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Lee no pudo conciliar el sueño con aquella loca idea martillándole la mente. Pegó las fotografías en la pared de su habitación y las observó por largo rato, tratando de coordinar toda la maraña de ideas que se habían formado en su mente.


Tomó su teléfono y buscó entre sus contactos el que podía servirle y marcando el número, aguardo a qué su llamada conectara.


ㅡ¿Cómo estás?...ㅡsaludó cuando escuchó la llamada al otro lado de la líneaㅡ...¿Aún tienes contactos en la oficina de registro? Sí, sí necesito que verifiques el registro de nacimiento de cierta persona, te mandaré el nombre en un mensaje y espero que puedas ayudarme a la brevedad posible, por supuesto... obviamente te recompensaré, sabes que puedo ser muy generoso, de inmediato te mando el dato y como puedes adivinar, necesito que sea discreto con todo lo que logres descubrir ¿de acuerdo?


Después de cortar la llamada, Lee como había acordado, mandó todos los datos requeridos a su amigo esperando que este pudiera confirmarle su sospecha.


Caminó hasta el pequeño balcón de su departamento y respiró profundo, vaticinando todos los sucesos que podrían suceder de sacar a la luz todo lo que descubriera.


Estaba muy seguro de que aquella sería la noticia del siglo.






Jimin se encontraba en su camerino dándole los últimos retoques a su maquillaje, mientras su estilista le acomodaba los mechones de cabello rubio de manera prolija

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Jimin se encontraba en su camerino dándole los últimos retoques a su maquillaje, mientras su estilista le acomodaba los mechones de cabello rubio de manera prolija.


Unos ligeros toques a la puerta para luego dar paso a la figura de Yoongi entrando en la habitación, hicieron que los ojos del rubio se iluminarán y que un ligero temblor, invadiera su cuerpo.


Esa era la clase de sensaciones que Yoongi le hacía experimentar. Sensaciones que nunca antes nadie le había hecho sentir y le encantaba.


Le encantaba apreciar el deseo y el anhelo que despertaba en Yoongi y que era fácilmente detectado en su mirada demasiado posesiva.


Con aquellos sentimientos flotando en aquel silencioso ambiente, a la chica que arreglaba el maquillaje de Jimin no le quedó otro remedio que disculparse y salir del camerino, para dejarlos solos.


Jimin levantándose de la silla, se inclinó hacia el espejo para con su dedo medio, emparejar un poco el brillo de sus carnosos labios, mientras de reojo miraba a través del espejo, como el mayor se acercaba por detrás hasta aprisionarlo contra su pecho y enterrar su nariz en el blanquecino cuello, para aspirar profundamente su aroma.

She🦋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora