"Buen viaje"

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Criss y Maximus emergieron de la oscura cueva hacia el exterior, decididos a buscar respuestas y redención en medio de su inmortalidad. El paisaje que los recibió era sombrío y desolador, con rocas escarpadas y una espesa niebla que envolvía todo a su alrededor. A medida que avanzaban, el suelo crujía bajo sus pies, como si la tierra misma gemía por las tragedias que había presenciado.

Criss miró al horizonte, absorto en sus pensamientos, mientras Maximus observaba atentamente su rostro marcado por las cicatrices de batallas pasadas. Se preguntaba qué habría llevado a Criss a obtener la inmortalidad y cuáles serían los fantasmas que lo atormentaban desde su lejano pasado.

"Criss, cuéntame más sobre cómo obtuviste esta inmortalidad", dijo Maximus, tratando de entender mejor a su compañero. "Sé que has luchado en numerosas batallas y enfrentado desafíos inimaginables. ¿Cómo llegaste a este punto en el que te encuentras ahora?"

Criss miró a Maximus, una mezcla de tristeza y determinación en sus ojos. "Fue en una batalla desesperada por proteger a mi pueblo", comenzó a relatar. "Hace muchos años, mi tierra fue atacada por un enemigo despiadado. Luchamos con todas nuestras fuerzas, pero estábamos superados en número y poder. Fue entonces cuando aparecieron los fantasmas, seres ancestrales de la guerra, dispuestos a otorgarme un poder inimaginable a cambio de mi lealtad".

Maximus asintió, intrigado por la historia de Criss. "Así que fue un pacto con los fantasmas lo que te concedió la inmortalidad", dijo, pensativo. "Pero, ¿a qué costo? ¿Qué te exigieron a cambio?"

Criss apretó los puños, recordando el precio que pagó por su inmortalidad. "Me pidieron que fuera su instrumento de venganza, su mensajero de la muerte. Cada vez que un alma inocente clamaba por justicia, me convertía en su ejecutor. Era una carga que debía llevar para siempre, sin descanso ni escape".

Maximus asimiló la revelación con solemnidad. "Entiendo ahora por qué llevas tanto peso sobre tus hombros", dijo. "Tus acciones están marcadas por la sombra de esos fantasmas, una sombra que te sigue incluso en esta inmortalidad".

Criss asintió con tristeza. "Así es, Maximus. Cada vida que he tomado, cada alma que he enviado al más allá, se ha sumado a mi carga. Es una maldición que debo llevar, una carga que parece eterna".

Maximus puso una mano en el hombro de Criss en un gesto de apoyo. "Pero ahora estamos juntos en esto", dijo con firmeza. "Podemos enfrentar esta maldición y encontrar una manera de liberarte de ella. No te dejaré cargar con esto solo".

El viento soplaba con fuerza, levantando la niebla a su paso mientras Criss y Maximus avanzaban por el árido paisaje. La tierra estaba marcada por cicatrices de batallas pasadas, recordatorios silenciosos de la violencia que había consumido esas tierras durante siglos. A lo lejos, se divisaba una antigua fortaleza en ruinas, testigo mudo de tiempos oscuros y sangrientos.

"¿Y tú, Maximus?", preguntó Criss, desviando la mirada hacia su compañero. "Cuéntame sobre tu pasado y cómo te convertiste en el guerrero que eres hoy".

Maximus se detuvo por un momento, contemplando el horizonte antes de responder. "Mi camino hacia la guerra y la violencia comenzó cuando era joven", comenzó a relatar. "Mi tierra natal fue asolada por una guerra sin fin, y mi familia fue brutalmente asesinada frente a mis ojos. Me encontré solo, con una sed insaciable de venganza y un deseo ardiente de proteger a los inocentes".

