Capítulo XVI

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Dumbledore se venía de vuelta con todos los profesores al castillo, camino a la sala de menesteres. Todos sabían, menos Severus, quien a pesar de haber tomado pociones revitalizantes venía "alegre".

¿Dónde vamos Albus?-preguntó disimulado Lupin.

Donde las chicas, nos están esperando-dijo el Director.}

Creo que mi compañía llegó hasta acá Director, yo me retiraré-dijo Snape alzando una ceja, al escuchar eso.

¡¡Tonterías, muchacho!!-dijo Albus-¡¡Lo pasarás muy bien, vamos!!.

Severus los acompañó de mala gana a la Sala de Menesteres.

Estaban las chicas hablando de los ingredientes de las pociones que tenía Poppy y Sybil era la que más hablaba, maravillándolas a todas con su elocuencia.

Los profesores entraron en silencio para no interrumpir lo que Sybil hablaba, Snape fue el último en entrar y se sirvió un vaso de whisky de fuego, llamando la atención como Sybil explicaba las dosis y los ingredientes.

¡Oh!, ¡Llegaron los chicos!-dijo Minerva-haciéndose la asombrada, pero ella ya sabía que ellos vendrían, porque habían planeado todo.

Severus miraba a Sybil con mucha atención. Jamás pensó que ella supiera del tema como para explicarlo y se sentó al lado de Charity, tomándole toda la atención a la adivina.

De repente, Sybil, lo vio y toda la erudición se fue a pique.

¡Vamos Sybil!- la animó Pomona-¡Explícanos!, ¡Te estamos escuchando!.

¡Sybil!, dijo Charity- nos interesa lo que nos hablas.

Severus se levantó de su asiento y se acercó a ella-

Hay cosas que yo no manejo, Sybil y me asombra que tú las sepas, explícanos, quiero escucharte-le dijo el pelinegro-

La adivina se puso nerviosa, pero Severus la tomó de la cintura y de la mano y la ayudó a sentarse, después se sentó al lado de ella y hasta le dedicó una sonrisa, que no pasó desapercibida para nadie, tanto la sonrisa como su "amabilidad".

A Trelawney esto le dio confianza y siguió explicando, tomándose si una segunda botella de jerez y destapando la tercera, Severus la acompañó con un vaso de whisky de fuego.

De a poco, se fueron aislando ambos y estaban interesados el uno al otro de hablar entre ellos.

Al otro día era Domingo, así que no habían clases, por lo tanto, ellos vieron que todos estaban en "su mundo".

El pocionista estaba "arriba de la pelota", pero lo disimulaba.

¿Vamos a los jardines?-le preguntó el pelinegro a  la adivina.

Bueno, vamos-le dijo Sybil.

 Ella le tomó la mano al pocionista y desaparecieron llegando a los jardines, se sentaron en un árbol cercano y siguieron bebiendo y conversando.

Severus estaba fascinado, no le quedaba ninguna duda que ella era una mujer interesante y mirándola bien, encontraba atractivo el hecho que se sonrojara y que fuera tímida le causaba ternura. Nació de repente, un deseo mayor de protegerla; veía que no era mala, daba susto si sus predicciones, pero siempre al final veía que todo se cumplía.

Apareció una hermosa luna en el cielo, adornada de muchas estrellas y ella comenzó a hablarle de todas las constelaciones que veía.

Severus la miraba con adoración y estaba ya casi finalizando la botella, por lo tanto ya estaba ebrio y no estaba consciente de lo que pudiera hacer.

De repente, se miraron a los ojos y Severus fue quien valientemente, dio el paso, previamente haciendo una breve legeremancia, casi imperceptible a Sybil, donde descubrió que ella sentía algo por él, curiosamente el también estaba sintiendo lo mismo y se lo cuestionaba.

Sólo el paisaje de árboles, jardines, flores y la hermosa perla de la noche, junto al manto de estrellas que adornaba el cielo, fueron testigos mudos de como Severus tomó el rostro de Sybil y unió sus labios a los de ella.

Fue un beso tierno, tranquilo, donde ambos se abrazaron y se sintieron contenidos el uno al otro.

Llegando la medianoche, el tomó la mano, la abrazó por la cintura, previamente, le había dado una poción para aliviarle los síntomas del bebido excesivo, pero esta vez, él la acompañó a su torre y a su despacho. 

Esto fue una hermosa velada, gracias-le dijo Sybil.

Gracias a ti- le dijo Severus-por darme la oportunidad de conocerte más.

Ojalá-dijo Sybil-esto no quede solamente en esta noche.

Sybil-le dijo Severus-tomándole las manos-¿Quisieras ser mi polola?.

La adivina abrió los ojos y comenzó nuevamente a tartamudear nerviosa.

Yo, yo, yo si quie.. si quiero ser tu polola-le dijo la adivina.

¡¡¡Profesora Trelawney!!!-le gritaba Severus, tratando de despertarla.

Sybil despertó... mirando a Severus, quien estaba evidentemente borracho y alzando la ceja mirándola.

Todo, ¡¡había sido un sueño!!. 

Sybil se sentía cansada, así que por sus propios medios se levantó y Pomona la llevó a su torre, donde agradeció la velada, pero se sentía avergonzada, el paseo al jardín, la declaración, todo había sido sólo un sueño, el cual, lo había sentido tan vívido, tan real, que ella pensó que Severus la había escuchado.

Por su parte Severus, no aceptó ayuda de nadie, se fue solo a su mazmorra, convocando otro whisky de fuego y mirando por la ventana.

La había escuchado a la adivina, que decía "que quería ser polola", pero no sabía a quien se lo había dicho.

Bueno, hasta la adivina sabelotodo tiene un hombre en quien soñar-se decía.

Se acordaba si, de cómo se acercó a ella, instándola que hablara, no se acordaba si en qué momento ella tomó su hombro y se puso a dormir ahí, ¡¡hasta lo babeó!!.

El también tenía sueño, así que con vaso en mano, se quedó dormido mirando el paisaje, curiosamente el cielo adornado de luna y un manto de estrellas adornado del hermoso de afuera.

Amor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora