Tay - Golden Kings #1

DOS

Tay se asomó por las persianas abiertas de la oficina de su primo. Earth estaba en su escritorio y la habitación parecía desprovista de un gran Off que respiraba fuego. Tay entró y cerró la puerta silenciosamente detrás de él, luego miró por la ventana para revisar el pasillo exterior una vez más antes de cerrar las persianas. Los labios de Earth se retorcieron, pero no apartó los ojos de la pantalla de su portátil.

—Mi vida no ha pasado ante mis ojos, así que supongo que está ocupado... —Tay se dirigió hacia Earth antes de que un ruido en el pasillo lo hiciera zambullirse detrás del escritorio de su primo. Que no viera a Off no significa que no estuviera cerca. Habían tenido años de entrenamiento y perfeccionamiento en el arte de la invisibilidad, entre otras cosas, todo lo cual demostró ser extremadamente útil para sus carreras actuales. Desafortunadamente, cuando su jefe era un ex agente de las Fuerzas Especiales como Tay, las posibilidades de salirse con la suya eran escasas o nulas.

—Llegaste a mi oficina de una pieza, ¿sabes? Así que yo diría que es muy probable.

Tay maldijo en voz baja. Revisó su reloj.

—¿Ha almorzado? Ya sabes lo enfadado que se pone si no almuerza.

Earth se recostó en su silla.

—Estaba a punto de almorzar, pero luego se enteró de que te habías vuelto todo Vin Diesel.

Tay se burló.

—No seas ridículo. —Sonrió malvadamente—. Era más bien el Loco Max.

—Te aconsejo que no le digas eso. Además, era el BLT de PunPun.

Tay dejó caer su cabeza contra el borde del escritorio con un gemido. —Estoy jodido.

—Sí. Mucho. Ya sabes cuánto le gusta a Off el BLT de PunPun, y cuánto odia cuando los tomates hacen que el pan esté empapado y asqueroso. Tiene razón, es muy desagradable.

—Espera. —Tay lo miró— ¿Qué más trajo?

—Para Ohm, su filete favorito y tacos de aguacate. Para mí, las carnitas, y para ti, un cubano.

El estómago de Tay gruñó, y casi se babeó encima. Maldita sea, los sándwiches de PunPun eran orgásmicos.

—¿Y dónde está mi sándwich? —Como si no lo supiera ya.

La sonrisa de Earth era malvada.

—En la oficina de Off.

—¿Tiene a mi sándwich de rehén?

Earth asintió.

—Es un poco aterrador, ¿sabes? —De repente, Tay se levantó y sonrió ampliamente, esperanzado— ¿Dónde está Ohm?

Earth gimió y agitó la cabeza.

—Vamos, hermano. No envíes a Ohm a hacer tu trabajo sucio. Eso está, como, mal.

—Pero Ohm es el único que está a salvo de la ira de Off. Nadie puede resistirse a esa sonrisa tan sentimental suya. Es como un cachorro grande. ¿Quién se enoja con un cachorro?

—Off sabrá que lo enviaste, y entonces se enojará aún más. Incluso podría decírselo a Tía.

Tay jadeó.

—¿De verdad crees que se lo diría a mi madre? —¿A quién estaba engañando? Off lo delataría, y su madre también se pondría del lado de Off. Nat Vihokratana había reclamado a los Golden Kings, Nick —Joker— Nachat y Arm como suyos, y después de descubrir que Off había perdido a sus padres mientras estaba desplegado, se había convertido en su madre de modo completo, cuidándolo como si fuera suyo. Como Tay era suyo, se deleitó en su Golden King asfixiante con amor maternal. Off la adoraba, no hay duda, pero ella también lo volvía loco. Que Dios lo ayude si no llama por lo menos una vez a la semana para mantenerla informada sobre su salud, su vida amorosa, los últimos chismes y un resumen completo de sus comidas del día. Estar con Tay para esa llamada telefónica y poder reírse de él siempre valía la pena que Off le pasara el teléfono cuando terminara para que Tay pudiera ser interrogado.