Los ojos de Maximus brillaban con una mezcla de rabia y determinación. "Me uní a un grupo de guerreros valientes, dispuestos a luchar por la justicia y la libertad. Aprendí a luchar con maestría, perfeccionando mi habilidad con la espada y convirtiéndome en un guerrero temido en los campos de batalla".

Criss asintió, comprendiendo el dolor y la ira que impulsaron a Maximus hacia la senda de la guerra. "Parece que ambos hemos sido marcados por la tragedia y la violencia", reflexionó. "La guerra y la muerte nos han moldeado en lo que somos hoy. Pero ahora, en esta inmortalidad forzada, tal vez tengamos la oportunidad de encontrar un nuevo propósito, algo más allá de la batalla y la venganza".

Maximus miró a Criss con seriedad. "Tienes razón", admitió. "Aunque nunca olvidaré mi pasado ni las vidas que he tomado en nombre de la justicia, tal vez haya algo más que podamos hacer con nuestras habilidades. Podemos utilizarlas para proteger a los inocentes y buscar la paz en este mundo tan desolado".

Criss y Maximus avanzaban con cautela por los intrincados pasillos, buscando una ruta de escape. A medida que se adentraban en la oscuridad, la sensación de opresión aumentaba, pero no se dejaron intimidar. Finalmente, después de una búsqueda tensa, encontraron una puerta entreabierta que daba hacia el exterior. La luz del sol se colaba tímidamente por la rendija, ofreciendo un destello de esperanza. Ambos guerreros se apresuraron a salir, sintiendo el aire fresco en sus rostros y la sensación de libertad en sus corazones.

"Al fin salimos", dijo Criss con alivio, mirando a su compañero con una sonrisa.

Maximus asintió, sintiéndose eufórico por haber escapado de aquel lugar sombrío. "Sí, ha sido una odisea, pero lo hemos logrado".

Se quedaron unos momentos más en el exterior, saboreando la libertad recién recuperada. Con esa sensación de liberación, se dirigieron hacia el horizonte, listos para enfrentar cualquier nuevo desafío que se les presentara en su inusual y peligrosa travesía. Unidos por la adversidad, sabían que esta no sería la última vez que sus destinos se cruzaran.

Criss y Maximus se encontraban frente a frente, sus miradas se cruzaron en un silencio cargado de complicidad. A pesar de todas las diferencias y desavenencias, habían forjado un vínculo inesperado durante su tiempo juntos en la fortaleza. Ambos guerreros sabían que había llegado el momento de seguir sus propios caminos, cada uno con sus propias metas y motivaciones.

Sin decir una palabra, Maximus extendió su mano hacia Criss. El guerrero azteca miró el gesto por un instante, y luego, sin vacilar, apretó la mano de Maximus en un firme apretón. No había palabras que expresaran lo que ambos sentían en ese momento, pero ese sencillo gesto era suficiente para decirlo todo.

Se separaron, cada uno mirando hacia su propio horizonte, pero sabiendo que en algún momento, sus caminos volverían a cruzarse. Aunque la vida los llevara por rutas distintas, el lazo que habían formado no se rompería fácilmente.

Sin mirar atrás, Criss y Maximus emprendieron su camino, dejando atrás la fortaleza y todo lo que había ocurrido allí. Atrás quedaban las batallas, los peligros y los secretos oscuros. Pero también quedaban los recuerdos de una alianza improbable, de dos guerreros que, sin darse cuenta, habían encontrado en el otro una especie de camaradería que trascendía las palabras.

Y así, sin decir una palabra más, cada uno siguió su propio destino, sabiendo que, en el vasto mundo que los rodeaba, siempre habría un rastro de la presencia del otro en su corazón. La vida les había unido en una extraña danza de lucha y comprensión, y eso, en cierta manera, los había cambiado para siempre. Con esa certeza en sus corazones, Criss y Maximus avanzaron hacia lo desconocido, listos para enfrentar lo que el futuro les deparara.

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2023 ⏰

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THE END OF NIGHTMARESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora