Criss, con una mirada cargada de tristeza y una pizca de arrogancia, decide alejarse de la vista del pueblo. Camina por los caminos polvorientos, dejando atrás las calles que una vez fueron testigos de su presencia imponente. En su mente, se cierne una sensación de frustración y desencanto hacia aquellos que no pueden ver más allá de sus propios miedos y prejuicios.
"Malditos sean, no comprenden la realidad que enfrentan cada día", murmura Criss con un tono de desdén en su voz. "Viven en una ignorancia autoimpuesta, negándose a enfrentar la verdad y aferrándose a sus falsas creencias".
A medida que se aleja del pueblo, Criss reflexiona sobre la naturaleza humana y la complacencia en la que muchos parecen sumidos. Los rostros de los habitantes, llenos de miedo y conformismo, se graban en su mente, recordándole las cadenas invisibles que los mantienen atados a una vida de mediocridad.
Sin embargo, en medio de su descontento, Criss se encuentra con Martillo, un viejo amigo y sabio consejero. Martillo, con su mirada penetrante y su sabiduría acumulada a lo largo de los años, detecta la tormenta emocional que aflige a Criss.
"Mi querido amigo, veo en tus ojos una mezcla de tristeza y desdén", dice Martillo con calma. "Pero recuerda, no todos están destinados a comprender la verdad de la vida. Cada uno tiene su propio camino y sus propias limitaciones".
Criss, levantando la mirada con cierta arrogancia, responde: "Martillo, no busco justicia ni verdad en este mundo. Lo único que anhelo es liberarme de la maldición que me persigue, el tormento constante de los fantasmas que me acechan. Estos aldeanos son incapaces de comprender mi lucha y se aferran a su estúpida existencia".
Martillo suspira, consciente de la determinación y el resentimiento en las palabras de Criss. "Entiendo tu sufrimiento, pero el desprecio hacia aquellos que no comprenden tu carga solo alimentará tu propia amargura. Tal vez, en lugar de juzgarlos, podrías intentar entender sus razones".
Criss se enfurece ante la sugerencia de Martillo. "¿Razones? ¿Acaso tienen alguna razón válida para quedarse en su ignorancia? Se esconden detrás del miedo, negándose a enfrentar la realidad. No merecen mi compasión ni mi paciencia".
Martillo, con calma y sabiduría, responde: "El miedo es poderoso, Criss, y a menudo nos paraliza. Estos aldeanos temen perder lo poco que tienen, temen enfrentarse a la adversidad y a los peligros del mundo. Es más fácil quedarse en su zona de confort, aunque sea una ilusión".
La discusión entre Criss y Martillo continúa, cada uno defendiendo su punto de vista. Mientras tanto, el pueblo sigue sumido en su cotidianidad, ajeno a la confrontación interna de aquellos que poseen habilidades más allá de su comprensión.
Criss, con una expresión de furia en su rostro, señala directamente a Martillo. "¿Y tú? ¿Acaso te consideras un sabio y virtuoso? ¿Olvidas que también has cometido acciones cuestionables en tu pasado? No tienes derecho a juzgarme".
Martillo, manteniendo su compostura y serenidad, responde con voz calmada: "Criss, es cierto que he cometido errores en mi vida. Soy humano y he enfrentado las consecuencias de mis acciones. Pero lo que importa no es el pasado, sino cómo elegimos aprender y crecer a partir de él".
Criss frunce el ceño, resistiéndose a aceptar las palabras de Martillo. "¿Crecer? ¿Aprender qué? He visto la oscuridad en el corazón de los hombres, he presenciado su crueldad y su codicia. No hay nada que pueda aprender de ellos".
Martillo levanta una ceja, manteniendo la calma a pesar de la creciente tensión. "Criss, la oscuridad y la luz existen en todos nosotros. Negar nuestra propia capacidad de aprender de los demás, incluso de aquellos que parecen indignos, es limitar nuestro propio crecimiento. No puedes juzgar a todo el pueblo por las acciones de unos pocos".
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THE END OF NIGHTMARES
AventureCriss Vargas es un inmortal atormentado por la maldición de los fantasmas. Vive en Ciudad Perdida, una ciudad devastada por la guerra donde la violencia y los secretos son el pan de cada día. Criss solo quiere morir, pero no sabe cómo romper el hech...