Día de investigación 1.
Meta: Saber sobre la inquilina.
Lugar: Fiesta de los Peperpont.
Presa: El hombre siniestro.
Medio: Annabella.
Prácticamente Marinett estaba arreglada para la fiesta, ¿pero lista?, no, no estaba lista para enfrentarse a lo que le dirían, por alguna razón, sabía que no le gustaría lo que escucharía, sobretodo viniendo de los labios de ese hombre que se afanaría con poner todo de una forma que la lastimara más.
Las dos primas entraron junto con William y Charles, quienes en seguida se mezclaron entre la gente y se perdieron de vista, probablemente por el resto de la velada. Amabas jóvenes rechazaron varias invitaciones a bailar y simplemente se dedicaban a caminar por el extenso salón lleno de personas bailando y emborrachándose.
-Tú de verdad tienes un problema para desear esto- le dijo Annabella quien estaba a su lado para atraer a su presa.
-Entiéndeme Annabella, no es una opción preguntarle a James, y de sus amigos, el único que podría abrir la boca, seria él.
-Pero te lastimara- le recordó ese pequeño detalle.
-No lo hará, no puede ser tan malo.
-Él es... peculiar- dijo la amable y siempre dulce castaña.
Marinett soltó una carcajada a lo bajo.
-Eso es lo más malo que he oído de tus labios. -Annabella le golpeo suavemente el hombro.
-Hablo en serio- la miro con severidad -no se limitará Marinett, lo conozco.
-Y esa es otra de mis preguntas- sonrió conforme con que su misma presa sacara el tema -¿Por qué lo conoces tanto?
-Yo... en realidad no lo sé- levanto un hombro en rendición -Parece ser que me ve como un blanco fácil para molestarme.
-Entonces no es tan malo- declaro la joven -Si tu no estas enfadada de su presencia, entonces no puede ser lo peor del mundo.
-Su apodo es "El hombre siniestro", te puedes imaginar como es.
-Pero lo toleras.
-Soy una persona especial supongo- declaro entre juegos, aparentando vanidad.
-Claro- dijo sarcástica -Y dime, ¿Cómo lo encontramos?
-Él llegara, no te preocupes.
Al ver la seguridad con la que Annabella decía aquella frase, su prima no pudo refutar y simplemente la siguió en el salón. En determinado momento, Annabella se dejó caer sobre una silla y le indico a Marinett que hiciera lo propio.
-No falta mucho- susurro la joven.
Y como si de verdad le contara el tiempo, el hombre siniestro llego, trayendo con él una silla y colocándola junto a la de Annabella.
-Hola Bermontsita, ¿esperas mi invitación para el baile? -Annabella lo miro con seriedad y sonrió.
-Resulta Lord Hamilton, que existen personas con poco juicio que desean hablarle.
-Vaya, ¿y quién será esa persona? - levanto la ceja, como si en realidad estuviera impresionado.
A pesar de lo que Annabella decía, en realidad el marques era un hombre codiciado y deseado por miles de mujeres, normalmente no se comportaba tan ladino como lo hacía con Annabella, especialmente con los Bermont.
-Mi prima, Marinett Kügler condesa de Glendinter - la apunto con la mano.
Thomas se recostó en su asiento y le lanzo una mirada sagaz.
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La locura del amor (Saga los Bermont 3)
RomancePor mucho tiempo pensó que el amor no estaba destinado para formar parte de su vida. Incluso cuando creyó haberlo encontrado, el hombre predilecto falleció en medio de una guerra. Estaba desolada, y más qué por la pérdida, por las esperanzas marchit...