mayor de su mujer.

Aquella mirada grisácea brillaba con la amenaza que caracterizaba a la joven pelinegra. El marqués lentamente se puso de pie y dejo la servilleta sobre la mesa, no dispuesto a estar en medio de la disputa. Ya lo había intentado una vez y no había salido nada bien.

— ¿Me dejas cobarde?— observo Elizabeth la huida de su marido.

— Trata de no alterarte demasiado— recomendó el hombre, haciendo énfasis en el estado de la rubia, hace poco que se enteraron de su segundo embarazo y con suerte seria uno tranquilo, nada comparado con el primero que trajo a sus vidas a Archivald.

— Tu pedazo de alcornoque— la apunto la pelinegra con una mirada furiosa — ¿Sabes lo mucho que me gustaba este vestido?

Elizabeth sonrió dulcemente hacia su esposo, más este ya caminaba hacia la puerta, dejándola a la deriva con su hermana.

— Hay Mari— la miro suplicante –Solo fue un error.

— Te costara caro.

— Estoy embarazada hermanita— trato de zafarse por ahí, y al parecer funciono, puesto que los ojos grises cedieron un poco.

— Tu vestido verde— dijo la pelinegra sin más –Lo quiero.

— ¡¿Qué?!— se levantó la rubia – ¡Pero si es mi favorito!

La locura del amor (Saga los Bermont 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora